DOMINGO 19  CICLO C

 

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ESPERANDO AL SEÑOR

         1. El Señor había dado órdenes precisas a Moisés porque le urgía ya la liberación de su pueblo de Egipto pues el clamor de los pobres era ya vociferante, porque su vida se había hecho ya en aquella tierra insoportable. Dios no es sólo liberador individual, como puede pretender una teología espiritualista, que sólo se realiza en la intimidad individual y personal. Es también un liberador social, que escucha la oración de su pueblo. Envía a Moisés como su instrumento liberador, amenaza al Faraón con los diez castigos de las plagas, y va a suceder la última: la muerte de todos los primogénitos de Egipto, como nos lo cuenta el libro del Éxodo: "A medianoche, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto: desde el primogénito del Faraón que se sienta en el trono, hasta el primogénito del preso encerrado en el calabozo, y los primogénitos de los animales. Aún de noche, se levantó el Faraón y su corte y todos los egipcios, y se oyó un clamor inmenso en todo Egipto, pues no había casa en que no hubiera un muerto". Los israelitas habían sacrificado el cordero al atardecer y habían rociado con su sangre las jambas de las puertas de sus casas, y lo habían comido con la cintura ceñida, dispuestos para el paso del Señor Sabiduría 18, 6.

 

         2. El pueblo dichoso a quien Dios escogió, aguarda al Señor Salmo 32, y tiene que esperarlo con la cintura ceñida. Conocían muy bien los orientales el significado de esta expresión la cintura ceñida, porque con los vestidos amplios que usaban, no podían caminar de prisa.

 

         3. El Señor pasa, el Señor va a llegar, y hay que estar preparados para ir con él a su reino, antes de que el Faraón se arrepienta de haberles dejado salir de Egipto. Urge la diligencia a los que hemos elegido el reino y en él hemos puesto nuestro corazón, y hemos decidido seguirle y colaborar con él en la difusión, extensión y profundización de ese reino. Tened también encendidas las lámparas con aceite preparado por si se retrasa el Señor.

 

         4. ¡Dichosos vosotros si cuando llegue el Señor, os encuentra despiertos y a punto, venga a la hora que venga!. Igual puede venir a media noche, como a la madrugada. Si os encuentra en vela, ocupados en servicios de la casa, o en la oración, o dedicados al estudio, o enseñando la doctrina, o exhortando, o repartiendo con generosidad, o presidiendo con seriedad en la caridad, o haciendo obras de misericordia con alegría, o administrando rectamente vuestros asuntos, en fin, cumpliendo fielmente las obligaciones de vuestro correspondiente servicio, desarrollando vuestro carisma para la edificación del Reino, y la construcción del Cuerpo de Cristo, os hará entrar al banquete donde él mismo os servirá.

 

         5. Pero ¡ay del criado desordenado y perezoso, que ante la demora del Señor, malbarata los talentos, desprecia el tiempo, no reparte la ración de su palabra a la servidumbre, maltrata a sus hermanos y hermanas, y se dedica a beber y a banquetear! Le espera un castigo tanto mayor, cuanta mayor responsabilidad se le haya entregado. Al que más haya abusado de la confianza de su Señor, mayor castigo se le impondrá. "Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá" Lucas 12, 32.

 

         6. Dispongámonos a presentar nuestro corazón con disponibilidad total como Abraham, que obedeció a la llamada sin saber a dónde iba, y como Isaac y Jacob, herederos de la promesa Hebreos 11,1, para que como a ellos, el Señor resucitado, nos pueda sentar hoy en el banquete que nos ha preparado y que él mismo nos va a servir para que crezca en nosotros su reino.

 

P. JESUS MARTI BALLESTER

jmartib@planalfa.es