PREPARACIÓN PARA EL TRIDUO PASCUAL
MIÉRCOLES SANTO
1. Durante toda
2. Muchos cristianos comenzarán una semana laica de
vacaciones. Nosotros, fieles al Señor, debemos acompañarle de una manera más
intensa en esta Semana,“centro
del año litúrgico y de nuestra vida cristiana”, con la contemplación de estos
misterios y con la oración, para suplir la falta de los que no se acuerdan de
que Dios les ama en su Hijo Jesucristo, Hermano nuestro y Siervo Paciente. Ha
comenzado con el Domingo de Ramos anuncio del triunfo real de Cristo, y de su
Pasión. La bendición de los ramos tiene relación con la procesión que le sigue.
Los ramos conservados en las casas recuerdan la victoria de Cristo sobre la
muerte, que se ha celebrado con la procesión. Es un sacramental, como el agua
bendita. La misa crismal es una manifestación de la comunión entre el obispo y los
presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo. Los santos
óleos son recibidos en las parroquias en la misa del Jueves Santo. Antes de
3. Después
4. Días de oración, de lectura y de contemplación, deben
ser para nosotros estos días santos en que el Hijo del Hombre nos da la máxima
prueba de amor para crearnos hombres nuevos por el Espíritu Santo. Días de
mortificación y de ascesis, base de todo progreso y de todo auténtico camino
cristiano, convencidos de que la belleza de la ascesis de cada día, vivida en
las cosas pequeñas, y a veces heroicas, puede salvar al mundo.
5. El cuerpo debe ser moderado con discreción. El ayuno,
las vigilias, las peregrinaciones, el cilicio, las flagelaciones y las
prácticas penitenciales tienen la finalidad de mantener a raya los instintos de
la carne para implorar la gracia salvadora de Dios, para «vivir moderada, justa
y piadosamente en el presente siglo» (San Pablo). Pero a la gente le mola lo
nuevo, lo de nunca. La cuaresma ya tiene moho; yo oía hablar de eso a mi madre,
a mi abuela, al cura, comentó el cliente de la peluquería cuando le dije que
los españoles hablaban más del ramadán musulmán, que de la cuaresma. Y
continuó: «Hoy guardan abstinencia y ayunan esos millones de humanos que hacen
dieta para estar delgados, para mantener la silueta», lo hacen porque está de
moda; en mi, casa los viernes de cuaresma no se
come carne porque así lo aprendí de mis padres desde siempre. Ni siquiera puedo
decir que lo haya aprendido de niño. Nací con ello. Mis hijos y mis nietos
hacen lo mismo. Todos somos católicos y mantenemos las tradiciones católicas.
6. Para poder comer carne se compraba la bula que
concedía indulgencias». La lucha fratricida entre creyentes a raíz de las
indulgencias supuso el resquebrajamiento del mundo cristiano de entonces (Lutero, Alemania, 2005. Dir Eric Hill). El
hombre moderno vendió su alma al diablo para llegar a ser un creador (Goethe, Fausto), y proclamó la muerte
de Dios (Nietzsche, Así
habla Zaratustra). Entonces, delante del cadáver divino, se proclamó a sí mismo
creador, pero su maravillosa creación empezó a devorar y a destruir todo lo que
al hombre era más querido (M. Shelle, Frankenstein). A pesar de todo, creyó que habitaba el mejor de los mundos y
que había encontrado la felicidad (A. Huxley, Un mundo feliz). El tiempo
pasó, y él mismo se convirtió en monstruo (Kafka, Metamorfosis), se vació completamente (f. Mann, La montaña mágica), y se dio asco (Sastre, La náusea).
Entonces, el hombre descubrió con amargura que es un ser caído, expulsado del
paraíso y arrojado en el mundo, cuyo horizonte existencial es la muerte, límite
y punto final de todo (M. Heidegger, Ser y tiempo). A pesar de
todo, el hombre sigue siendo el ser del límite y, por lo tanto, un ser abierto
a lo que pueda haber más allá del límite: el misterio (E.Trías, La razón limítrofe).
7. Tal vez el afán por desvelar este misterio sea la
travesía del desierto de nuestra sociedad. Y puesto que el corazón tiene
razones que la razón no entiende, el hombre de nuestros días vuelve a Dios,
aunque sea fuera de toda iglesia y de toda institución. Después de todo, y como
siempre, la posmodernidad se ve obligada a hacer un lugar en su vida a Dios, al alma y a
la libertad, aunque para ello tenga que «suprimir el saber para dejar sitio a
la fe, como Kant (Crítica de la razón pura). Las modas cambian, los gustos
también; los hombres nacen, crecen y mueren, pero la naturaleza humana sigue
ahí. «Natura non facit sal tus» (la naturaleza no da saltos), decían los latinos. Un
filósofo popular me dijo lo mismo de una manera mucho más chusca e inteligible
para el hombre cibernético de la era del botellón: «El hombre desde que es
hombre, ha orinado siempre por el mismo sitio. Y, con un poco de suerte, puede
que, al menos por un poco más de tiempo, siga haciéndolo a pesar de la luz
eléctrica».
8. También guardan abstinencia y ayunan esos millones de
seres humanos que hacen dieta para estar delgados, para mantener la silueta,
conservar la figura; todos los que no comen jamón ni chorizo ni mantequilla, ni
una fabada asturiana, ni yogures que no sean light, ni beben leche entera. La anorexia es una prueba del
rigorismo moderno, del desprecio al cuerpo en aras de la imagen. Todos
practican la abstinencia y el ayuno con más frecuencia y con más rigor que lo
practicaban los fieles cristianos cuando la cuaresma era la cuaresma.
9. Mucha gente, cuando sale rendida y agotada del
trabajo, va y se arroja en los brazos de acero de una máquina y se cruje viva
durante una hora o dos para transformar su cuerpo, mejorar su imagen y hacerse
aceptar por la sociedad. Los expertos dicen que el sufrimiento, el esfuerzo y
la renuncia son elementos importantes en la construcción de la propia
identidad. ¿Para qué quieren llevar cilicio y darse disciplinas los que llevan
una argolla en la punta de la lengua o en el ombligo, en la nariz y en las
orejas, los que van cargados de cadenas, arrastrándolas día y noche, como una
procesión de condenados? ¿Para qué quieren más peregrinaciones a lugares santos
los que los viernes después del trabajo, peregrinan a la casa de la playa o al
chalet de la sierra y han de estar cuatro o cinco horas con los brazos en cruz
los hombres y las mujeres que se someten a operaciones, a veces, de riesgo,
para eliminar las arrugas, para sacudirse de encima unos kilos? ¿Para qué
quieren ir a confesarse, como era costumbre preceptiva hacerla, al menos, una
vez al año y comulgar por Pascua florida, todas esas personas que van a la
televisión a proclamar delante de todo el público, que el es el rey de los
Estados; que te zurré la badana porque tenía miedo a perderte»? Los antiguos
practicaban la cuaresma para disfrutar en el cielo de las cualidades de los
cuerpos gloriosos; los posmodernos practican su cuaresma particular para lucir,
aquí en
10. El cardenal Martini, que ha estudiado los
escritos de la beata Gianna Beretta Molla, muerta a los 39 años, en Milán en 1961, después de dar a
luz al niño, consciente de que su nacimiento la iba a matar, ha definido la
ascesis como la práctica contraria al modo de actuar difundido en nuestros
días, que consiste en no querer tomar decisiones, no afrontar directamente las
cosas, y que conduce a la pereza sistemática, a la acidia, a la ilusión que nos
viene incluso de la tecnología, en la que basta pulsar un botón para solucionar
un problema y, a la larga, para resolver todos los problemas.
11. La vida cristiana exige esfuerzo, empeño en la
decisión diaria de entregarse a Dios. La ascesis se transforma en algo bello
cuando se pone
12. Ascético es, incluso un pequeño gesto, como cambiar
de canal en la televisión o no hacer algo que habitualmente realizamos sólo
porque se hace desde hace tiempo o porque lo hacen todos. Es necesario tener
presente un “slogan”: “Aprender que hay más alegría en el sacrificio, porque
hay más gozo en dar que en recibir”. Contemplar el misterio de
P. JESÚS MARTÍ BALLESTER
jmartib@planalfa.es