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SANTA MICAELA
VIZCONDESA DE JORBALAN Hija de nobles y grandes señores, Micaela Desmassieres,
vizcondesa de Jorbalán, nos trae la hermosa
enseñanza de la grandeza santificada. Micaela. Grande por nobleza de sangre y
educación. Grande por su vida entre grandes, en la corte de Luis Felipe de
Orleáns, en la corte de Leopoldo de Bélgica, y en la de Isabel II de España.
Grande por sus espléndidas cualidades naturales. Diestra en la equitación, en
la pintura, en la música, tocaba el arpa; inteligente y capaz y con don
soberano de gobierno. Enjambre de pretendientes; pudo haberse casado con
quien hubiera querido. Renunció a la grandeza humana por adquirir la
divina... SE ENTREGÓ AL AMOR, A Micaela, la aristócrata, comienza visitando en Madrid el
hospital de San Juan de Dios, donde conoce el desamparo de las malas mujeres.
Y Micaela, muy pronto se convierte en ángel de la caridad. En París, donde la
aman los traperos y los revolucionarios que la salvarán prendiendo sobre su
pecho la escarapela tricolor. Micaela había decidido entregarse del todo a su modesta tarea de
recoger chicas caídas o en peligro. Y pasó ayudada por la gracia de
Dios, de aristócrata a fundadora de un Instituto consagrado a las
prostitutas. En la calle de Atocha, 74, el Colegio de desamparadas es el
escándalo de A ellas y para ellas, para gloria del gran Amigo de Micaela, es una de
las mujeres más apasionadas por el Sacramento de COMBINACIÓN ORIGINAL Y ESCANDALOSA Jesús Sacramentado y las mujeres perdidas, y todo dirigido por una
noble vizcondesa. Se comprende lo sucedido en aquel Madrid. Micaela no podría
llegar a santa sin saborear las humillaciones de su Señor, como buen soldado
suyo. Y las pudo saborear a gusto. En algunos lugares la entrega de las
jóvenes a Dios, reviste rasgos problemáticos en los que prevalece una
concepción materialista y decadente de la existencia. Esa mentalidad choca
frontalmente con el ideal cristiano y sus exigencias en la vida práctica, y
es causa de malestar e insidias, calumnias y murmuraciones. No es
nada nuevo: ¿quién hay en la historia del cristianismo que no haya tenido que
morder la fruta amarga de la contradicción, de la murmuración o de la
calumnia? Pero las almas de Dios no hacen caso de esos mosquitos
venenosos. San Carlos Borromeo decía que "no conviene desanimarse por
habladurías de gentes que siempre tienen en la cabeza imaginaciones raras.
Basta obrar rectamente en todo y luego que cada cual diga lo que
quiera". Pero uno de sus detractores le disparó con un arcabuz mientras
rezaba. También a Don Bosco le dispararon, intentaron acuchillarle;
recurrieron al veneno; trataron de matarle a palos... En la vida de San
Francisco de Sales, como en la vida de la mayoría de los santos, hay un largo
capítulo dedicado a las difamaciones e injurias. En esos capítulos se
proyecta con frecuencia la sombra de Judas: muchas de esas insidias provienen
de personas que abandonaron la vocación, o que estuvieron muy cerca de los
hombres y mujeres de Dios. El Obispo de Ginebra había logrado convertir de su
mala vida a Mlle. Bellot,
que después de vivir una temporada en el convento de El amante de Historias como ésta podrían contarse de Santo Tomás Moro, de San Pedro
Claver, del Cura de Ars o de Santa Teresa.
Realmente, no ha habido santo libre de murmuraciones, trapisondas y enredos.
Y no han sido sólo cosa de los comienzos de El despecho murmurador llegó hasta Ars, una pobre aldea, donde un
humilde párroco conmovía a toda Francia con su amor a Dios. "Durante
este tiempo –escribía vivía esperando que me arrojarían a palos de casa para
encerrarme en un calabozo". Si la caridad tiene pies, la envidia y el despecho tienen alas. Ahí
está actuante el mysterium iniquitatis: es
imposible descubrir la clave de la pasión oscura que late bajo la ciénaga del
mal. Pero siempre procede del mismo modo: insinuaciones viscosas, sospechas
infundadas, acusaciones contra los que se entregan a Dios. VICTIMA DE LAS CALUMNIAS Murmuraciones de ese tipo llegaron hasta la corte de Isabel II. Se
cuchicheaba en todos los corros palaciegos: "¿no sabes? la de Jorbalán, la mismísima vizcondesa de Jorbalán
se ha vuelto loca: se dedica a reeducar mujeres de mala vida". Y no
faltaban las suposiciones maliciosas: ¿y no será que en vez de reeducarlas lo
que hace es...?" Hasta un marqués amigo, se la encontró en la antesala
de un ministerio, y empezó a gritarle: "Pero, ¿es posible que haya
perdido usted la cabeza hasta ese punto? Déjese de tonterías, vuélvase a los
suyos, que están desconsolados con sus locuras y no le busque Vd. cinco pies
al gato..." Afortunadamente Santa Micaela no le hizo caso. Las murmuraciones contra las almas entregadas a Dios no descansan
nunca. A los disipados y hasta disolutos se les perdonará todo. A los que
quieren vivir piadosamente con Cristo los matarán a disgustos y sinsabores.
“Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán". De San
Juan Bosco, se han escrito las sospechas más torpes y las calumnias más
bajas. Y a Santa Teresa –a la que acusaron de todo durante sus andanzas por
Castilla Y Andalucía– e incluso hoy algunos la
consideran neurótica. A Micaela lo menos que la llamaron fue loca, lo más corriente,
escandalosa y mujer de vida absurda, que mezclaba JESUS MARTI BALLESTER |