SAN BARTOLOME, APOSTOL

24 AGOSTO

Autor: Jesús Marti Ballester

LA LLAMADA

Jesús ha pasado la noche en oración. La voz de cristal de los grillos, el aullido de los chacales y el tranquilo aire de la noche, le han hecho compañía. Al sereno amanecer se ha postrado adorando a su Padre. Cuando se incorporó bajó a la mitad del monte. La gente le esperaba abajo con ansia. Majestuosamente comenzó a llamar radiante el rostro: Simón, Santiago, Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé” (Mc 3,18). Bartolomé o Natanael, forma parte pues, del grupo de los primeros llamados, Juan, Andrés y Pedro. Todos son de Betsaida y pescadores del lago de Genesaret. Nadie podía pensar  que el Mesías pudiera salir de Nazaret, un pueblo apenas conocido, no así como Belén, que sí es citado en la Biblia por el profeta Miqueas. Para Dios no cuenta ni la progenie humana ni la estirpe topográfica. Su elección sigue parámetros diferentes de los del mundo: Ahí están Nazaret, Asís, Lourdes, Aljustrel,“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

NATANAEL BAJO LA HIGUERA

Estaba debajo de la higuera. Sombra, calma y monotonía al fresco de la tarde, con sus pergaminos y su lectura y sus reflexiones. Es hombre de pensamiento y buscador. Sabe que Nazaret no existe en la Biblia. De Nazaret puede salir algo bueno?. Además, eran pendencieros y testarudos los paisanos de Jesus. Pero aunque Natanael responde a Felipe remarcando su incredulidad en alguien que viene de Nazaret, es honrado y creyente al reconocer de inmediato en Jesús al Hijo de Dios, al Rey de Israel. Por ahí anduvo el Espíritu del Padre que, antes que a Simón Pedro, ya le ha revelado a Natanael la divinidad de Jesús, su filiación divina. No se ha equivocado Jesús cuando ha dicho de él que “es un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. San Juan, siempre con su tesis de que los suyos no le recibieron, recuerda y destaca  la presentación hecha por Jesús de Natanael, para contraponer a la cerrazón de los judíos que se niegan a aceptar la divinidad de Jesús, la fe sencilla del buen israelita, conocedor de la Escritura, y el buen sentido del pueblo creyente sin prejuicios. Algo que debemos aprender de Jesús en este caso, es la presentación elogiosa  que hace Jesús de él. Se da una praxis supuestamente piadosa y eclesial que pocas veces reconoce los valores de los otros, dicen que para no fomentar la vanidad, pero yo creo que la motivación es menos gloriosa: la envidia. Si el otro lo oye y se lo cree, nos considerará inferiores. ¡Cuidado, pues!

DATOS ESCASOS DE LOS EVANGELIOS

Es una lástima que los Evangelistas no nos hayan transmitido más noticias del Apóstol Bartolomé. Más, los pocos pero valiosos datos consignados en la Escritura nos permiten conocer su personalidad. Los tres sinópticos se contentan con incluirlo en la lista de "los Doce", presentándolo como el "hijo de Tholmai", que significa Bartolomé, y lo colocan siempre a continuación de su amigo Felipe.

San Juan es ya más explícito y además de su nombre propio -Natanael-, y lugar de nacimiento -Caná-, hace constar algún detalle de su vocación apostólica.

"Al día siguiente determinó Jesús salir para Galilea, y halla a Felipe y le dice: Sígueme. Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le revela: "Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas, le hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret". Y le dijo Natanael: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Y le responde Felipe: "Ven y lo verás". Vio Jesús a Natanael venir hacia sí y dice:: "Ahí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay dolo". Y Natanael: "¿De dónde me conoces?". Respondió Jesús: "Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, yo te vi". Respondió Natanael: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús le dijo: "¿Porqué te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Mayores cosas que éstas verás". "En verdad, en verdad os digo, veréis el cielo abierto y a los ángeles del cielo que suben y bajan sobre el Hijo del hombre"".

Sólo conjeturas podemos hacer de lo qué había sucedido debajo de aquella higuera, que bastó la mención de Jesús, para que el hijo de Tholmai le reconociese inmediatamente como al Hijo de Dios, el rey de Israel. Es y será un secreto para nosotros pero el conocimiento manifestado por Jesús fue suficiente para que corazón generoso de Bartolomé se le entregase sin reservas. En efecto, Natanael era un israelita sin doblez ni engaño. Había preguntado irónicamente a su amigo Felipe: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Y ahora, ante el destello de la sabiduría divina cree, y se da enteramente y en seguida se integró con los otros elegidos para seguir al Maestro. No tardarían sus compañeros en sentir simpatía hacia él, por su veracidad y transparencia, lejos de falsedad y malicia. Junto con ellos seguirá el largo camino de su transformación hasta llegar a ser un verdadero Apóstol.

SEGUIMIENTO

Con los otros Once, y siguiendo a Jesús, recorre pueblos y aldeas, predica a las gentes. Por dos veces es enviado junto con otro compañero a evangelizar los pueblos de Galilea, con poderes de arrojar demonios y realizar milagros. Conoce lo que es la falta de tiempo para comer y dormir.

Pero junto a todas las penalidades convive íntimamente con Jesús, es testigo de sus obras y de su sed insaciable de entregarse. Todo va dejando su huella en aquel corazón abierto a la verdad, y aun cuando pasará momentos de duda terrible al ser testigo de la Pasión y Muerte del Maestro, su fe se mantendrá incólume, y merecerá ser testigo de su resurrección. Bartolomé está allí en el Cenáculo, cuando a través de las puertas cerradas se les aparece a los discípulos Jesús: "La paz sea con vosotros. Yo soy; no temáis. Mirad mis llagas". ¡Qué emoción! ¡Cristo está vivo! Aún le volverá a ver e incluso comerá con él: cuando después de una noche de pesca infructuosa, Jesús se presenta en la ribera del mar de Tiberíades y les dice: "Muchachos, ¿tenéis algo qué comer? Respondieron: "No". Él les dijo: "Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis". La echaron, y no podían arrastrarla por la gran cantidad de peces. Cuando saltaron a tierra, vieron brasas puestas y un pescado asándose, y pan. Y Jesus les dijo "Venid, almorzad". Y toma el pan y se lo reparte y asimismo el pescado".

TESTIGO DE VISTA

Cuando hubieron comido, Bartolomé oyó cómo Jesús confería el primado a Pedro: “Tu eres Pedro. Apacienta mis ovejas”. Y presenció la maravilla de la Ascensión del Señor a los cielos en un medio día delicioso y perfumado. Y la  eclosión de Pentecostés cuando descendió con el fuego de las lenguas la fortaleza y la llama del Espíritu Santo sobre él y todos. Y los Evangelios ya se callan, y ya no conocemos nada más de la historia de Bernabé. Ni sabemos dónde predicó, ni dónde murió. Es legendario que llegara a la India y allí sembrara el Evangelio. También se habla de Mesopotamia, Locoavia, Armenia y el país de los Partos. En Armenia, el rey Astiages lo martirizó con crueldad inaudita por causa de la predicación de la fe. Le arrancaron la piel y le decapitaron.

Como nos suele ocurrir poco debía pensar Natanael, en su primer encuentro con Jesús, las fatigas y penalidades que sufriría por su nombre. Pero al final de su vida debieron parecerle pocas, cuando abrió los ojos a la eternidad para encontrarse definitivamente con el "Hijo de Dios y Rey de Israel".

LA ESPOSA DEL CORDERO

Leemos en el Apocalipsis  21,9) “Ven y te mostraré la novia, la esposa del Cordero”. Aunque el autor sagrado describe la ciudad santa como una ciudad material, hemos de entenderla como una entidad divino-humana glorificada. Se trata de una novia, de una esposa, y la esposa no es un edificio, sino una persona con capacidad de relaciones y expresión de sentimientos. Aquí habríamos de pensar en el texto de la última cena: “Te ruego, Padre, que sean uno, como tú y yo somos uno”. Lo que el ángel le muestra al vidente de Patmos es la consumación de la unidad del Cordero con su esposa la Iglesia, a la cual ha llegado la entera humanidad. Está transfigurada, porque ha sido purificada en la sangre del Cordero. Es la manifestación del amor del Cordero a su esposa, que ha querido purificar con el baño de su sangre. Así es como Dios será todo en todos. Una ciudad santa y envidiable. Todo lo desordenado ha pasado. El primer mundo ha pasado. La ciudad nueva sustituye al viejo mundo. Todo lo que aquí nos hace sufrir y llorar y gemir, ha sido transfigurado. Ya no hay llanto ni dolor. Alegría perpétua, fiesta siempre, porque campea el amor y el amor siempre hace fiesta porque es gozo y paz en el Espíritu Santo. No hay muerte. La muerte ha sido vencida por la muerte del Cordero degollado. Todos se aman. Nadie pasa a la otra acera para no encontrarse con el que está enemistado. Todos son amigos, todos forman parte del mismo Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo. Todos se alegran con la felicidad de todos. Cada uno goza con el bien de cada uno y todos con el de cada uno.A esta unidad y felicidad estamos todos llamados y podemos y debemos vivirla ya aquí, venciendo el pecado que, aún acecha en este mundo, y será imposible en la ciudad celeste. Jesús  constituyó así el grupo de los Doce: Simón Pedro, Santiago Zebedeo y su hermano Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé” (Mc 3,18).  Bartolomé o Natanael, forma parte pues, del grupo de los primeros llamados, Juan Andrés y Pedro. Todos son de Betsaida y pescadores del lago de Genesaret.

Nadie podía pensar  que el Mesías pudiera salir de Nazaret, un pueblo apenas conocido, no así como Belén, que sí es citado por el profeta Miqueas. Para Dios no cuenta ni la progenie humana ni la estirpe topográfica. Su elección sigue parámetros diferentes de los del mundo: Nazaret, Asís, Lourdes, Alsustrel,“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

LOS NOMBRES DE LOS APOSTOLES DEL CORDERO

“El muro tenía doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los Apóstoles del Cordero”. Sigue materializando el vidente la realidad espiritual sobrenatural en muro y cimientos: El significado es que los doce apóstoles, entre ellos San Bartolomé, construyeron la ciudad sobre el diseño y los planos que les dejó Cristo. A su generosidad y sangre, fatigas y desvelos estamos agradecidos, Dios, el Supremo agradecido, que sabe recompensar hasta el vaso de agua, cuanto más la sangre derramada, el primero, pero todos los salvados después, porque gracias a ellos, participamos en la salvación y en la unidad con Dios.

JESÚS MARTI BALLESTER

 

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