DOMINGO 3 DE ADVIENTO   CICLO B

LA ALEGRÍA DE DIOS

 

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         1. Todo hoy son presagios de alegría: "Desbordo de gozo con el Señor" Isaías 61, 1; "Se alegra mi espíritu" Lucas 1, 46 (del salmo); "Estad siempre alegres" Tesalonicenses 5, 16. ¿Por qué tanta alegría?  Nos lo dirá Juan Bautista: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros está uno que no conocéis" Juan 1, 6. El es la causa de tanta alegría. Porque él es el portador de la liberación de todas las esclavitudes, de Israel y de la entera humanidad, del perdón de los pecados, y la causa principal y meritoria de la divinización de los hombres.

 

         2. La liberación de los cautivos y encarcelados, que en el segundo Isaías se refería a los presos de Babilonia, adquiere un sentido nuevo de liberación de las dificultades e injusticias de la vida de después del destierro, en el Tercer Isaías, en el siglo VI a. de C., a quien Dios envía a dar la buena noticia a Israel, a todos los que sufren, a vendar los corazones desgarrados, y levantar el ánimo de los abatidos. Cuarenta y ocho años de destierro y de cautiverio, son muchos años para el pueblo del Señor. El los ha purificado. Pero llega a su término el calvario. Ya llega la misericordia. Es la hora de proclamar el año de gracia del Señor. Y ahora, el profeta, personificando a Sión, a Jerusalén, se alegra con su Dios, porque se ve revestido con un traje de gala, y envuelto con un manto de triunfo, como un novio el día de su boda, como una novia con su traje deslumbrante de belleza y de joyas. Anuncia la libertad mesiánica de los hijos de Dios, otorgada por el primogénito, Jesús, como ha sido prometida a Judá, el primogénito de Yahve, que por tal debe recibir el doble de la herencia que corresponde a sus hermanos: "Por haber sido doblada su vergüenza y haber sido su porción la ignominia y el desprecio, poseerán el doble en su país, y su alegría será eterna". Es el ciento por uno prometido por Jesús, y después la vida eterna. "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia"×

 

         3. Se exalta la inspiración poética del profeta: Israel es como un jardín que hace brotar sus semillas, como la tierra que echa sus brotes. Esa es ya la Iglesia. Así es cada alma que recibe el bautismo, cada hombre que confiesa sus pecados y recibe el perdón en el sacramento. Cada cristiano que recibe la Eucaristía es como un huerto que florece, como una novia vestida con su traje. Y todo por Jesucristo, el "que está en medio de nosotros, sin que nosotros lo conozcamos".

 

         4. Hay distintas maneras de conocer a Jesús: Se le puede conocer de oídas, o de vista fugaz, o de vista permanente; se le puede conocer a fondo: íntimamente. Esa es la cuestión. ¿Cómo conocemos a Cristo? Quizá sólo de oídas. Nos lo han dicho. Le conocemos por la fe. Le hemos tocado. Le conocemos por experiencia, como san Juan. Le conocemos por el sabor. Le hemos comido. ¿Tenemos trato frecuente con él? Cuando los discípulos de Emaús se quedaron solos después de haber caminado con el Resucitado, y de haberle escuchado, de haber conversado con él, confesaron que su corazón ardía mientras les hablaba. Para que cure nuestras heridas, para que caliente nuestra frialdad, hay que hablar con él. Escucharle. Tratar con él. Santa Teresa dice que eso es la oración: "Tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama". Ese trato nos hará fuertes y optimistas, alegres, como quiere san Pablo: "Estad alegres". Y él mismo da la receta de la verdadera alegría: "Sed constantes en la oración". Prolonguemos un poco nuestra acción de gracias de la misa y de la comunión. No cometamos la descortesía de dejarle solo en la sala de visita. Eso no lo hacemos en casa. -Ahí tiene revistas, entreténgase, mientras nosotros nos vamos a charlar con otros amigos, o a nuestras ocupaciones. Es una falta de educación, que impide que el Señor nos conceda sus regalos. "No apaguéis el Espíritu". Está en medio de vosotros y no le conocéis.

 

         5. "Entonces, ¿tú quién eres?" Juan 1, 6. Yo no soy Elías ni el Profeta. Los hombres somos muy inclinados a adornarnos con plumas de pavo real. No seamos jactanciosos, "insolentes, altaneros, soberbios". "Yo no soy", dice Juan. Es El. Él es quien salva. ¿Entonces, tú? Yo la voz. La voz no es más que el soporte de la palabra. La voz no es nada, no dice nada. La que dice es la Palabra. La Palabra que se está encarnando en cada uno de nosotros ahora y hemos de saber oírla y reconocerla, porque ella nos es la que nos salva.  

    

         6. El es el que ha hecho cosas grandes en María. El es el que sigue haciendo cosas grandes en cada hombre que tiene hambre de santidad. "A los hambrientos los colma de bienes". Pero, "a los ricos los despide vacíos" Lucas 1, 46. Ricos son los que confían en sus fuerzas. Los que están satisfechos con la vida mediocre que llevan. Los que no tienen hambre de más justicia y más limpieza y pureza y santidad.

 

         7  Acudamos a María, la pobre de Yavé, para que interceda por nosotros y ensanche nuestro vacío, como el cántaro que dilata la boca para que la llene el agua que salta hasta la vida eterna. El que se acerca a la fuente con un botijo, de apertura pequeña, recogerá menos agua que el cántaro de boca ancha, de sed ardorosa, como la de la cierva que busca la corriente de las aguas.

 

         8  Que el Espíritu que hizo fecunda a María nos purifique de todo pecado y nos llene hoy en la Eucaristía.

 

P. JESUS MARTI BALLESTER

jmartib@planalfa.es