DOMINGO DE PENTECOSTES    CICLO A

 

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CONSTITUCION DE LA ANTIBABEL, LA IGLESIA

 

         1. Al anochecer del día de la resurrección, cuando los discípulos estaban en una casa con las puertas atrancadas, Jesús entró, se puso en medio, y les dijo: "Paz a vosotros". "Como el Padre me ha enviado así os envío Yo. A continuación sopló sobre ellos, y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo". Juan 20, 19. Los Apóstoles, pues, ya recibieron el Espíritu Santo el día de la Resurrección. Jesús los ha estado preparando para este día, y para enviarles a la misión de extender la creación del mundo nuevo, con hombres nuevos. Si el Génesis describe la creación de la vida en el primer hombre soplando en su nariz (Gén2,7), ahora, que comprados por su sangre derramada, son creados los primeros hombres nuevos, libres ya de pecado, y reconstruida la imagen de su semejanza, que el hombre había roto, repite Jesús, autor de la nueva creación, el gesto del soplo, para hacer visible la realidad que está obrando en aquellos hombres elegidos para ser los propagadores de esa nueva vida en el mundo.

 

         2. Durante los años de su formación, para que vencieran la tentación de desertar, les había advertido que "quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es apto para anunciar el reino de los cielos" (Lc 9,62).

 

         3. Lo que Dios comienza no se interrumpe. Por eso Jesús, que ha sido enviado al mundo por el Padre para cumplir su voluntad de redimirlo, envía a sus discípulos al mundo, como continuadores  de su obra apenas comenzada, de transformar y recrear la vida de los hombres. Dios quiere que todos los pueblos de todos los tiempos lleguen al conocimiento de la verdad de que son amados por él.

 

           4. Aparte de la narración del libro de los Hechos, que Lucas recrea con símbolos preexistentes en la tradición: el soplo creador de Dios, que se convierte en viento recio; las llamas del Sinaí, convertidas en lenguas, órganos de la predicación y del anuncio de la buena noticia; el poder de Dios manifestado en la general convocatoria "de judíos de todas las naciones de la tierra", que a la vez anuncian el universo al que tiene que llegar el evangelio, por eso se dice que proceden de más de doce regiones distintas: partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea, Capadocia, de Ponto, de Asia, de Frigia, de Panfilia, de Egipto, de Libia, de Roma, cretenses, y árabes. Aparte, digo, de la narración elaborada, la llegada del Espíritu Santo fue un acontecimiento interior, que cada uno de los reunidos en la casa, experimentó. Fue una experiencia fuerte del Espíritu, que actuaba la presencia de Jesús, siempre presente cuando dos o más están reunidos en su nombre (Mt 18,20).

 

         5. Sería un sentirse aligerados de sus cargas de deficiencias y pecados y rastros de pecados personales. Sería una disposición para la acogida y para la unión fraterna. Sería un deseo de comenzar ya a predicar el evangelio. Sería una caridad inmensa que nunca habían experimentado tanta. Sería un consumirse de amor por el Cristo, un ansia por la fracción del pan, una veneración de la Palabra y un hambre de escucharla y un empeño en dar a conocer lo que ellos estaban sintiendo y viviendo, y una disposición a vencer todas las dificultades y separaciones que les iba a exigir el ir a predicar a todo el mundo. Fue un manifestarse la alegría y el consuelo, con gran emoción. Fué una eclosión de fe, de amor y de esperanza.

 

         6. Y ¿cómo salieron aquellos hombres, apocados y tímidos, al ser impulsados por el Espíritu Santo?. Dios que siempre se ha valido de proyectos humildes, y de hechos pequeños para manifestar su grandeza, demuestra ahora sus maravillas para  decirnos lo que puede hacer su Espíritu en personas dóciles, aunque sean frágiles.        

 

         7. A quienes lo esperan todo de las fuerzas humanas, les parecerá una locura el plan de evangelizar el universo con una docena de pobres hombres. Jesús explicó las parábolas de la levadura en la masa, del grano de mostaza, y del sembrador que siembra su semilla, pero ¿no sería una utopía pensar que estos pobres hombres incultos pudieran poner en pie al mundo entero?

         El Espíritu de Jesús ha transformado a aquellos hombres. Los  ha cambiado: "A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados".

 

         8. La renovación de la faz de la tierra por el Espíritu comienza por el perdón de los pecados. Como para construir un edificio nuevo hay que comenzar por derribar los muros viejos y carcomidos y hay que echar por tierra las ruinas, así el mundo tiene que ser rehecho, recreado desde los cimientos, destruyendo previamente los pecados con el perdón de Dios. Quitado el pecado desaparece su dimensión de conflictividad interhumana y de pretensión de auto salvación, que hubo en la construcción de la torre de Babel (Gén 11,1).

         "Voy a bajar y a confundir su lengua". Es el símbolo de la conflictividad. Mientras hablen una sola lengua los hombres se entenderán, porque la lengua es principio de unión. El pecado introduce el conflicto con Dios y con los hombres entre sí. Eso es Babel.

 

         9. El Espíritu en Pentecostés, hace que los que lo reciben, aunque hablan distintas lenguas, se entiendan en su alabanza a Dios y en la paz con los hermanos: "Congrega en la confesión de una misma fe a los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas" Prefacio.

 

         10. El Espíritu es el principio de la unidad de la Iglesia, que, aunque tiene muchos miembros, la anima un solo espíritu. "Todos hemos bebido de un solo Espíritu" 1 Corintios 12, 3. El nos llena del conocimiento pleno de toda la verdad. El es la fuerza que recrea, que doblega la soberbia de los hombres, que rompe la dureza del corazón, que fortalece su cobardía y les otorga lenguas como espadas, para que prediquen la salvación a toda la tierra.   

         Del costado de Cristo muerto en la cruz manó sangre y agua, bautismo y eucaristía, sacramentos de redención y de nueva creación por el Espíritu Santo. Por El podemos comprender la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo (Ef 3,18).

 

         11. A los que tendemos a encerrarnos en nuestro propio mundo, el Espíritu rompe nuestra estrechez. Por él podemos llegar muy lejos. Por él nosotros, enanos, somos elevados hasta Dios. Por él nuestra superficialidad se interioriza.

 

         12. El 8 de diciembre de 1962, Juan XXIII, en la sesión solemne de clausura de la primera etapa del Concilio, decía que éste sería "el nuevo Pentecostés", que hará que "florezca en la Iglesia su riqueza interior y su extensión a todos los campos de la actividad humana". Y Pablo VI: "El Espíritu está aquí, para iluminar y guiar nuestra obra en provecho de la Iglesia y de la humanidad entera (14 sept de 1964).

         Que se cumpla hoy en nosotros, en esta celebración eucarística.

         ¡Ven, Espíritu Santo, y renueva la faz de la tierra!!

 

P. JESÚS MARTÍ BALLESTER

jmartib@planalfa.es