DOMINGO 12 TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

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NO TENGÁIS MIEDO

 

 

            1. "El Señor está conmigo, como fuerte soldado" Jeremías 20, 10. El profeta Jeremías ha sido elegido y enviado por Dios para anunciar su palabra, por eso sus enemigos le persiguen a muerte, pero él confía en el Señor que le ha enviado y está seguro en medio de sus persecuciones de que Dios lo librará de las manos de los impíos.

            2. Jeremías puede decir con el salmista: "Por tí he aguantado afrentas. Soy un extraño para mis hermanos, porque me devora el celo de tu templo y caen sobre mí las afrentas con que te afrentan" Salmo 68.

            3. También los discípulos de Jesús son enviados a predicar el evangelio y a transmitir lo que ellos han escuchado en su grupo reducido, "de noche y al oído, gritándolo desde la azotea".  Jesús utiliza la imagen que los viernes por la tarde, ofrecía el ministro de la sinagoga que desde el tejado más alto del pueblo tocaba la trompeta para anunciar el día del sábado y su descanso.         Pero, sobre todo, el evangelio ha de ser anunciado encarnado en la propia vida y anunciado boca a boca, como fue anunciado por los primeros cristianos, que convencían por su vida y por su tenacidad en la propagación, en el palacio del emperador, como en los gimnasios y en las tahonas de Roma, o entre los presos en las cárceles.

            4. "No tengáis miedo a los que os pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma" Mateo 10, 26. Sólo debéis tener miedo al pecado que os puede llevar al infierno, separación de Dios, fracaso total, desengaño eterno.

            5. Jeremías ve a Dios como un soldado valeroso que le libra de los enemigos. Jesús anuncia al Padre, que cuida de los pajarillos que se caen del nido, o que mueren por el disparo del cazador.

            La caída del pájaro del nido, o el disparo del cazador entran dentro de los planes de Dios. Si el pájaro muere es para bien, y si vosotros morís, el Padre sacará gloria y bien de vuestra muerte: "Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos". Los cabellos de vuestra cabeza están contados por el Padre. Si no cae un cabello sin que el Padre lo quiera o lo permita, ¡cuánto menos las persecuciones, las enfermedades, la malediciencia, las persecuciones, la buena o mala fama, escapan de la acción de su Providencia!. Si no se mueve la hojita del árbol sin la voluntad de Dios, ¡cuánto menos vuestras vidas de discípulos de Jesús sufrirán menoscabo por vuestra fidelidad en cumplir la misión!

            6. El Señor que nos ha librado de la muerte eterna por la muerte temporal de su Hijo y Hermano nuestro, Jesús, está ahora mismo librándonos y ofreciéndonos su Espíritu de amor y de perdón en el sacramento que vamos a consagrar y a comer para fortalecernos en la extensión del Reino y como semilla vivificante de vida eterna.