DOMINGO 17 TIEMPO ORDINARIO CICLO A

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 EL HALLAZGO DEL TESORO Y DE LA PERLA

LLENAN DE ALEGRÍA

 

         1. El rey Salomón fue a ofrecer mil holocaustos a Gabaón, donde estaba la ermita principal cuando él no había aún edificado el templo de Jerusalén. "El Señor se le apareció en sueños y le dijo: <Pídeme lo que quieras>". Y Salomón pidió sabiduría para gobernar a su pueblo. La petición acertada agradó al Señor y le dio "un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de tí" 1 Reyes 3, 5. "Dios concedió a Salomón una sabiduría e inteligencia extraordinarias y una mente abierta como las playas junto al mar". Dos son las características de la sabiduría de Salomón: se la ha infundido Dios, como fruto de su oración. Lo afirma así el libro de la Sabiduría: "Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza; no le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado es un poco de arena, y junto a ella, la plata vale lo que el barro; la quise más que la salud y la belleza y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables; de todas gocé, porque la sabiduría las trae, aunque yo no sabía que las engendra todas".

 

         2. La sabiduría pedida por Salomón, es el tesoro escondido en un campo y encontrado por un afortunado que no dudó en vender todo lo que tiene para comprarlo y acceder de manera justa al tesoro, "lleno de alegría". Es también la perla fina, lo más precioso que un oriental puede encontrar, y para comprarla vende todo lo que tiene. Nada de lo que tiene puede ser comparado con la perla Mateo 13, 44.

 

         3. El cumplimiento de la voluntad del Señor, la obediencia a sus mandatos, el afán en escuchar la explicación de sus palabras, constituyen la herencia y la porción del hombre bíblico, que ha resuelto guardar las palabras del Señor, que "estima más que miles de monedas de oro y plata, y más que el oro purísimo, porque "iluminan y dan inteligencia a los ignorantes" Salmo 118.

 

         4. Jesús le dirá al joven rico: "Ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; y tú ven y sígueme". Seguir a Cristo es entrar en su Reino y gozar de su amistad. Y eso vale más que todo. Nada se le puede comparar. Paul Claudel, entró en Notre Dame, la catedral de París, en busca de inspiración. Al oír cantar el Magnificat le llegó la inspiración deseada, que no era la que esperaba, y exclamó: "Dios existe y está aquí. Es una persona que me ama y me llama". Había encontrado la perla, el tesoro, la sabiduría.

 

         5. También nosotros hemos encontrado ese tesoro y esa perla. Jesús nos la ha hecho encontrar. Roguemos que seamos expertos en tesoros y en joyas, para ver que Jesús se nos ofrece para obrar en nosotros la liberación, y nuestro Éxodo de Egipto.

 

         Pidamos para todos a la Virgen, Trono de la Sabiduría, que nos dé a conocer mejor su inestimable valor, para que podamos ser testigos de él ante nuestros hermanos, y ante todo el mundo. Si se nos da, como a Salomón, todo nos parecerá pobre en su comparación, deslustrado junto a su luminosidad.

 

         6  Sobre el ara del altar vamos a hacer presente vivo, resucitado e inmortal al amigo fiel, que nos ofrece su cuerpo partido en comida y su sangre derramada en bebida para reconfortar nuestra pobre vida. Prestémosle atención, devoción, amor.

 

P. JESUS MARTI BALLESTER

jmartib@planalfa.es