TIEMPO ORDINARIO CICLO A
SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD
AMOR QUE NO SE AGOTA
1. Quienes han gozado de la experiencia de un padre bueno, como Teresita del Niño Jesús, por poner un ejemplo, tienen un gran camino recorrido para conocer a Dios, "Señor Dios, compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad" Exodo 34, 4. Quienes no hayan gozado tal experiencia tendrán que limpiar su memoria, las huellas de su experiencia, para conocer a Dios-Padre. El papá de Teresita, al morir su esposa, tuvo que convertirse en papá-mamá de la niña de 4 años. Y la ternura del padre, sirvió a la santa para mejor conocer el amor de Dios Padre. Dios Padre y Madre- Dios ternura- Dios Amor.
2. Se da en el mundo mucha importancia a la inteligencia. Sin embargo no es la inteligencia la que nos hace personas, sino la relación. La relación de Dios paterno-filial de amor, es el principio de las Tres Divinas Personas. Pues Dios es tan grande, que su actividad no se agota en una persona, sino en Tres.
3. "Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" Juan 3, 16. Cuando un recién nacido aparece en una familia, al principio siente a su alrededor una ternura y un cariño difusos. Poco a poco va poniendo nombre a esa ternura: papá, mamá, los nombres de sus hermanos. Los creyentes han seguido un camino semejante al del niño. Primero ha sido la ternura difusa. Después Nuestro Hermano mayor Jesús, nos ha sugerido los nombres de las Personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero las palabras se quedan pequeñas cuando han de expresar a Dios. "Se habla de Tres Personas, por decir algo y no quedarse callados" (San Agustín).
4. El Amor inagotable del Padre le lleva a enviarnos a su Hijo al mundo para comunicarnos la vida eterna. No viene el Hijo en misión negativa de "condenar". Sino a cumplir un encargo positivo: que el mundo tenga vida eterna. Los condenados no lo son por voluntad del Padre, sino porque ellos no han dejado actuar al Salvador en su vida. El designio de Dios irrevocable es que todos participen de su vida eterna. No participar de ella es alejarse ellos mismos de la casa del Padre, con gran dolor del Padre, que "tanto amó al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna".
5. Esa vida eterna ha comenzado ya: Dentro de nosotros vive como en un templo, la Santa Trinidad. Estar atentos a su adorable presencia, al estilo de Isabel de la Santísima Trinidad, que les llamaba "mis Tres", es su gloria y nuestra alegría y salvación.
6. Hemos rezado el salmo, pero que nos quede su regusto para toda la semana: "A El gloria y alabanza por los siglos". Profundicemos en la contemplación del Misterio con la luz del Espíritu Santo, y adoremos filialmente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
7. Transportemos hoy ese amor trinitario a la familia, en la que encontramos una imagen de la Trinidad. Si en la familia en vez de reinar el amor domina el egoísmo, ocurre la esterilidad. No se deja paso al hijo del amor. Se llama amor a otra cosa. Porque el amor es siempre crucificante. Comenzando por el Padre que entrega al Hijo a la Cruz, y siguiendo en el Hijo que acepta el cáliz que le ha preparado su Padre. Cuando hay amor alguien tiene que morir, el que ama. El que no ama no quiere morir. Y esto cada día, cada instante. Si amo, lo mejor para tí; si amo he de estar en la cruz.
En un mundo en que sólo se busca el placer y el poder, (el poder porque facilita el placer, ¿no se habla de la erótica del poder?); ¿no es el poder una corona de espinas, que cuando más duele es cuando se la quitan?; pues en este mundo, los cristianos, familia de Dios Amor, tenemos mucho que decir y, sobre todo, que hacer.
8 Prosigamos la celebración eucarística, y avivemos nuestra fe en la presencia de la Santa Trinidad sobre el altar, ya que por la "circuminsesión", donde hay una persona están las Tres, que vienen a trinitizarnos y a cristificarnos, por los frutos del pan eucarístico.
P. JESUS MARTI BALLESTER
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