DOMINGO 21  CICLO A

"TE DARE LAS LLAVES

DEL REINO DE LOS CIELOS"

 

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         1. "Colgaré de su hombro la llave del palacio de David" Isaías 22, 19. En Jerusalén reina Ezequías, casi ocho siglos  antes de Cristo. El rey destituye a Sobná, mayordomo de palacio, "que se labra en lo alto un sepulcro y excaba en la piedra una morada", a quien "el Señor hará dar vueltas y vueltas como un aro, sobre la llanura dilatada". Caído el mayordomo Sobná que extraviaba al pueblo, es ascendido a ocupar su cargo, vestido con su túnica, ceñido con su banda, y adornado con sus mismos poderes, Eliacín, que casi resulta, de no ser por su posterior caída estrepitosa, una profecía mesiánica: "Será un padre para los habitantes de Jerusalén. Colgaré de su hombro la llave de la casa de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá". Su poder será "como el clavo" que sujeta y mantiene tensas las cuerdas de la tienda.

  

         2. "Te daré las llaves del reino de los cielos" Mateo 16, 13. La misma imagen con que Isaías describe el poder de Eliacín en la casa de David, utiliza Jesús para designar la misión de Pedro en su Iglesia. Las mismas palabras que el Señor dice a Eliacín, dice Jesús a Pedro: "lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

         Esta promesa de Jesús siguió a la profesión de fe de Pedro en la divinidad de Jesús: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". La profesión de fe de Pedro es de tan gran calado, que sólo se la ha podido revelar el Padre que está en el cielo. Los hombres, según la respuesta a la pregunta de Cristo, lo más que podían alcanzar es que él era un profeta, grande, todo lo grande que fue Elías, o Jeremías, pero al fin, hombre, como ellos. Los hombres no podían conseguir ir más lejos, ver más en profundidad. Ha de ser obra de la revelación del Padre, aceptada en la obediencia de la fe, ver en Jesús al Hijo de Dios vivo. Del Dios viviente, Creador del cielo y de la tierra, por quien todo late y tiene vida, el Dios del universo, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo ante quien doblo mis rodillas.

 

         3. Comenzó desde entonces una nueva etapa en la formación de los discípulos. Descartado el campo de la sociología del "mesías político-religioso", sobrepasadas las categorías humanas y nacionalistas, una vez que han entrado en el campo de la fe, ya les puede revelar el misterio de la Redención y del Amor, por la humillación, el juicio de los ancianos del pueblo y senadores, la crucifixión y la resurrección al tercer día. El que ha recibido la revelación de que Jesús es el Hijo de Dios es proclamado por él mismo "bienaventurado". "Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre, que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará".

        

         4  Pedro piedra, Pedro portador de las llaves, Pedro, el Vicario de Cristo, con los mismos poderes que él sobre la Iglesia. Jesús conocía la profecía de Isaías, sobre Eliacín. Y la hizo servir para iluminar el ministerio petrino, y para ofrecer la garantía de perennidad y de fruto, de trabajo de salvación, aunque zarandeado y cribado como trigo, con la victoria asegurada. "Porque yo he rogado por tí para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma en la fe a tus hermanos". Pedro, el feliz porque has recibido la revelación de mi identidad de Hijo de Dios.

 

         5. "Porque "el Señor es sublime, y se fija en el humilde" Salmo 137, ha elegido a Pedro; ¿quién tiene necesidad mayor de ser humilde que el que le ha negado? Si Dios ordena todas las cosas para bien de los que han sido llamados según su designio, ¿puede haber un clima mejor para la humildad, que haber ofendido a aquel a quien representa y prolonga, de quien ha recibido el poder de atar y desatar? Y si había de presidir y apacentar corderos y ovejas pecadores, ¿no necesitaba un corazón compasivo y misericordioso, para comprender y perdonar? El que ha experimentado la debilidad en su carne y en su corazón, está más preparado para comprender la debilidad, y estará más lejos de la soberbia, que se engendra, como en Lucifer, más fácilmente en los más encumbrados.

 

         6. Maravillados ante "el abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento de Dios" Romanos 11, 13, sumerjámonos en la contemplación del Misterio de la fe, que estamos preparando con la predicación de la Palabra.

 

P. JESUS MARTI BALLESTER

jmartib@planalfa.es