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DOMINGO 3   A

LA LUZ ESTA LLEGANDO

 

         1. "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"

 

         Después del Bautismo y de su ayuno y oración de Cuarenta días y de la manifestación por Juan del Cordero de Dios, encarcelado Juan, comienza Jesús a predicar. Y es muy significativo que comience a predicar en un país humillado y descreído, como acto profético que anuncia que ha venido en busca de los pecadores.

 

         2. A todos nos gusta la luz, y nos aterra la oscuridad, que es sinónimo de ignorancia; la inteligencia y el conocimiento se expresan por la luz, y así decimos: Tiene muchas luces, o es de cortas luces. La Revelación es luz. Y en todas las religiones, al momento del descubrimiento de la divinidad se le llama: "iluminación". Así podemos comprender a San Mateo que nos dice: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte les brilló una luz" Mateo 4, 12.

 

         3. Esa tierra en sombras de muerte es Galilea, en el Norte, territorio donde se establecieron las tribus de Zabulón y de Neftalí. Y Mateo da la razón: para que se cumpliera lo que había profetizado Isaías: "En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y Neftalí" Isaías 8, 23. Devastados e invadidos por Teglatfalasar, estos territorios habían recibido inmigraciones de gentiles: arameos, itureos, fenicios y griegos.

 

         En tiempo de Cristo vivían allí con los judíos, muchos    gentiles, atraídos por el comercio, sobre todo en las ciudades de Galilea superior. Estas tribus eran humilladas y despreciadas por los mismos judíos, porque su fe judía había sido debilitada por la mixtificación religiosa. Los judíos de Judea consideraban a los galileos como judíos inferiores. Pero el Señor "ensalzó a los humildes". Y allí comenzó a brillar una gran luz.

 

         4. Cuando Juan fue encarcelado, Jesús se retiró a Cafarnaum, al Norte de Palestina y junto a la Galilea de los gentiles. Y entonces comenzó a predicar: "Convertios, porque el Reino de Dios está cerca". El mensaje de Jesús enlaza con el de Juan, con la diferencia de que Juan lo anuncia cerca, y Jesús lo anuncia presente, si nos convertimos. Si le seguimos, El nos curará de nuestras enfermedades y dolencias morales: avaricia, ambición, soberbia. El curará al mundo de todos sus pecados, y el seguimiento de su palabra será la salvación de todos los males de los hombres. Esta es la Buena noticia. Quien acepte a Jesús en su palabra, ya está en él el Reino de Dios.

 

         5. Nuestra conversión tiene esta semana un signo: el de la unidad. A estas alturas del siglo XX, resulta amargo comprobar la separación de los cristianos: Aún resuenan las palabras apelantes a la unidad y a la superación de las discordias, de Pablo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Pedro, yo soy de Apolo, yo soy de Cristo. ¿Está dividido Cristo?" 1 Corintios 1, 10. Es un escándalo que los cristianos estemos separados. Y por eso estamos rezando toda esta semana. Anglicanos, Luteranos, Ortodoxos, Episcopalianos y Católicos. ¿Y los católicos, cómo andamos de unión?: "Que sean todos uno como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo, para que el mundo crea que tu me has enviado".

 

         6. Con la alegría de haber encontrado la luz, recemos con el salmista nuestra confianza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?" Salmo 26.

                                

         7  Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz de la sangre divina nos haga instrumentos de unidad: donde haya odio, pongamos amor, donde haya guerra, sembremos la paz, donde haya separación, unión.

 

P.JESÚS MARTÍ BALLESTER

jmartib@planalfa.es