DOMINGO 30 TIEMPO ORDINARIO CICLO A
DIOS QUIERE QUE TODOS LOS HOMBRES SE SALVEN
AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO
1. "El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación" Salmo 66, 2.
2 "Este es el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia". Porque "Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre", el mejor servicio que podemos hacerle al hombre es ponerlo en contacto con Cristo, para que su luz le descubra su grandeza.
3. "Si tu prójimo grita a mí yo lo escucharé, porque yo soy compasivo" Éxodo 22, 21. ¿Quien más necesitado de nuestra caridad, que el hombre que no ha conocido aún el amor de Cristo?
4 "Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará. Ahora bien: ¿Cómo van a invocarlo si no creen en él?, ¿cómo van a creer si no oyen hablar de él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que proclame?. La fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo" Romanos 10, 9. (De la Misa para la evangelización de los pueblos).
5 El pobre es el lugar cercano en donde se revela el Dios distante, y la ocasión real en que el hombre y el pueblo tienen la oportunidad de responder al mandamiento de la Alianza. La presencia de los necesitados de luz en todo el mundo, es una reclamación que se levanta hacia Dios y que acusa. El pueblo de Dios debe escuchar su grito, porque su grito es la voz de Dios, que manifiesta el hambre y la sed de la verdad del evangelio.
6. "Desde vuestra comunidad, la palabra de Dios ha resonado en todas partes; vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca" Tesalonicenses 1, 5. Este es el testimonio que da Pablo del pueblo de Dios en Tesalónica. Que debe poderse dar también de nosotros, cristianos del siglo XXI, cuando tantos pueblos yacen aún en la oscuridad. Tantos hombres a quienes les falta Cristo, Luz de los pueblos, que tienen tanta necesidad de Padre, para ser hermanos. Tantos pueblos que se odian, se destrozan, víctimas del racismo, egoísmo, ambición, que no se aman. Que no conocen aún el mandamiento del amor.
7. Los escribas y maestros habían derivado de la Ley 613 mandamientos. Desde esta realidad se comprende bien que le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: "¿Cuál es el mandamiento principal?". -Contestó Jesús: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y el primero". La pregunta capciosa está contestada. Se le ha preguntado por el primer mandamiento y contesta también con: "el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" Mateo 22, 34.
8 La novedad de la doctrina de Jesús consiste en unir el Deuteronomio 6,5 y el Levítico 19,18. Todos creemos que sabemos estos dos mandamientos, que en realidad no son más que uno. Parece que ya nos suenan a viejo y gastado. Pero si las meditamos profundamente iremos viendo gradualmente que las conocemos muy poco de verdad. Creemos que amamos a Dios porque rezamos o venimos a misa... Y después ¿cuenta algo Dios en nuestra vida? ¿Sentimos necesidad de adorar a Dios, de amarle, de agradecer todo lo que hemos recibido de El? Y el amor al prójimo: "Señor, ¿cuándo te vimos?", es decir, no te vimos.
9 "Como a ti mismo". Tenemos obligación de amarnos a nosotros mismos y ¡con qué ternura lo cumplimos!. "Amémonos mucho" dice Santa Teresa. Pues así -dice el Señor- hemos de amar a nuestros hermanos. "Lo que no quieras para tí, no lo hagas a nadie".
10 "Lo que hicisteis a uno de estos pequeñuelos a mí me lo hacéis". Todos los hombres estamos destinados a ser copartícipes de la bienaventuranza. Todos hemos sido redimidos por Cristo y hermanados por él como miembros de su Cuerpo místico. Por tanto cuando pisamos el pie de un hermano, pisamos a Cristo. Quizá besamos la cabeza de Cristo, mientras le estamos pisando los pies en algún hermano. El que causa alegría a los hombres, alegra al Señor. Quien los entristece, entristece también al Señor. Una madre goza y sufre más por lo que le hacen a su hijo, que por lo que le hacen a ella. Lo que hacemos al prójimo lo hacemos a Dios. Por eso, "Si alguno dice: amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve". Dios se encuentra en el hombre. Y ésta no es una consideración piadosa, sino el misterio que se proclamará el último día. Ese será el juicio a la tarde de la vida: "A la tarde nos examinarán en el amor" (San Juan de la Cruz).
11 Sigue Jesús revelándonos el grado supremo del amor, el mandamiento nuevo, sólo posible por la acción del Espíritu Santo: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado". Causa vértigo. "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado".
12 En resumen: Nos amamos mucho, y hemos de amar a nuestros hermanos igual. Por tanto, luchar por desterrar la soberbia, la dureza, la susceptibilidad, las murmuraciones, las injusticias, las antipatías, las mezquindades. Esforzarse por practicar la justicia, la amabilidad, la dulzura, la mansedumbre, la generosidad. "El amor es paciente, es afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se irrita ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, sino con la verdad. Disculpa siempre, espera siempre, se fía siempre, aguanta siempre".
13 Hemos de amar a nuestros hermanos como a Cristo. Jesús no ha amado hasta entregarse por nosotros y hemos de amar así a nuestros hermanos: "como yo os he amado".
14. Pidamos de un modo especial hoy: ¡Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben! Salmo 66 (De la misa para la Evangelización de los pueblos).
P. JESUS MARTI BALLESTER
jmartib@planalfa.es