AÑO DE LA DIVINA MISERICORDIA
Santa Faustina Kowalska, Apóstol de la Divina Misericordia
Por Jesús Martí Ballester
Sor Faustina nació en el año 1905
en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la
familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración,
laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación
escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar
para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20
años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la
Misericordia, donde profesó como Sor María Faustina. Vivió 13 años
cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente
ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de
su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en
consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar
a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los
años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del
sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
LA MISIÓN DE SOR FAUSTINA
Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
SU dIARIO
Sor María Faustina manifestó su
misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los
confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió
todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio‹
dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo
que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que
leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor
para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el
misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino
también a científicos que descubren en ella un frente más para sus
investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas, por citar
algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso,
húngaro, checo y eslovaco.
GLORIFICACIÓN
El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos.
El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.
SALIDA DE JUAN PABLO II A LA MORADA CELESTIAL
Al comenzar a escribir la homilía del Segundo Domingo de Pascua y recitar las primeras vísperas de la Divina Misericordia, en la tarde amarga del sábado, y prolongarse la agonía, con la angustia con que vivimos estas largas horas atentos a las noticias, pienso que va a prevalecer la Misericordia a la promesa de la Virgen. Pero, ¡maravillas de la Virgen con su hijo fiel y querido, “Totus tuus”!, Dios anuda en caricia maternal y signo de predestinación, la promesa de la Virgen del Carmen y la fiesta de la Misericordia, instaurada por Juan Pablo II, que de joven conoció, trató y comprendió a Faustina Kowalska, hoy Santa Faustina, canonizada por él, cuando, no sólo era incomprendida, sino aislada, perseguida y humillada.
JUAN PABLO II INFLUENCIADO POR SOR FAUSTINA
Las revelaciones a Santa Faustina sobre la Divina Misericordia, marcaron tanto como San Juan de la Cruz y Santa Teresa al jovencísimo Karol Wojtyla. Según el Papa no se puede comprender al hombre sino desde Cristo, “Cristo revela el hombre al hombre”. Sor Faustina había escrito en su diario, en mayo de 1938: “Cuando estuve rezando por Polonia, yo oí estas palabras: ‘He amado a Polonia de modo especial y si obedece mi voluntad, la enalteceré en poder y en santidad. De ella saldrá una chispa que preparará el mundo para mi última venida’. Ni Faustina ni Karol comprendían que esas palabras misteriosas le profetizaban como Papa. El joven Wojtyla comprendió a Faustina porque se esforzaba por aprender y conocer a Cristo. Los que no comprenden a Juan Pablo ahí pueden encontrar la razón de su incomprensión. En una rueda de prensa televisada donde alguien confiesa negar que el sufrimiento y el dolor sea cristiano, se quedó sin palabras cuando uno de los contertulios le citó el capítulo 52 de Isaías. Lo que había sido el Padre De la Colombiere para Santa Margarita en Paray –le-Monial, será el Cardenal y Papa Wojtyla para Sor Faustina.
JUAN PABLO II SALVADOR PROVIDENCIAL DE SOR FAUSTINA
Entre los años 1959 y 1978, las revelaciones de Sor Faustina, que habían sido mal traducidas, permanecieron prohibidas por el Santo Oficio y la Congregación de la Fe. Nombrado Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla, ordenó el estudio teológico de los documentos originales del diario de Sor Faustina, estudio que duró diez años, al padre Ignacy Rózycki, antiguo profesor de Karol Wojtyla, y director de su tesis sobre Max Scheler.
Resultado del estudio fue que el 15 de abril de 1978, la Santa Sede autorizó las revelaciones. Había sido fruto de la intervención del entonces Cardenal de Cracovia, Karol Wojtyla, tan sólo seis meses antes de ser elegido Papa Juan Pablo II.
ESTE MENSAJE MI VOCACION ESPECIAL…DIJO JUAN PABLO II
Tres años después, el 22 de septiembre de 1981, el Papa Juan Pablo II dijo en el Santuario del Amor Misericordioso, en Collevalenza, Italia: “Desde el principio de mi Pontificado he considerado este mensaje como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado". El 30 de abril del año 2000, al canonizar a la beata Sor María Faustina Kowalska, el Papa Juan Pablo II concluyó un proceso que él mismo había iniciado en 1965, como joven Arzobispo de Cracovia. El fue, quien, en 1967, ya Cardenal, clausuró el proceso informativo diocesano, y en 1993, ya como Papa, Juan Pablo II, la beatificó y la canonizó. Como Jesús, debió soportar no sólo los ultrajes de los romanos sino también la traición y el abandono de los suyos,muchos profetas, santos y místicos de diversas épocas tuvieron que afrontar los ataques, persecuciones y el hostigamiento de amigos, compañeros, hermanos y superiores, aun dentro de la misma Iglesia.
PASIÓN DE SOR FAUSTINA
Dios reveló anticipadamente a Santa Faustina todo lo que tendría que sufrir como “Secretaria y Apóstol de la Divina Misericordia", por acusaciones falsas, pérdida de credibilidad y el sufrimiento físico por los dolores de la Pasión de Cristo que, durante la Cuaresma de 1933, experimentó invisiblemente, dato conocido únicamente por su confesor y relatado en sus escritos: “Un día durante la oración, vi una gran luz y de esta luz salían rayos que me envolvían completamente. De pronto sentí un dolor muy agudo en mis manos, en mis pies, y en mi costado, y sentí el dolor de la corona de espinas". Todo fue causa de desconfianza, burla y desprecio de su congregación y de algunas autoridades de la Iglesia: “Al darme cuenta de que no obtenía ninguna tranquilidad de las Superioras, decidí no hablar más de esas cosas interiores. “Durante mucho tiempo fui considerada como poseída por el espíritu maligno y me miraban con lástima, y la Superiora tomó precauciones respecto a mí. Llegaba a mis oídos que las hermanas me miraban como si yo fuera así". “Hasta aquí se pudo soportar todo. Pero cuando el Señor me pidió que pintara esta imagen, entonces, de verdad, empezaron a hablar y a mirarme como a una histérica y una exaltada, y eso empezó a propagarse aún más. Una de las hermanas vino para hablar conmigo en privado. Y se puso a compadecerme" (Diario 125). “Un día, una de las Madres se enojó tanto conmigo y me humilló tanto, que pensé que no lo soportaría. Me dijo: Extravagante, histérica, visionaria, vete de mi habitación, no quiero conocerte. Todo lo que pudo cayó sobre mi cabeza" (Diario 129) “Una vez, me llamó una de las Madres de mayor edad y de un cielo sereno empezaron a caer truenos de fuego, de tal modo que ni siquiera sabía de qué se trataba. Me dijo: ‘Quítese de la cabeza, hermana, que el Señor Jesús trate con usted tan familiarmente, con una persona tan mísera, tan imperfecta. El Señor Jesús trata solamente con las almas santas, recuérdelo bien' " (Diario133). Se la condenó a una especie de cautiverio, para mantener a la religiosa en constante vigilancia y observación.
“Veo que soy vigilada en todas partes como un ladrón: en la capilla, cuando hago mis deberes, en la celda. Ahora sé que además de la presencia de Dios tengo siempre la presencia humana; a veces esta presencia humana me molesta mucho. Hubo momentos en que reflexionaba si desvestirme o no para lavarme. De verdad, mi pobre cama también fue controlada muchas veces. Una hermana me dijo que cada noche me miraba en la celda.” (Diario128).
ENCICLICA “DIVES IN MISERICORDIA”
Cuando Juan Pablo II empezó a escribi r”Redemptor hominis”, no concebía su primera encíclica como panel inicial de un tríptico trinitario, como una reflexión sobre el misterio de la Santísima Trinidad. Su gran impulso era que el humanismo centrado en Cristo fuera el tema conductor de su pontificado, y así quiso anunciarlo a la Iglesia y al mundo. La Reflexión sobre la dignidad de la persona humana redimida por Cristo le condujo a la meditación del Dios, Rico en Misericordia, que ha enviado a su Hijo como Redentor de los hombres; y al Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo para proseguir la obra redentora y santificadora de Cristo resucitado. Con lo que el crecimiento lógico de la “Redemptor Hominis” dio origen a dos encíclicas más, “Dives in misericordia”, sobre Dios Padre, y a la “Dominum et vivificantem”, sobre Dios Espíritu Santo. La “Dives in misericordia”, la encíclica de mayor intensidad teológica entre todas las de Juan Pablo, refleja dos dimensiones personales de su vida espiritual. Kracovia había sido elegida para renovar la teología católica sobre la misericordia de Dios, conducente a la renovación de la vida espiritual.
¡ABRID LAS PUERTAS A CRISTO!
La Divina Misericordia del Padre, que envió al Redentor del hombre al mundo para renovarlo por el Espíritu Santo, Dominum et Vivificantem, y regaló a la Iglesia para la humanidad a un Papa grande y humilde, padre y misericordioso, le puso en los labios las conocidas frases con que abrió su servicio pontifical: ¡”No tengáis miedo”! ¡Abrid las puertas a Cristo de par en par”! Eran las mismas expresiones que dirigía Jesús a Santa Faustina Kowalska.
AQUEL DOS DE ABRIL
Ayer, 2 de abril, sábado carmelitano y de Fátima, habrá abierto las puertas de su Corazón y el de María para dar el descanso y los consuelos del cielo, a su fiel apóstol, a su hijo Juan Pablo II, y le habrá limpiado el polvo de sus sandalias que llevaba de todos los caminos de la tierra, de donde no sólo recibió gratitud y consuelos, sino también contradicción de personas interesadas a veces, o incapaces de medir y calibrar la grandeza de un gigante. No le han podido comprender porque le han mirado con ojos de tierra y no con los de Cristo. Con esos ojos, sí, le ha mirado el pueblo sencillo, que le ha tributado una apoteosis gloriosa y colosal y universal: Los infatuados recalcitrantes, los que morirán con su pecado de soberbia, los que se han erigido en maestros sin competencia, los que le quisieron bajar de la cruz, los que le aplicaron baremos que se rompen ante su grandiosa talla, barbotan: - “Maestro, hazlos callar!!”.-
“HAZLOS CALLAR”
“¿No sabéis que de los labios de los pequeños brota la alabanza”?- “Si ellos callan, hablarán las piedras”. Y los jóvenes son los últimos que le han aclamado en la plaza de San Pedro, y en la de Colón… Los jóvenes, los que tienen una nata intuición para discernir entre los hipócritas y los auténticos y coherentes, ellos son los que más huérfanos sa han sentido. Y ellos han merecido las últimas palabras del coloso agonizante: “Os he buscado y habéis venido”. “Por eso os doy las gracias”. Cansado llega, Señor, déjalo ya descansar!
EL PRIMER CONGRESO MUNDIAL DE LA MISERICORDIA
Se abrirá en el tercer aniversario de la muerte de Papa Juan Pablo II, el próximo año, ha anunciado el arzobispo de Viena. El cardenal Christoph Schönborn reveló que este encuentro se celebrará del 2 al 6 de abril de 2008, en el aula Pablo VI del Vaticano. La fecha ha sido elegida en función del aniversario de la muerte de Juan Pablo II, pues la llamada a convertirse en «testigos» de la Misericordia fue el mensaje esencial del fallecido pontífice. El cardenal Schönborn repitió las palabras pronunciadas por el Papa con motivo de la consagración del Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Lagiewniki en el 2002: «No hay otro manantial de esperanza parar la humanidad, sino la misericordia de Dios».
LA CANONIZACION DE SOR FAUSTINA
En Lagiewniki se encuentra el monasterio de
la mística santa Faustina Kowalska, 1905-1938. Juan Pablo II la canonizó el 30
de abril de 2000 y anunció que «en todo el mundo, el Segundo Domingo de Pascua
sería llamado Domingo de la Divina Misericordia». «Muchos creyentes han acogido
como una señal del Dios el hecho que Juan Pablo II muriera en la Víspera del
Domingo de la Divina Misericordia». En el encuentro participarán judíos,
musulmanes y budistas: «El Congreso será un puente hacia las otras religiones,
pero también hacia los agnósticos y los ateos». El Cardenal Schönborn ha
añadido que la Iglesia es criticada por su «estrechez doctrinal» y su «rigidez
moral», por eso, consideró que este congreso puede ser un «estímulo muy
radical» para redescubrir «el corazón del Evangelio, o sea la Misericordia». El
Padre Patrice Chocholski, secretario general del Congreso, dijo que el objetivo
del acontecimiento es difundir el mensaje de la Misericordia al más gran número
de personas, «ya que la misericordia puede transformar el mundo». Muchas otras
iglesias cristianas y comunidades religiosas, incluidos a los representantes
del budismo y del hinduismo, han manifestado su interés por el Congreso. El
Patriarca Alejo II de la Iglesia rusa ortodoxa se ha mostrado entusiasta.
DIVINA MISERICORDIA
Al comenzar a escribir la homilía del Segundo Domingo de Pascua y recitar las primeras vísperas de la Divina Misericordia, en la tarde amarga del sábado, y prolongarse la agonía, con la angustia con que vivimos estas largas horas atentos a las noticias, pienso que va a prevalecer la Misericordia a la promesa de la Virgen. Pero, ¡maravillas de la Virgen con su hijo fiel y querido, “Totus tuus”, Dios anuda en caricia maternal y signo de predestinación, la promesa de la Virgen del Carmen y la fiesta de la Misericordia, instaurada por Juan Pablo II, que de joven conoció, trató y comprendió a Faustina Kowadska, hoy Santa Faustina, canonizada por él, cuando, no sólo era incomprendida, sino aislada, perseguida y humillada.
Las revelaciones a Santa Faustina
sobre la Divina Misericordia, marcaron tanto como San Juan de la Cruz y Santa
Teresa al jovencísimo Karol Wojtyla. Según el Papa no se puede comprender al
hombre sino desde Cristo, “Cristo revela el hombre al hombre”. Sor Faustina
había escrito en su diario, en mayo de 1938: “Cuando estuve rezando por
Polonia, yo oí estas palabras: ‘He amado a Polonia de modo especial y si
obedece mi voluntad, la enalteceré en poder y en santidad. De ella saldrá una
chispa que preparará el mundo para mi última venida’. Ni Faustina ni Karol
comprendían que esas palabras misteriosas le profetizaban como Papa. El joven
Wojtyla comprendió a Faustina porque se esforzaba por aprender y conocer a
Cristo. Los que no comprenden a Juan Pablo ahí pueden encontrar la razón de su
incomprensión. En una rueda de prensa televisada donde alguien confiesa negar
que el sufrimiento y el dolor sean cristianos, se quedó sin palabras cuando uno
de los contertulios le citó el capítulo 52 de Isaías. Lo que había sido el
Padre De la Colombiere para Santa Margarita en Paray –le-Monial, será el
Cardenal y Papa Wojtyla para Sor Faustina.
MÁS SOBRE SOR FAUSTINA
Entre los años 1959 y 1978, las revelaciones de Sor Faustina, que habían sido mal traducidas, permanecieron prohibidas por el Santo Oficio y la Congregación de la Fe. Nombrado Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla, ordenó el estudio teológico de los documentos originales del diario de Sor Faustina, estudio que duró diez años, al padre Ignacy Rózycki, antiguo profesor de Karol Wojtyla, y director de su tesis sobre Max Scheler. Resultado del estudio fue que el 15 de abril de 1978, la Santa Sede autorizó las revelaciones. Había sido fruto de la intervención del entonces Cardenal de Cracovia, Karol Wojtyla, tan sólo seis meses antes de ser elegido Papa Juan Pablo II. Tres años después, el 22 de septiembre de 1981, el Papa Juan Pablo II dijo en el Santuario del Amor Misericordioso, en Collevalenza, Italia: “Desde el principio de mi Pontificado he considerado este mensaje como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado".
El 30 de abril del año 2000, al canonizar a la beata Sor María Faustina Kowalska, el Papa Juan Pablo II concluyó un proceso que él mismo había iniciado en 1965, como joven Arzobispo de Kracovia. El fue, el que, en 1967, ya nombrado Cardenal, clausuró el proceso informativo diocesano, y en 1993, ya como Papa Juan Pablo II, la beatificó y la canonizó. Como Jesús debió soportar no sólo los ultrajes de los romanos sino también la traición y el abandono de los suyos, muchos profetas, santos y místicos de diversas épocas tuvieron que afrontar los ataques, persecuciones y el hostigamiento de amigos, compañeros, hermanos y superiores, aun dentro de la misma Iglesia. Dios reveló anticipadamente a Santa Faustina todo lo que tendría que sufrir como “Secretaria y Apóstol de la Divina Misericordia", por acusaciones falsas, pérdida de credibilidad y el sufrimiento físico por los dolores de la Pasión de Cristo que, durante la Cuaresma de 1933, experimentó invisiblemente, dato conocido únicamente por su confesor y relatado en sus escritos: “Un día durante la oración, vi una gran luz y de esta luz salían rayos que me envolvían completamente. De pronto sentí un dolor muy agudo en mis manos, en mis pies, y en mi costado, y sentí el dolor de la corona de espinas”.
Todo fue causa de desconfianza,
burla y desprecio de su congregación y de algunas autoridades de la Iglesia:
“Al darme cuenta de que no obtenía ninguna tranquilidad de las Superioras,
decidí no hablar más de esas cosas interiores. “Durante mucho tiempo fui
considerada como poseída por el espíritu maligno y me miraban con lástima, y la
Superiora tomó precauciones respecto a mí. Llegaba a mis oídos que las hermanas
me miraban como si yo fuera así". “Hasta aquí se pudo soportar todo. Pero
cuando el Señor me pidió que pintara esta imagen, entonces, de verdad,
empezaron a hablar y a mirarme como a una histérica y una exaltada, y eso
empezó a propagarse aún más. Una de las hermanas vino para hablar conmigo en
privado. Y se puso a compadecerme" (Diario 125).
“Un día, una de las Madres se enojó tanto conmigo y me humilló tanto, que pensé que no lo soportaría. Me dijo: Extravagante, histérica, visionaria, vete de mi habitación, no quiero conocerte. Todo lo que pudo cayó sobre mi cabeza" (Diario 129) “Una vez, me llamó una de las Madres de mayor edad y de un cielo sereno empezaron a caer truenos de fuego, de tal modo que ni siquiera sabía de qué se trataba. Me dijo: ‘Quítese de la cabeza, hermana, que el Señor Jesús trate con usted tan familiarmente, con una persona tan mísera, tan imperfecta. El Señor Jesús trata solamente con las almas santas, recuérdelo bien' " (Diario133). Se la condenó a una especie de cautiverio, para mantener a la religiosa en constante vigilancia y observación.
“Veo que soy vigilada en todas partes como un ladrón: en la capilla, cuando hago mis deberes, en la celda. Ahora sé que además de la presencia de Dios tengo siempre la presencia humana; a veces esta presencia humana me molesta mucho. Hubo momentos en que reflexionaba si desvestirme o no para lavarme. De verdad, mi pobre cama también fue controlada muchas veces. Una hermana me dijo que cada noche me miraba en la celda." (Diario128).
REDEMPTOR HOMINIS
Cuando Juan Pablo II empezó a escribir Redemptor hominis, no concebía su primera encíclica como panel inicial de un tríptico trinitario, como una reflexión sobre el misterio de la Santísima Trinidad. Su gran impulso era que el humanismo centrado en Cristo fuera el tema conductor de su pontificado, y así quiso anunciarlo a la Iglesia y al mundo. La Reflexión sobre la dignidad de la persona humana redimida por Cristo le condujo a la meditación del Dios, Rico en Misericordia, que ha enviado a su Hijo como Redentor de los hombres; y al Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo para proseguir la obra redentora y santificadora de Cristo resucitado. Con lo que el crecimiento lógico de la Redemptor Hominis dio origen a dos encíclicas más, Dives in misericordia, sobre Dios Padre, y a la Dominum et vivificantem, sobre Dios Espíritu Santo. La Dives in misericordia, la encíclica de mayor intensidad teológica entre todas las de Juan Pablo, refleja dos dimensiones personales de su vida espiritual. Kracovia había sido elegida para renovar la teología católica sobre la misericordia de Dios, conducente a la renovación de la vida espiritual.
La Divina Misericordia del Padre, que envió al Redentor del hombre al mundo para renovarlo por el Espíritu Santo, Dominum et Vivificantem, y regaló a la Iglesia para la humanidad a un Papa grande y humilde, padre y misericordioso, le puso en los labios las conocidas frases con que abrió su servicio pontifical: ¡”No tengáis miedo”! ¡Abrid las puertas a Cristo de par en par”! Eran las mismas expresiones que dirigía a Santa Faustina Kowaska.
El 2 de abril, sábado carmelitano y de Fátima, habrá abierto las puertas de su Corazón y el de María para dar el descanso y los consuelos del cielo, a su fiel apóstol, a su hijo Juan Pablo II, y le habrá limpiado el polvo de sus sandalias que llevaba de todos los caminos de la tierra, de donde no sólo recibió gratitud y consuelos, sino también contradicción de personas interesadas a veces, o incapaces de medir y calibrar la grandeza de un gigante. No le han podido comprender porque le han mirado con ojos de tierra y no con los de Cristo. Con esos ojos, sí, le ha mirado el pueblo sencillo, que le está tributando una apoteosis gloriosa y colosal y universal: Los infatuados recalcitrantes, los que morirán con su pecado de soberbia, los que se han erigido en maestros sin competencia, los que le quisieron bajar de la cruz, los que le aplicaron baremos que se rompen ante su magna talla, barbotan: - “¡Maestro, hazlos callar!”.- “¿No sabéis que de los labios de los pequeños brota la alabanza”?- “Si ellos callan, hablarán las piedras”. Y los jóvenes son los últimos que le han aclamado en la plaza de San Pedro, y en la de Colón… Los jóvenes, los que tienen una nata intuición para discernir entre los hipócritas y los auténticos y coherentes, ellos son los que más huérfanos se sienten. Y ellos han merecido las últimas palabras del coloso agonizante: “Os he buscado y habéis venido”. “Por eso os doy las gracias”. Cansado llega, Señor, ¡déjalo ya descansar!
SAN JUAN DE LA CRUZ
Apenas se ha despertado de la anestesia. Sale de la nube y dice con un gesto que quiere escribir. “¿Qué me han hecho?”. Así preguntó San Juan de la Cruz al cirujano que le había abierto la pierna en vivo: “¿Qué me ha hecho, señor Licenciado?”- Y a continuación ha escrito: “Totus tuus”. ¿En qué suelo vital arraigan las raíces de un hombre que ha cambiado la historia de Europa, que ha determinado el rumbo de la Iglesia católica durante más de veinticinco años y se ha convertido en una referencia moral para millones de hombres de toda cultura, religión y geografía? ¿De qué fuentes originales ha bebido y en qué manantiales se ha seguido abrevando hasta estos últimos días en los que el dolor y el resuello le agotan hasta el borde del abismo?, se pregunta Olegario González de Cardedal, refiriéndose a la totalidad de su persona. Y apunta sus fuentes: familia religiosa, arraigo en su amor, influencia de San Juan de la Cruz y Max Scheller, de De Lubac y Von Balthasar.
Se comprende que cuando los historiadores o biógrafos o articulistas de periódicos relaten sus orígenes, desconozcan un dato imprescindible, pero los teólogos no pueden ni deben omitirlo, ya que el mismo Juan Pablo lo expresa rotundamente cuando habla del origen de su vocación sacerdotal en “Don y misterio”. En ese libro escrito con motivo de sus Bodas de Oro sacerdotales, nos da una pista inconmensurable, que es el manantial donde nace toda su epopeya apostólica. Allí descubre su dimensión mariana, originada y crecida en la atmósfera familiar, en el ambiente parroquial de Wadowice, en el convento carmelitano y sumergido en el ambiente popular de Cracovia y de Polonia, en cuya dimensión mariana creció, y afortunado a la vez, con la amistad de San Maximiliano Kolbe, del cardenal Wyszynski y del Padre Francisco Blachnicki, prisionero de los nazis y de los soviéticos y Fundador del Movimiento “Luce-Vita.
A los diez años le visten los carmelitas el escapulario del Carmen, los salesianos en Cracovia, lo cuentan entre las filas del "Rosario vivo” vinculado a la devoción a María Auxiliadora. Y Tyranowski, el sastre místico, le introduce en el estudio de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, donde nace su vocación sacerdotal, en la que por sus estudios y reflexión comprenderá más a fondo la devoción a la Madre de Dios. "Ya estaba convencido - escribe - de que María nos conduce a Jesús, pero en este periodo comencé a comprender que también Jesús nos conduce a su Madre. “Hubo un momento en que en cierto sentido puse en tela de juicio mi devoción mariana por considerar que sobrepasaba exageradamente mi veneración por Cristo mismo".
SAN LUIS MARIA GRIGNON DE MONFORT
Exactamente en ese momento le llega la insuperable ayuda que le proporciona el “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María” de San Luis Maria Grignon de Monfort. “A decir la verdad, el tratado en sí, escribe, puede sorprender a algunos con su exagerado estilo barroco, pero su contenido es precioso, porque proporciona al lector la conciencia de que la mariología está fundada en el Misterio Trinitario y en la verdad de la Encarnación de la Palabra. "Comprendí entonces por qué la Iglesia recita el Ángelus tres veces al día. Entendí por qué las palabras de esta oración eran cruciales. Expresan el núcleo del suceso más grande de la historia de la humanidad”. El lema episcopal y papal de Karol Wojtyla, Totus Tuus, está radicado en la mariología de San Luis María Grignon de Monfort y constituye la abreviación de la fórmula entera de la consagración, que dice “Totus Tuus ego sum et omnia mea tua sunt”, “Soy todo Tuyo y todo lo mío es Tuyo”.
EL SECRETO DE LA FUERZA DE SAN JUAN PABLO II MAGNO
“Totus tuus”. Lo lleva en el tuétano. Es su lema personal. Su lema pontifical. Su vida. La que recorre todo su pontificado pastoral. Su entrega total a la Madre de Cristo. Ese “Totus tuus” expresa la dimensión mariana de su vida personal, de su acción sacerdotal y pontifical. Sólo quien se asome a esa espiritualidad dejará de sorprenderse ante la vida y la obra de Juan Pablo; así como será incapaz de comprender nada de su vida íntima quien no tenga sensibilidad y capacidad para entender este embrión fecundo de su fe y de su entrega a María, que bebió en Polonia y reforzó en las lecturas nocturnas de Grignon de Monfort, bajo la tenue luz en la planta química Solvay y que, como Pontífice ha expresado en su Encíclica: “Redemptoris Mater” de 1987 y en la Carta apostólica “Mulieris dignitatem”, en el año mariano 1988. Ambos documentos explicitan la doctrina de la “Lumen Gentium”. Dice San Ambrosio que María es tipo de la iglesia, “typus Ecclesiae”. Como la vocación que une a María con la Iglesia es la maternidad, porque las dos son Madres, entregarse a María es entregarse a la Iglesia, y entregarse a la Iglesia es entregarse a Dios. Así se entiende con luz nueva el lema pontifical de Juan Pablo II, que es el mismo del Obispo joven de Cracovia: “Totus Tuus Mariae”, porque el “Totus Tuus Mariae” equivale a “Totus Tuus Ecclesiae”, y en consecuencia a “Totus Tuus Deo”. Esa es la revelación de la raíz de sus 26 años de pontificado como testigo y maestro de su entrega a Dios con María.
LA CONSAGRACIÓN A MARÍA DE SAN LUIS Mª GRIGNON DE MONFORT
En su obra Tratado de le verdadera Devoción a la Santísima Virgen, leemos: “Nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con Jesucristo. Esta consagración es como una renovación de las promesas del Bautismo en las manos de María.
Consagrarse es entregarse enteramente a la Santísima Virgen. Sólo aquél a quien el Espíritu Santo revele este secreto, será conducido a tal estado, para progresar de virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta la transformación en Jesucristo y a la plenitud de su perfección sobre la tierra y de su gloria en el cielo y ser todo de Jesucristo por medio de María. Es menester entregarle nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; nuestra alma con todas sus potencias; nuestros bienes exteriores, nuestra fortuna presente y futura; nuestros bienes interiores y espirituales, méritos, virtudes y buenas obras pasadas, presentes y futuras; todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en el futuro de la gracia y de la gloria, sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni un cabello, ni la obra más pequeña, por toda la eternidad, sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda, que pertenecer a Jesucristo por María y en María, aunque ella no fuera, la más liberal y reconocida de las criaturas”.
INMACULADA DE LA MISERICORDIA
Tengo un jardín primoroso
y en él una Virgen bella
y arracímanse a sus plantas un manojo
de olorosas azucenas.
Tengo un jardín...
¿ Por qué será que florece
en diciembre mi jardín?
Rosas y nieve.
Nieve y rosas...
y jazmín...
y la brasa del clavel
es manchón de roja sangre
en la nieve deslumbrante.
En mi jardín.
¿ Por qué será que florece
en diciembre mi jardín?
Dímelo, diciembre pálido,
con ritornello de salmo
y aroma de taronjil.
¿ Por qué será que florece
en diciembre mi jardín?
Azucenas y azucenas.
Rosas blancas...
estrellas... estrellas...
¡Oh!, ¡cuántas estrellas!
Un Arcángel… unas palabras...
campanitas de cristal en la ventana;
y en un búcaro una rosa;
y en sus pétalos escrito: ¡Inmaculada !
En los cielos más azules
los querubes tocan flautas.
P.
Jesús Martí
Ballester
LA CONSAGRACION A MARIA SEGÚN SAN JUAN PABLO II
Consagrarse a María, significa acoger su ayuda, para consagrar el mundo, el hombre, todos los pueblos y la humanidad al que es infinitamente santo. Juan Pablo II ofrece el testimonio de que la consagración a María significa hacerla entrar en la propia vida espiritual. Ello conduce a la comunión de las personas, nos introduce en la profunda relación interpersonal con la Madre del Señor Madre de la misericordia. Como testimonio de este principio, Juan Pablo II, le ha consagrado la Iglesia, todos los países y todos los pueblos, en el umbral del tercer milenio del cristianismo. Incluyendo a todos los que han creído en Jesucristo reconociendo en él su signo conductor en el viaje de la historia y a toda la humanidad, incluso a los que aún buscan a Cristo, Señor de la Misericordia.
EN JASNA GORA
El 17 de junio de 1999, en el umbral del tercer milenio en Jasna Góra dijo: “Madre de la Iglesia, Virgen Auxiliadora, en la humildad de la fe de Pedro te presento a toda la Iglesia, a todos los continentes, los países y los pueblos que han creído en Jesucristo y lo han reconocido como conductor en el camino de la historia. Te presento a ti, Madre, a toda la humanidad, también a los que aún buscan el camino hacia Cristo. Sé su guía y ayúdales a abrirse a Dios que viene. Te presento a los pueblos del Este y del Oeste, del Norte y del Sur, y a tu materna solicitud consagro a todas las familias de los pueblos. Madre de la fe, de la Iglesia, así como en el cenáculo de Jerusalén rezabas con los Apóstoles de Cristo, permanece con nosotros hoy en el cenáculo de la Iglesia, al final de este segundo milenio de la fe y suplica para nosotros la gracia de la apertura al don del Espíritu Santo”.
MARÍA MADRE DE LA MISERICORDIA AL PIE DE LA CRUZ
La presencia de María al pie de la cruz testimonia su fe estable, en las promesas de Dios, que ha presentido en el día de la Anunciación. Cuando Jesús entrega a Juan su Madre nos dice cómo Dios se entrega a los hombres y cómo los hombres nos hemos de entregar a Dios por María, figura de la Iglesia, en la cual y por la cual María desempeñará el papel de madre. Juan, la Iglesia, la acogió, y confió en Ella. La entrega de la Iglesia a María es, por tanto, una consecuencia de la obra de redención realizada por Dios en Cristo. Es decir, es una consagración a Dios según el ejemplo de María.
El itinerario de la oración de Karol Wojtyla en su infancia, en su adolescencia y como sacerdote y obispo, lo conduce a los "senderos marianos", especialmente a Kalwaria, el mayor santuario de Cracovia, donde irá en peregrinación, para consagrar a Dios las cuestiones de la Iglesia a través de María sobre todo durante el régimen comunista.
E1 15 de agosto de 1970, solemnidad de la Asunción, dijo: “Y aquí, en esta colina –Cálvaria--, los senderos de Jesús se interrumpen; se interrumpen en el sepulcro, como si los que los construyeron no hubiesen querido pronunciar la última palabra. Pero la palabra no dicha por ellos fue proclamada en pleno. Para ello fueron indispensables los senderos de la Madre de Dios, su dormición, su entierro y luego la Asunción. Y aquí descubrimos la verdad de la Resurrección de Cristo. Porque su Resurrección se repitió en su Madre y en la Asunción. Aquí en el Calvario vemos de modo evidente este vínculo estrecho entre la vida de Cristo, su Pasión, la muerte, su Resurrección y la vida de María, desde la Inmaculada Concepción hasta la Asunción. Y aprendemos aquí en este Calvario el misterio de María a través de Cristo, para aprender a profundizar el misterio de Cristo a través de María”.
ARZOBISPO DE CRACOVIA
Ya Arzobispo de Cracovia, el 8 de mayo de 1966, en la Catedral de Wawel en el milésimo aniversario del bautismo de Polonia, dijo: “Te consagro; ¡oh Madre!, como pastor de la Iglesia de Cracovia, a toda esta Iglesia como tu propiedad en el presente y en el futuro. Si es tu propiedad no se puede disipar ni perder. Si somos tu propiedad, a pesar de todas las dificultades y obstáculos, Cristo estará y crecerá en nosotros. ¡Oh Madre!, tú eres nuestra confianza, nosotros como tu propiedad y Tú como nuestra confianza. Acógenos Madre como tu propiedad. Acoge nuestra confianza sin límites. Y en su “Totus Tuus” incluía a aquellos a quienes servía. El Santuario Mariano sobre el Calvario para él fue un Santuario Cristocéntrico, en el que el hombre encuentra su lugar al lado de Cristo a través de su Madre. Así lo confirmó en su personal y emotivo discurso: “Veníamos aquí muchas veces desde Cracovia especialmente en los momentos importantes. Sin embargo, a menudo venía aquí sólo y caminaba por los senderos del Señor Jesús y de su Madre, y meditaba sobre sus santísimos misterios. Además de esto consagraba al Señor Jesús a través de María las cuestiones difíciles y los argumentos de responsabilidad, de modo especial en todo mi servicio episcopal. Me daba cuenta de que tenía que venir aquí más a menudo porque las cuestiones de este tipo eran cada vez más y, porque normalmente se resolvían después de mi visita a estos senderos. Os puedo decir hoy, que casi ninguna de las cuestiones que de vez en cuando turbaban el corazón de un obispo, y en cualquier caso despertaban en mí el sentido de las grandes responsabilidades, no habrían madurado sino aquí, a través de la oración ante el rostro de un Gran Misterio de la fe, que el Calvario esconde en sí mismo. Cada vez que venía aquí tenía la conciencia de sumergirme en este depósito de fe, esperanza y amor, que llevaban a esta colina, a este santuario, a todas las generaciones del Pueblo de Dios de la tierra de la que yo provengo y en cuya fuente bebo continuamente. A todos los que vengan aquí en el futuro les pido que recen por uno de los peregrinos del Calvario, que Cristo ha llamado con las mismas palabras con las que llamó a Simón Pedro. Lo ha llamado de alguna manera desde estas colinas, diciéndole.- "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas”.
JUAN PABLO II, ELEGIDO PAPA
El 16 de octubre de 1978. Terminado el Cónclave en el que los Cardenales le han elegido Papa, Wojtyla expresó por dos veces una especie de credo mariológico personal sometido a la fe en Cristo Jesús-Señor y Salvador. En aquel momento solemne, cuando el Cardenal Decano, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide su consentimiento: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?, ante el supremo silencio expectante del Colegio de los Cardenales, respondió: “En la obediencia de la fe hacia el Cristo mi Señor, confiando en la Madre de Cristo y de la Iglesia - consciente de todas las dificultades – acepto”. Después, desde la logia de San Pedro, en un acto decisivo, insólito y cargado de emoción y de lágrimas, proclamó ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro: “Temía aceptar esta elección, pero lo hice en el espíritu de obediencia a nuestro Señor y en la total confianza en su santísima Madre. Hoy estoy ante vosotros para expresar nuestra fe común, nuestra esperanza y nuestra confianza en la Madre de Cristo y Madre de la Iglesia”.
LAS CONSAGRACIONES DE PIO XII Y PABLO VI A MARÍA
Primero fue Pío XII el 31 de octubre de 1942, cuando Europa y el mundo vivían el drama de la segunda guerra mundial. El Santo Padre pedía la conversión de las conciencias, la vuelta de la alegría y de la paz para tantas madres y tantos padres, mujeres, hermanos y niños inocentes y tantos seres humanos cuya vida había sido truncada: ¡Madre de la Misericordia! ¡Pide para nosotros la paz de Dios, pero sobre todo la gracia, que pueda convertir los corazones humanos, la gracia que prepara, facilita y asegura la paz! Reina de la paz, ruega por nosotros y dona la paz al mundo inmerso en la guerra, en la verdad, justicia y amor de Cristo. Le siguió Pablo VI el 13 de mayo de 1967 en Fátima en el 50° aniversario de la primera aparición en Fátima. Entregó la Iglesia y el mundo a la protección de María. La elección de Karol Wojtyla inauguró el proceso de cambios en todo el bloque del Este. El atentado contra su vida del 13 de mayo de 1981, ocurrió exactamente el día del 64° aniversario de la aparición en Fátima. Desde entonces los actos de la consagración a la Madre de Dios constituyen la parte integral de casi todas las peregrinaciones apostólicas del Papa Wojtyla.
SU ÚLTIMA VISITA A POLONIA
Su última visita a Polonia en agosto de 2002, en el Calvario, expresa de nuevo la convicción del carácter teológico especial de este lugar, y la unidad entre la mariología y la cristología. Dijo: este lugar predispone extraordinariamente el Corazón y la mente a la penetración de los misterios de este vínculo, que unía al Salvador en su Pasión y a su Madre Dolorosa. En el centro de este misterio del amor todas las personas que vienen aquí se encuentran a sí mismas, su vida, su cotidianidad, su debilidad y simultáneamente la potencia de la fe y la esperanza en la fuerza que nace de la convicción de que la Madre no abandona a su niño en la necesidad, sino que le conduce al Hijo y lo entrega a su Misericordia.
EN LA BASÍLICA DE SANTA MARIA LA MAYOR
La dimensión cristológica y eclesial constituye la esencia de las consagraciones de Juan Pablo II constituida por el acto de la entrega. El 8 de diciembre de 1978 en la Basílica de Santa María la Mayor, consagró a María a todos los que él sirve y a todos los que con él sirven. “El Papa, dijo, al comienzo de su servicio episcopal en la Cátedra de San Pedro en Roma, desea consagrar la Iglesia en especial a Aquella en la que se cumplió la maravillosa y total victoria del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la gracia sobre el pecado, a Aquella de quien Pablo VI dijo que es el comienzo del mundo mejor, la Inmaculada. Se consagra a ella a sí mismo, como el siervo de los siervos, y a todos los que sirve, y a todos os que con él sirven. Le consagra también a la Iglesia romana, como garantía y principio de todas las Iglesias del mundo, en su universal unidad”. Tres años después, en el mismo lugar, el Santo Padre pide la consagración al Espíritu Santo, que en María ha realizado cosas grandes: “En nuestros tiempos junto con la obra del Concilio Vaticano II, renació en la Iglesia la esperanza de la renovación. Cuando esta esperanza sufre diferentes dificultades, cuando el mundo contemporáneo a menudo se resiente del peligro de la guerra, parece que es necesario dirigirse de nuevo al Espíritu Santo a través del Corazón de la Madre de Dios, a la que a menudo el Papa Pablo VI llamaba "la Madre de la Iglesia”.
EN MÉXICO
En México el 27 de enero de 1979, la consagración asume la dimensión trinitaria. Juan Pablo II “pide a María que ayude a la Iglesia a ser la sierva fiel de los misterios divinos y la fortificación de los hermanos en la fe, la Maestra de la verdad anunciada por Cristo y el amor que es el principal mandamiento y el primer fruto del Espíritu Santo, y sensibilizar a los jóvenes a la preparación al servicio de Dios mismo: permite, por tanto, que yo Juan Pablo II, obispo de Roma y Papa, junto con mis hermanos en el episcopado, representantes de la Iglesia en México y en toda América Latina, en este solemne momento te consagremos y te ofrezcamos a ti, Sierva del Señor, toda la herencia del Evangelio, la cruz y la resurrección de la que todos somos testigos, apóstoles, maestros y obispos. Madre, ayúdanos a ser los siervos fieles de los grandes misterios divinos, apóyanos en la enseñanza de la verdad, que proclamaba tu Hijo y ayúdanos a difundir el amor, que es el principal mandamiento y el primer fruto del Espíritu Santo. Ayúdanos a consolidar a nuestros hermanos en la fe, despertar la esperanza en la vida eterna. Madre despierta en las jóvenes generaciones la preparación al total servicio de Dios. Reina de los Apóstoles, acoge nuestra preparación al sincero servicio a la cuestión fundamental planteada por tu Hijo, según el Evangelio, a la cuestión de la paz apoyada en la justicia y en el amor entre la gente y entre los pueblos.
EN TURÍN
Turín, 13 de abril de 1979. Juan Pablo II recordó la eterna elección de María y su inclusión por Dios en la obra redentora del género humano e hizo de la Inmaculada el signo de la esperanza para los que quieran perseverar cerca de Cristo y vencer al mal con el bien. Le consagra a ella la Iglesia para que Ella pueda iluminar las oscuras y peligrosas etapas de los caminos humanos en la tierra: “¡Oh Madre y Señora nuestra! Al comienzo de los tiempos de la salvación, el Padre eterno te quiso y te escogió a ti Inmaculada para Madre del Verbo Encarnado. Y te admitió al comienzo de esta lucha entre el bien y el mal. Así marcó tu humilde maternidad con el signo de la esperanza para todos, que en esta lucha, desean perseverar al lado de tu Hijo y quieren vencer el mal con el bien. ¡Oh Madre! Esta oración es otra forma de entrega que esperamos pueda decirte todo de nosotros. Que pueda acercarnos de nuevo a ti, la Madre de Dios y de los hombres, Consuelo, Auxilio, gran Maestra nuestra, que pueda acercarnos a Ti No permitas que se pierdan los hermanos de Tu Hijo.
EN FÁTIMA
El 13 de mayo de 1982 Juan Pablo II peregrinó a Portugal, al santuario de Fátima, para agradecer a María el haberle salvado la vida en el atentado, ocurrido el 13 de mayo de 1981, en la misma fecha de 1917 en que comenzaron las apariciones de la Madre de Dios. Juan Pablo II mismo señaló que justo un año después del atentado, el 13 de mayo de 1982, acudió a Fátima. Allí dijo: “He venido aquí porque en este día, el año pasado, en la plaza de san Pedro en Roma, hubo un atentado a la vida del Papa, en modo misterioso coincidía con la fecha de la primera aparición en Fátima. He venido porque en este lugar, predilecto de la Madre de Dios, quiero realizar una acción de gracias a la Divina Providencia. Y por esto, ¡Oh Madre de los hombres y de los Pueblos! Tú, que conoces todos los sufrimientos y esperanzas, acoge nuestro grito dirigido al Espíritu Santo directamente en tu corazón y abraza con el amor de la Madre y de la sierva este nuestro mundo humano, que te entregamos y consagramos, llenos del temor por el temporal y eterno destino de los hombres y los pueblos. Cuando hoy estoy ante ti, Madre de Cristo, deseo junto con toda la Iglesia ante tu Inmaculado Corazón unirme con nuestro Salvador en esta consagración para el mundo y la humanidad, que sólo en su divino Corazón tiene la fuerza de obtener el perdón. Bendita tú eres, más allá de todas las cosas, sierva del Señor, ¡que eres obediente de lleno a esta divina llamada! Ave María, que estás indisolublemente ligada al sacrificio redentor de Tu Hijo”.
¿Podría olvidar que el evento en la plaza de San Pedro tuvo lugar el día y a la hora en que, hace más de sesenta años, se recuerda en Fátima, Portugal, la primera aparición de la Madre de Cristo a los pobres niños campesinos? Porque, en todo lo que me ha sucedido precisamente ese día, he notado la extraordinaria materna protección y solicitud, que se ha manifestado más fuerte que el proyectil mortífero. Durante el tiempo de Navidad de 1983 visité al autor del atentado en la cárcel. Conversamos largamente. Alí Agca, como dicen todos, es un asesino profesional. Esto significa que el atentado no fue iniciativa suya, sino que algún otro lo proyectó, algún otro se lo encargó. Durante toda la conversación se vio claramente que Alí Agca continuaba preguntándose cómo era posible que no le saliera bien el atentado. Porque había hecho todo lo que tenía que hacer, cuidando hasta el último detalle. Y, sin embargo, la víctima designada escapó de la muerte. ¿Cómo podía ser? Se preguntaba qué ocurría con aquel misterio de Fátima y en qué consistía dicho secreto. Lo que más le interesaba era esto; lo que, por encima de todo, quería saber. (Juan Pablo II, Memoria e identidad, pg 202).
EN EL PASO AL NUEVO MILENIO
En la medianoche del 31 de diciembre de 2000, Juan Pablo II recordó la figura de Cristo, e imploró la llamada a Él y al testimonio de Él ante el mundo y terminó con la consagración a la Madre de Dios, la centinela de los nuevos tiempos: “Al final de este encuentro de oración, que termina el año 2000, dirigimos nuestra mirada hacia Cristo, Salvador del hombre. Es Él quien con la sabiduría de su Espíritu nos ayuda a afrontar los desafíos del nuevo milenio. Es Él quien nos da la capacidad de sacrificio de la vida por la gloria de Dios y por el bien de la humanidad. Hemos de comenzar de nuevo a partir de Él y ser sus testigos en el futuro que nos espera. Dejémonos llevar por su amor. Os deseo que este nuevo año traiga justicia para todos los pueblos, fraternidad y bienestar. Pienso aquí, en especial, en los jóvenes que son la esperanza del futuro: a fin de que la luz de Cristo Salvador de sentido a su existencia, los guíe por los caminos de la vida y les haga más fuertes en el testimonio de la verdad y al servicio del bien. Entrego estos deseos a la intercesión de la Madre de Dios. Virgen Santísima, centinela de los tiempos nuevos, ayúdanos a mirar con fe a los tiempos pasados y al año que comienza. Estrella del tercer milenio, guía nuestros pasos hacia Cristo, vivo ayer, hoy, y por los siglos de los siglos, y haz que nuestra humanidad, temerosa ante el nuevo milenio, sea cada vez más fraterna y solidaria.
LA REDEMPTORIS MATER
Los textos de la consagración a María de Juan Pablo II, no son solo una innovación teológica propia del Papa Wojtyla, sino la expresión de una fe viva y práctica, que vislumbra en la Madre de Dios el ejemplo de una confianza plena en Él. En la encíclica Redemptoris Mater, realiza un análisis del testamento de Cristo transmitido desde la cruz. Único Salvador, al confiar su Madre al apóstol, lo obliga a cuidarla con filial solicitud y a asegurarle la protección necesaria. Confiando Juan a María, lo introduce en una irrepetible relación interpersonal que constituye el núcleo de maternidad. La palabra consagración significa una especial relación personal que es consecuencia de la respuesta al amor y significa la comunidad de vida que se constituye entre Madre e hijo con la fuerza de las palabras de Cristo, que realiza la obra de la salvación.
JUAN PABLO II TESTIGO Y MAESTRO
Había escrito Pablo VI en la Exhortación apostólica “Evangelli nuntiandi”, que el hombre de hoy escucha más atentamente a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros, los escucha porque son testigos.
Los hombres de hoy han escuchado a Juan Pablo II porque ha sido un testigo y un maestro, porque con su vida testimonió lo que enseñaba, hablando desde la cátedra del sufrimiento. “En estos momentos en los que Juan Pablo II no puede pronunciar palabras por la traqueotomía, dijo el arzobispo y teólogo Bruno Forte, habla al mundo desde la cátedra del sufrimiento. Bruno Forte, miembro de la Comisión Teológica Internacional, considera que el testimonio del Santo Padre en estos momentos puede tener un impacto mayor que muchas palabras.
Juan Pablo II habló desde la cátedra indiscutible del sufrimiento, ofrecido por amor y vivido en la fe, afirmó también en Radio Vaticano, el arzobispo de Chieti. “Esta cátedra no tiene necesidad de palabras. El gesto de bendecir a la muchedumbre y después de llevarse la mano al cuello herido por la traqueotomía, hablan de manera elocuente, como diciendo: "No puedo hablar, pero todo lo ofrezco a Dios por vosotros". Creo que esta elocuencia, sin palabras, tiene un impacto en nuestro tiempo mayor que el de las mismas palabras. De este modo, el Papa habla verdaderamente a todos los hombres, a cada hombre, en cualquier lugar, pues habla con un lenguaje que todos pueden ver y comprender, el del sufrimiento y el del amor con que lo ofrece. Visto con los ojos de Cristo, el sufrimiento ofrecido por amor, asume un valor positivo.
Un Papa
tiene que sufrir, porque tiene que amar. Es el obispo de la Iglesia que preside
en el amor y no hay cátedra más elevada que la del amor y la del dolor ofrecido
por amor. Todo esto no tiene un horizonte de exaltación del sufrimiento por el
sufrimiento, su horizonte es la felicidad y la salvación. A la luz de Cristo el
dolor contiene una promesa de salvación y de felicidad, si se ofrece con Él y
si se ofrece por amor a Dios y a los hombres. De San Maximiliano Kolbe se ha
dicho que su amor a la Inmaculada, que esperaba ver un día en las cúpulas del
Kremlin, alimentado día a día, le había otorgado las fuerzas para ofrecerse a
morir de hambre en Auswichz a cambio de la vida de un padre de familia. De ese
mismo hontanar sacó fuerzas Juan Pablo II para sobrellevar todos sus martirios.
Se ha cumplido en él lo previsto y escrito por San Luís Mª Grignon de Monfort:
“Quien se consagra enteramente a la Santísima Virgen progresará de virtud en
virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta la transformación en
Jesucristo y a la plenitud de su perfección sobre la tierra y de su gloria en
el cielo siendo todo de Jesucristo por medio de María”. Esa ha sido la raíz
vital de Karol Wojtyla, de San Juan Pablo II, el Magno.
LA MISERICORDIA DE DIOS SEGÚN SANTO TOMÁS DE AQUINO
El Salmo 110,4 canta "El Señor es compasivo y misericordioso". En la cuestión XXI artículo 3, Santo Tomás, respondiendo a la dificultad de San Juan Damasceno, que niega en Dios la misericordia, afirma que: "Se debe atribuir a Dios la misericordia en grado máximo, no por lo que tiene de pasión, sino por su eficiencia. El misericordioso, "miserum cor, tiene el corazón lleno de miserias, y las miserias producen sufrimiento y llanto. A Dios no le pertenece entristecerse por la miseria de otro, pero sí remediar esas miserias como si fueran propias. Podemos estar seguros de que él pondrá remedio a cualquier defecto de bien con sus perfecciones., que es lo que remedia las deficiencias, porque como Dios lo puede todo, y su corazón se compadece de todo, remediará todos los defectos de sus criaturas, proporcionándoles todos los bienes y las perfecciones opuestos a las miserias. En esta afirmación de ambos, tanto el Damasceno como el Angélico consideran a Dios, aún no encarnado, única manera como conoce al Ser Absoluto la filosofía aristotélica. La kenosis de Cristo es una prueba de que padeció miserias, y Cristo era Dios: Hecho igual a nosotros menos en el pecado, sí es Dios quien tiene en su corazón las miserias, "'cargó sobre sí todas las iniquidades", podemos estar seguros de que él remediará esas miserias como si fueran propias, que lo son. Porque mi poder lo puede todo, y su corazón se compadece de todo. Por eso Dios remediará todos los defectos de sus criaturas, proporcionándoles los bienes y las perfecciones opuestas a las miserias.
Cuando Dios colma a Santa Teresa de carismas místicos está acudiendo a sanar y a restañar sus limitaciones para que pueda cumplir el ministerio a que la ha destinado. Ella lo comprende y lo reconoce, tanto que al libro de su Vida lo llamará "de las misericordias del Señor".
Si la bondad de Dios comunica los bienes a sus criaturas; la justicia de Dios concede los bienes en proporción a lo que corresponde a cada ser. Conceder tos bienes y perfecciones para remediar las miserias y defectos de las criaturas, sobre todo en el hombre, es obra de su misericordia.
EL MISMO ESPIRITU SANTO NOS TESTIFICA LA MISERICORDIA DE DIOS
Llena está la Divina Revelación de testimonios que pregonan la divina misericordia: "Pero tú, Dios del perdón, clemente y compasivo, paciente y misericordioso, no los abandonaste" (Nh 9,17). "Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará, dice el Señor que te quiere" (Is 54,10). “¿Qué Dios como tú perdona el pecado y absuelve la culpa al resto de su heredad? No mantendrá siempre la ira, pues ama la misericordia; volverá a compadecerse, destruirá nuestras culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros pecados" (Mq 7, t 8).
"Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y
convertíos al Señor, vuestro Dios, que es clemente y misericordioso, tardo a la
ira, grande en misericordia, y se arrepiente de castigar" (Jl 2, 3).
"Sabía que tú eres Dios compasivo y clemente; paciente y misericordioso. Y
que se arrepiente de las amenazas" (Jon 4,2). "Tú eres, Señor,
indulgente y piadoso, y de gran misericordia para los que te invocan" (Sa]
85,5). "El Señor es compasivo y clemente, paciente y misericordioso; no
está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen
nuestros pecados ni nos paga según nuestras cu1pas; como se levanta el cielo
sobre la tierra, se levanta su misericordia sobre sus fieles" (Sal
l02,8-11). "Porque el Señor es clemente y misericordioso" (Eclo
2,11). "Como es su grandeza, así es su misericordia" (Eclo 2,18).
"¡Qué grande es la misericordia del Señor para los que vuelven a El!"
(Eclo 17,29). "Su misericordia llega a sus fieles generación tras generación"
(Lc 1,49). "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso"
(Lc 6, 36). "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que
Dios nos amó, cuando estábamos muertos por las culpas., nos dio vida con el
Mesías (Ef 2,4).
CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LA MISERICORDIA
Juan Pablo II, que ya había escrito una Encíclica sobre la Misericordia de Dios, la “Dives in misericordia”, ha pronunciado en Polonia una Homilía en la consagración del santuario de la Divina Misericordia: En este santuario, quiero consagrar el mundo a la Misericordia divina. "¡Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores!" (Diario). Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de Santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe: Jesús, confío en ti. De este anuncio, que expresa la confianza en el amor omnipotente de Dios, tenemos particularmente necesidad en nuestro tiempo, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación de la misericordia de Dios brote de lo más intimo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, pero, al mismo tiempo, en busca de una fuente infalible de esperanza. Por eso, venimos hoy aquí, al santuario de Lagjewniki, para redescubrir en Cristo el rostro del Padre: de aquel que es “Padre misericordioso y Dios de toda consolación” (2 Co 1,3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los ojos de Jesús misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada el reflejo de su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.
EL PECADO A LA LUZ DE LA MISERICORDIA
El Espíritu Santo nos permite ver, siempre mediante la cruz de Cristo, el pecado, a la luz del "mysterium pietatis", es decir, del amor misericordioso e indulgente de Dios (cf. Dominum et vivificarnem, 32). Y así, el "convencer en lo referente al pecado", se transforma al mismo tiempo en un convencer de que el pecado puede ser perdonado y el hombre puede corresponder de nuevo a la dignidad de hijo predilecto de Dios. En efecto, la cruz "es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre. La cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre (Dives in misericordia, 8). "Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476). De nosotros y del mundo entero... ¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde 1a guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes, se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya 1uz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.
Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina. Llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús; de aquí debe salir la chispa que preparará al mundo para su última venida" (cf Diario, 1732). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclinate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
JUSTICIA Y MISERICORDIA
A veces se quiere oponer la misericordia a la justicia, y es todo lo contrario, porque están plenamente hermanadas, y se encuentran en toda obra divina, porque todas las cosas han sido ordenadas por Dios al último fin de la creación, por pura bondad y misericordia. Y aún más. La misericordia de Dios colma y rebasa la justicia., dando siempre más de lo que exige la estricta justicia. El hombre le pidió agua a Dios y Dios le dio un océano. Pidió una flor, y le regaló mil jardines. Un árbol, y le brindó miríadas de bosques. Un amigo, y 1e dijo: Tú eres mi amigo. Por eso se puede comprobar que, cuando Dios elige a una persona para una concreta. misión, no sólo le da la gracia justa, sino que rebasa la medida dándole otras muchas gracias, que su misericordia le inspira. Por eso dice santo Tomás que la misericordia es la plenitud de su justicia.
Y hasta el misterio del dolor que a tantos escandaliza, es utilizado por Dios como una gran misericordia. El sufrimiento no es el látigo de la ira de Dios, sino la caricia de un Padre amoroso que nos aprieta a su Corazón, coronado de espinas. Y llega a decir santo Tomás que incluso la misericordia de Dios brilla en el infierno suavizando los rigores de su justicia, castigando a los condenados menos de lo que merecen sus pecados. Dirá Santa Teresa: "Sea su nombre bendito que en todo tiempo usa de misericordia con todas SUS criaturas".