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DOMINGO 1 DE CUARESMA  CICLO B

VAMONOS AL DESIERTO CON JESUS

        

1. "El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar" Marcos 1, 12. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, oyó la voz del Padre: "Tú eres mi Hijo, el amado, en tí me complazco".

         2. Si Jesús ha ido creciendo en edad, en sabiduría y en gracia, éste es un momento de un gran crecimiento. Mientras Juan lo bautizaba, ha oído la afirmación del Amor del Padre. Ha oído que el Padre se complace en El. Ha experimentado que el cariño de su Padre por él es inmenso e infinito, torrentera de felicidad. Las palabras de amor del Padre confirman sus interrogantes, le afirman en su vocación, le hacen más disponible, pues también su disponibilidad ha ido creciendo, porque es gracia y "ha ido creciendo en gracia" Lc 2, 52.

         3. Todos necesitamos ver afirmada y reafirmada nuestra vocación, aceptadas nuestras cualidades, reconocida nuestra actividad, garantizada y autentificada nuestra empresa. Y si el reconocimiento procede de una persona cualificada, o de la entera comunidad, o del grupo de nuestros amigos, experimentamos seguridad, crecemos en entrega, y nos dedicamos a ella con mayor ilusión y empeño. El reconocimiento potencia y multiplica la dedicación y la entrega.

         4. Jesús, en seguida de escuchar estas palabras del Padre, empujado por el Espíritu, se ha ido al desierto a contemplarlas, como cuando un Superior nos ha dicho alguna palabra trascendental, necesitamos meditarla, rumiarla, saborearla, medir su trascendencia. Necesitamos estar solos.

         5. Jesús ha sido empujado por el Espíritu al desierto, a la soledad, para contemplar las Palabras del Padre: "Tú eres mi Hijo", "el Amado", "el Padre se complace en mí". Jesús es dócil al empuje, a la moción del Espíritu. Nosotros debemos también ser dóciles al Espíritu que nos llama al Éxodo, a la Cuaresma, al desierto, al recogimiento, a la escucha de la Palabra, a la oración.

         6. Jesús en el desierto se dejó tentar y probar por Satanás. Con la Palabra, el ayuno, la soledad, ha vencido la tentación. Es el Adán Nuevo. La réplica de Adán, la contrapartida de Adán. Adán fue tentado y fue vencido. Los israelitas en el Exodo también sucumbieron a las tentaciones, y cuando sintieron hambre, murmuraron y protestaron y pidieron pan. Hemos vivido un largo período con complejo de Edipo. Hemos vivido una larga ausencia de Dios. Apenas se oía su nombre. Y se tenía un miedo de muerte de que al hablar de Dios o de sus derechos y nuestros deberes, se nos pusiera en ridículo, o se nos etiquetase como anticuados. La era de Dios había pasado. Dios había muerto y nombrar a Dios era "no estar al loro". Y callábamos. Y silenciamos a Dios. Y no sólo esto; se era beligerante contra Dios y sus leyes porque se le consideraba enemigo represor del hombre y su rival. Se sembraron vientos y estamos cosechando tempestades. Los árboles de la parábola de Jorgënsen que negaron al sol y se rebelaron contra él, enfermaron, languidecieron y murieron. Jesús responde al tentador: "No sólo de pan vive el hombre". "No tentarás al Señor tu Dios". La tentación intenta suplantar a Dios. Pretende convertir en "dios" todo lo que no es Dios. Así es cómo el dios de la sociedad moderna, o los valores supremos elegidos y erigidos en dioses: la ciencia, la técnica, el poder, los bienes de este mundo, se emancipan de una fundamento válido y liberador y se convierten en instrumentos de esclavitud, rivalidad y destrucción. En la entraña de nuestra situación actual existe una suplantación de la vida humana, comprendida a la luz de Dios y vivida delante de él, por una vida vivida sólo ante el mundo, en servicio del yo y de su entorno inmediato, sin horizonte de absoluto ni de futuro. La difusión de un modo de vida ateo ha cambiado las actitudes morales fundamentales de muchos. Dios va desapareciendo cada vez más del horizonte de referencia de la vida de los hombres. Dios ya no es para muchos el fundamento de la existencia y del comportamiento de las personas, grupos e instituciones. Jesús vence a Satanás. Como entre tantos hombres contemporáneos de Noé, él se mantuvo fiel, Jesús fue fiel en el desierto, al contrario de Adán y los israelitas en el desierto.

         7. En el desierto de nuestra vida somos tentados todos por Satanás. Han escrito los obispos españoles que nos hallamos "ante una sociedad moralmente enferma". Yo diría más. No "ante" sino "en ella" y consiguientemente los cristianos participamos de su enfermedad. No podemos mirar la sociedad como quien mira un paisaje desde fuera, sino como quien está inmerso en el paisaje. La sociedad no nos hace fácil ser fieles a Dios. Somos tentados por el horizontalismo, que niega la trascendencia del hombre. Por el secularismo y el hedonismo, por el subjetivismo, sin normas objetivas de fe y de moral. Por la espontaneidad y frivolidad de los actos humanos. Hay que vivir -se dice- según pidan las emociones, los afectos, excluyendo la racionalidad,  el derecho y el deber. El dominio de sí mismo es represivo. Hay que dejarse llevar por la comodidad. Por tanto ni ascesis, ni mortificación, ni privación, que impiden el desarrollo y la realización de la persona. Disfrutar al máximo, pasarlo lo mejor que se pueda, "comamos y bebamos, que mañana moriremos". Fuera compromisos, que impiden la autenticidad.

         8. Dice el Génesis: "Viendo el Señor que la maldad de los hombres sobre la tierra era muy grande y que todos los pensamientos de su corazón tendían continuamente al mal, se arrepintió de haber creado al hombre y dijo: Lo exterminaré" Gn 6, 5. Y decidió arrasar la vida con el diluvio.

         9. Pero como es Dios Creador y no exterminador, Dios de la vida y no Dios de la muerte, se dio una tregua y siguió buscando fidelidad y la encontró en Noé Génesis 9, 8. Sí que envió el diluvio, pero cuando tenía asegurada la pervivencia de los hombres y de la creación. Era su Misericordia la que atenuaba la Justicia

         10. "El arca en la que unos pocos se salvaron fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva" 1 Pedro 3, 18. El mandato de Dios a Noé de construir el arca en una tierra desértica no tiene sentido. Pero Noé no se fija en el cálculo humano, supera las burlas y obedece a Dios. Como Noé  sumergido en medio de aquel pueblo pecador que merecía el diluvio, nos vemos rodeados de mal, pero hay un germen de bien en cada persona, y entre las personas. Siempre hay un Noé con el que comenzar a construir algo nuevo. En medio de la corrupción generalizada, palabra que camufla la de "pecado", que hoy está desvalorizada, y se encubre su fealdad con eufemismos: "relaciones extramatrimoniales", por adulterio; "apropiación indebida", por robo; "información privilegiada", por estafa; "hacer el amor", por fornicar; "desahogo de la naturaleza", por masturbación; "interrupción del embarazo", por aborto criminal, seamos como Noé y como Jesús.

         11 Para Noé Dios fue Dios. Noé reconoce a Dios y se somete. Dios le promete que el hombre seguirá viviendo. Y Noé fue salvado de la masa corrompida para dar origen a un pueblo grato a Dios. Como Abraham será sacado del paganismo de Mesopotamia y llevado al desierto de la vida nómada en Canaán, y como Moisés y su pueblo de Israel fueron sacados de Egipto y conducidos también al desierto.

         12. Así, en medio de tanta podredumbre, se levanta el arco iris de la salvación, y la Palabra de Dios, la gracia del Bautismo y el torrente de la Sangre de Cristo en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía, nos consiguen de Dios "una conciencia pura por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro".

         13. "Dios recuerda que su ternura y su misericordia son eternas. Por eso hace caminar a los humildes con rectitud, enseñando sus caminos a los pecadores humildes" Salmo 24.                             

         14  Cristo nos ha enseñado a pedir al Padre que no nos deje caer en la tentación. Antes de comulgar la rezaremos con fervor deseando ser escuchados, pues que estamos expuestos a tantas tentaciones. Al recibir hoy a Cristo, vencedor de la tentación y del pecado, que su ejemplo de entregarse a la contemplación de la palabra, nos sirva de modelo ejemplar y de fuerza en la lucha con el maligno.

JESÚS MARTÍ BALLESTER

jmartib@planalfa.es