DOMINGO 25 DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B 


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SEGUNDO ANUNCIO DE LA PASION

 

1. "Lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura...; lo condenaremos a muerte ignominiosa". Para prepararnos a escuchar el segundo anuncio de la Pasión, el libro de la Sabiduría analiza lo que molesta del justo a los injustos y por qué lo persiguen hasta la muerte. "Nos resulta insoportable porque se opone a nuestras acciones; porque nos echa en cara nuestros pecados; reprende nuestra mala educación; su presencia es un reproche para nuestras ideas y por eso, sólo verlo, nos disgusta. Lleva una vida distinta de la de todos los demás, y su conducta es diferente. Nos considera impuros y se cree hijo de Dios". Por eso, "Lo condenaremos a muerte ignominiosa" Sabiduría 2,12. En efecto, Jesús se dice Hijo de Dios y se arroga el derecho de desenmascarar nuestra hipocresía, su santidad nos abochorna, es reo de muerte. Es pues Jesús en la mente del escritor sagrado el antitipo del justo, que la Liturgia pone el labios de Jesús para anunciarles por segunda vez su Pasión.

2. En realidad, del enemigo el consejo y la luz, éste debería ser el programa del cristiano. Así es como vivían los primeros cristianos, que "aman a todos, mientras son perseguidos por todos. Se les desconoce y sin embargo, se les condena. Se les mata, pero gozan de nueva vida. Se les difama, pero se da testimonio de su inocencia" (Epístola a Diognetes, siglo II).

3. Como un eco de la lectura de la Sabiduría, con el salmo responsorial, el justo perseguido, y Jesús más que todos, pide ayuda al Señor: "porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios". Pero, después de suplicar al Señor "que atienda a sus palabras", manifiesta su confianza amorosa:"Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida" Salmo 53.

4. Con la condena del justo, ya estamos preparados para oir por segunda vez a Jesús que anuncia a sus discípulos su pasión y condena a muerte que perpetrarán los jefes de Israel, y aún se lo volverá a repetir, como kerigma esencial y fundamental. Los apóstoles no entendían aquellas palabras, porque tenían la idea deformada, existente en el ambiente del Mesías, como hombre triunfador, por eso el Maestro sigue instruyéndoles. Ellos, no piden explicación de la predicción del Señor, porque aquellas grandes palabras les asustan y ya tienen experiencia que las predicciones de Jesús se cumplen. Es más cómodo no escuchar la Palabra por miedo a lo que pueda exigir. Tener miedo de preguntar es un mecanismo psicológico que todos tenemos cuando preferimos ignorar algo que nos puede comprometer. No pueden entender la cruz. Creen que la comunidad de Jesús ha de ser como las que ellos conocen, con una autoridad a lo humano, y por eso iban discutiendo "quién era el más importante". Jesús pregunta a los discípulos cuando llegan a casa, cuando están más serenos, cuando se sienten a gusto, en su sitio. Jesús hace que, con él,  nos sintamos como en casa para dialogar y profundizar,  para reflexionar, para dejarnos interpelar, para orar... ¿Qué podemos responder si Jesús nos pregunta el tema de nuestra conversación, discusiones, proyectos, anhelos, ilusiones y a qué vamos a dedicar nuestra vida, nuestras energías? Los apóstoles están muy lejos aún de pensar que los únicos poderes de la comunidad de Jesús serán los sacramentales, la Palabra y el servicio:"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos".

5. Y para que lo entiendan mejor, les presenta una parábola en acción: Cogió a un niño y lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí, y al que me ha enviado" Marcos 9,30

 

En la sociedad y cultura de aquel tiempo, el niño era “nadie”. 
Jesús lo abraza como gesto de amor y de total identificación.

Para Jesús es modelo de humildad radical, del asombro, la fascinación y la alegría. Los niños son espontáneamente confiados. Jesús reconoció en los niños la confianza total e incondicional que él tenía en el Abbá. Quien acoge, ayuda... a un “insignificante”, lo recibe a él y a su Padre.

Va en la línea de “a mí me lo hicisteis”. Además de lo pequeño, indefenso y socialmente irrelevante, el niño también representa lo entrañable, puro y abierto a la esperanza de un futuro nuevo y mejor. Es el símbolo de quienes forman la nueva comunidad. Ese es sentido del Doctorado de Santa Teresita de Lisieux, el caminito de la infancia espiritual.

Así ha de ser la autoridad en mi comunidad. El primero ante el niño es el que lo protege y le sirve con humildad. La grandeza a la que hay que aspirar es a hacer las cosas por Dios. Los niños, los pequeños, pobres, marginados, representan a Jesús y al Padre. Era un cambio radical en los conceptos-base que habían inspirado la sociología profana y religiosa. Si visitáis alguna vez una Capilla de las Misioneras de la Caridad, os sorprenderá como a Dominique Lapierre, su pobreza y en la pared junto al Crucificado la leyenda: “TENGO SED”. ¿Qué significado tiene? La frase “TENGO SED”, es una de las Siete Palabras de Cristo en la cruz. El día 10 de septiembre de 1946, la Madre Teresa, se dirigía a Darjeeling, al pie del Himalaya, para participar en un retiro espiritual. Ella ejercía el cargo de Directora del Colegio St.Mary en Calcuta, donde además era profesora de geografía e historia.

 

De noche en el tren sin poder dormir, pensando en la parábola del juicio final descrita por Jesús, “porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber..., “a mí me lo hicisteis”, sintió una llamada con toda claridad en su alma: Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Esa es la sed que Cristo pide a la Teresa que apague. La sed del amor de Dios que él padece. La sed que Jesús padece en los pobres. La sed de los pobres hombres de Jesús. La sed del amor de Dios del alma de aquella albanesa, que había venido a la India buscando apagarla.

6. "¿De dónde salen las luchas y los conflictos entre vosotros? ¿No es de los deseos de placer, codicias, ambición? Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males" Santiago 3,16. El Apóstol ordena a Timoteo orar por los reyes y por los que mandan para que sean justos, miren por el bien común, no sean partidistas, no se aprovechen del pueblo, no sean pastores que se beben la leche de las ovejas y se cubren con la lana  de los honores y privilegios. Esta es la causa de las envidias, del descontento, de del desorden que produce hambre, mil millones hoy, por otra parte derroche y  casi cinco millones de parados, mientras gozan otros de unos sueldos millonarios. Por eso el justo será torturado porque, al ser distinto, denuncia con su vida y la grita con su palabra, como la luz pone de relieve las tinieblas. "La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han comprendido" (Jn 1, 5). El hombre ha sido hecho para amar; si no ama a Dios y a los hermanos, su amor se volcará en sí mismo, soberbia, avaricia; se erigirá a sí mismo, a su yo, en su amor, su bien único; y de ahí derivarán todos los conflictos, divisiones, asesinatos, guerras, terrorismos. Los hombres no tienen lógica. Quieren gobernar y no pueden poner orden, porque el desorden nace de sí mismos. Quieren la paz y no quieren a Dios. Se destruyen. Nos destruimos. Nos destruyen. Que vuelvan a Dios de verdad y desaparecerá la guerra, la ambición, el orgullo. “Los insolentes se levantan contra mí, me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios”. “Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras”, claman los que buscan a Dios. Y confían en que el Señor les haga justicia, porque él sostiene su vida y es su auxilio.

7. El mundo sigue persiguiendo a los discípulos de Jesús, pero Dios sigue protegiendo a los que se esfuerzan por seguir el camino de la cruz de su Hijo. En las incomprensiones y en los rechazos, en la experiencia amarga de vernos marginados por querer vivir la fe, encontraremos que el Señor nos sigue ayudando, como ha ayudado y ha salvado a todos los que esperan su venida. “Lo matarán pero a los tres días resucitará”, Para eso ha muerto, para darnos el Espíritu Santo, que nos da fuerza con el alimento del sacramento de la Eucaristía, y por ella recibir en nuestra vida los frutos de la redención.

P. JESUS MARTI BALLESTER

jmartib@planalfa.es