DOMINGO
XXIX TIEMPO ORDINARIO CICLO B
PODEIS BEBER EL CALIZ QUE YO DE BEBER?
1. Nos advierte Isaías adelantándonos los
planes de Yahvé sobre su Siervo: "El Señor quiso triturarlo con el
sufrimiento. A causa de los trabajos de su alma mi Siervo justificará a
muchos" Isaías 53,10. El cántico cuarto del Siervo de Yahvé nos lo
presenta despreciado y abandonado de los hombres, familiarizado con el dolor y
víctima de las injusticias.
2. La lectura de Isaías nos estremece de dolor, pero nos llena de gratitud
saber que con esos dolores hemos sido comprados también nosotros. El Siervo ha
cargado con nuestros crímenes. Con su satisfacción vicaria ha pagado por todos.
3. La prosperidad de la salvación y de la santidad ha tenido su precio, el que
ha pagado el Siervo de Yahvé. La muchedumbre de salvados debemos la salvación a
sus sufrimientos y a su sangre. El Siervo, el Israel de la fe, ha compensado
con su dolor y ha satisfecho el desorden de todos los pecados. Lo que no pudo
conseguir el Israel histórico con la incontable multitud de sacrificios rituales,
ni los paganos con los sacrificios a sus divinidades, lo ha conseguido el
siervo de la fe, abandonado en las manos del Señor. Sabemos que todo lo que nos
dice Isaías del Siervo de Yahvé, lo han visto cumplido en plenitud en Jesús,
Cordero de Dios, los evangelistas, inspirados por Dios. Santa Teresita de
Lisieux tenía clarísimo que las almas sólo se salvan con el sacrificio y la
oración. Jesús lo había dicho: "Esta clase de demonios se lanzan con la
oración y el ayuno". Hoy se va extendiendo una doctrina que elimina de un
brochazo, el sacrificio y la cruz, y así se convierten pocos, escribe Santa
Teresa y se derrumba toda la historia de la Iglesia, porque en todo el santoral
será difícil encontrar algún santo que en mayor o menor medida, no haya hecho penitencia.
"Dichosa penitencia, dijo San Pedro de Alcántara aparecido a Santa Teresa,
dichosa penitencia, que me ha merecido tanta gloria! El fruto de la era del
pensamiento débil y de la vida hedonista y de la idolatría de los cuerpos es
conseguir una religión y una santidad sin penitencia, o sea, santidad sin amor,
que viene a ser como una tortilla sin huevos, porque la santidad es el amor y
el sacrificio fruto del amor. Notemos que muchos errores de hoy ya tienen larga
historia. Cuando Pablo VI lloraba en San Pedro por el humo de Satanás
infiltrado en la Iglesia, que le hacía exclamar "Tutta Chiesa e
inficionata", refiriéndose a esa herejía larvata que se nos ha inoculado,
se lamentaba por el retoñar de herejías viejas como la Iglesia, que los que hoy
profesan y expanden, creen que las inventan ellos para ser más modernos y
progres, son más viejas que Matusalén. San Jerónimo en Belén ya escribió contra
el monje Joviniano que discutía el valor de la virginidad y de la ascética
cristiana, y propugnaba otros errores teológicos, que luego confirmaría el
Santo en sus libros.
4. Los hijos de Zebedeo estaban
muy lejos de esperar la respuesta que recibieron de Jesús, a su ambición de
sentarse en su gloria a su derecha y a su izquierda: "No sabéis lo que
pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con
el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Marcos 10,35. Aunque el relato
de Mateo es diferente, pues según él, no son los discípulos Santiago y Juan
quienes piden a Jesús, sino su madre, postrada a sus pies. Es lo mismo. Ellos
la habrán inducido y, por supuesto, consienten. Era discreción y habilidad,
fundamentada en el tacto y en la influencia del parentesco. La madre de los
Zebedeos, que estará al pie de la cruz es designada por Juan (19,25) como
"la hermana de su madre". Las recomendaciones siempre han utilizado
los mismos resortes. Nos dirán: "Yo no he movido un dedo para conseguir
ese puesto". Y será verdad. No lo necesitabas, porque había quien moviera
no sólo el dedo sino toda su influencia en tu favor.
5. A los que piden puestos preferentes de gloria, de prestigio, de supuesto
poder y de vanidad humana, el Siervo de Yahvé les ofrece cáliz de amargura y
bautismo de sangre para completar lo que falta a su pasión (Col 1,24). Pero con
la delicadeza en la expresión de que él va a beber antes el cáliz. Si lo beben
y cuando ellos lo beban, sus labios se posarán donde él ha puesto los suyos,
para aliviar su amargura con el amor del Maestro. Y su bautismo de sangre habrá
sido precedido por el del Señor.
6. Las dos imágenes se refieren con claridad a la superación de dificultades,
incluso a la muerte. Y son una invitación a participar en la misión redentora
del Siervo de Yahvé, encarnado ya claramente en Jesús. Invitación que nos hace
a todos sus discípulos.
7.
Los apóstoles imaginaban que el Reino de Jesús estaría organizado y funcionaría
como los que ellos conocían. Miraban los primeros puestos al estilo del mundo.
Conocían, como galileos, el estilo del gobierno de Herodes el Grande, de
Arquelao, de Antipas, y los abusos de los procuradores de Roma. Era el espejo
que tenían ante sus ojos. Pero Jesús había corregido la hoja de ruta de la
Redención: "Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande sea vuestro
servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos". Es una perspectiva nueva e inaudita.
Pero sólo así podréis tomar parte en mi reino, donde los puestos primeros serán
gratuitamente concedidos por mi Padre. Lo vuestro es vivir y sufrir conmigo. Mi
compañía y mi gracia os lo harán suave. Y después, tendréis parte en mi
Resurrección.
8. Es natural que, con este concepto de los puestos, brotara y se manifestara
la indignación de los otros discípulos contra aquellos ambiciosos, ya que ellos
no lo eran menos. Y en seguida pensamos también nosotros en nuestras
apetencias, aunque sean de ser la cabeza del ratón, en vez de cola de león. Sin
caer en la cuenta de que ser cabeza de algo incluye mayor esclavitud, que
después pesa y se incumple por falta de espíritu de servidor y esclavo:
"El que quiera ser el primero sea el esclavo de todos". Así se dice,
pero difícilmente se practica.
9. El sentido literal del salmo: "Los ojos del Señor están puestos en sus
fieles que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte"
Salmo 32, expresa el amor con que el Señor mira a sus fieles condenados a morir
muerte eterna, y su voluntad de librarles de esa muerte, con la muerte de su
Siervo, que "con sus sufrimientos salvará a muchos cargando con sus
crímenes".
Pero al mismo tiempo, esos ojos escrutan el corazón del Siervo, y de todos los
siervos, para conocer cuántos querrán exponer su vida por la salvación de
tantos, uniéndola a la vida del Siervo, con amor. Porque no es la cantidad de
sangre derramada, sino el amor con que es derramada. La aceptación del
sacrificio, como lo aceptó Cristo con plena voluntad (Is 53,7), es lo que nos
incorpora al corazón del siervo del Señor: "Nos amó y se entregó por
nosotros en ofrenda y sacrificio de suave olor, ofrecido al Padre" (Ef 5,2).
En la ofrenda no sólo cuentan sacrificios sangrientos, sino también los dolores
morales, el trabajo y el amor de toda su vida, la soledad, el fuego lento de la
monotonía y la grisura, las angustias, las decepciones, los rechazos y los
fracasos, la sensación de esterilidad y desamparo. En el libro entero de Job,
en los Profetas y en muchísimos Salmos encontraremos los cristianos respuesta
al camino de la cruz que nos espera, si queremos ser intercesores y
evangelizadores eficaces. "Mi palabra no te ha convencido, pero mi sangre
te convertirá", dijo San Estanislao al rey de Polonia, y ha repetido Juan
Pablo II en un poema suyo, aludiendo a su atentado mortal.
10. Llamados a evangelizar, los cristianos hemos de tener muy claro que ésta no
es una obra humana. "Sin Mí no podéis hacer nada". La evangelización
presupone preparación del instrumento. No sólo es instrucción, sino conversión
y ésta sólo la hace Dios, mediante instrumentos humanos unidos a El. El
elemento unitivo es el amor, y el amor puro pide, exige, implica, pureza y
limpieza de intenciones y motivos. Una instalación eléctrica formidable, por
ultramoderna que sea, sin conexión con la corriente, es inútil. Muchos focos,
poca luz, muchos altavoces, poca resonancia, mucha técnica, poca fidelidad. De
nada sirve la magnificencia sin conexión. Teresita lo describe con esta imagen:
una hermana encendió su pobre velita en la lámpara del sagrario, e iluminó a
toda la comunidad. El secreto de la eficacia no es el poder, ni la influencia,
ni el prestigio, ni la altura de los ornamentos y los oros que los recaman, ni
los colores que los distinguen. Es el amor y la conexión amorosa y limpia; y
sin amor, no sólo no se hace nada, sino que lo que se hace está podrido por
dentro, y el reino de Dios no avanza de esa manera.
“Ha
de ser todo puro", decía en su lecho de muerte el Cardenal Veuillot de
París al actual Cardenal Lustiger. Todo puro, sin ningún egoísmo, ni vanidad,
ni deseos de figurar, ni ambición, ni apego a honores ni a intereses bastardos,
Un examen de conciencia a fondo nos haría descubrir que la invasión de desierto
de la Iglesia durante tantos años ya, tiene su raíz en la mediocridad,
superficialidad, rutina y tibieza, déficit de amor puro.
11. El domingo anterior Jesús pedía la renuncia al tener: "Vende lo que
tienes". Hoy la pide al poder: "El esclavo de todos". Como él lo
es: "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo pasando por uno de tantos" (Flp 2,6). Después de aquél sobre las
riquezas, el Evangelio de este domingo nos da a conocer el juicio de Cristo
sobre otro de los grandes ídolos del mundo: el poder.
12 «Jesús les dijo: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones,
las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero
no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande
entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre
vosotros, será esclavo de todos”». Tampoco el poder es intrínsecamente malo,
como no lo es el dinero. Dios se define a sí mismo «el omnipotente» y la
Escritura dice que «el poder pertenece a Dios» (Sal 62, 12).
13. Ya que el hombre había abusado del poder que se le había concedido,
transformándolo en dominio del más fuerte y en opresión del débil, Dios para
darnos ejemplo, se despojó de su rango; de «omnipotente» se hizo «impotente».
«Se desnudó de sí mismo, tomando la condición de esclavo» (Flp 2,7).Transformó
el poder en servicio. «Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra
árida. Despreciado y deshecho de hombres, varón de dolores y conocedor de
dolencias».
Se revela así un nuevo poder, el de la cruz: «Dios ha escogido lo necio del
mundo para confundir a los sabios» (1 Cor 1, 24). María, en el Magnificat,
canta esta revolución silenciosa obrada por la venida de Cristo: «Derribó del
trono a los poderosos» (Lc 1, 52).
14. El problema del poder no se plantea, sólo en el mundo político. El cambio
nos afecta a todos. El poder tiene infinitas ramificaciones, se mete por todas
partes. Hasta en la Iglesia. Es fácil unirnos a los que están siempre
dispuestos a dar golpes en el pecho de los demás. Es fácil denunciar culpas
colectivas, o del pasado; es más difícil denunciar las personales y actuales.
15. María dice que Dios «dispersó a los soberbios de corazón; derribó del trono
a los poderosos» (Lc 1, 51). Señala dónde hay que combatir la «voluntad de
poder»: el propio corazón. Nuestra mente puede convertirse en un trono desde
donde dictar leyes y fulminar a los que no se nos someten y así nos convertimos
en la práctica, en los «poderosos en sus tronos». En la misma familia es
posible, que se manifieste nuestra voluntad innata de dominio y atropello,
causando continuos sufrimientos. El Beato Juan XXIII decía que la paciencia era
el fruto de un largo trabajo que se elaboraba en el corazón.
Por eso Jesús opone al poder el servicio. Un poder para los demás, no sobre los
demás. El poder confiere autoridad, dominio, pero el servicio confiere a la
autoridad respeto, estima, altura moral sobre los demás, no violencia. Jesús
decía que habría podido pedir al Padre doce legiones de ángeles para derrotar a
los enemigos que le iban a torturar y crucificar (Mt 26,53), pero prefirió
rogar por ellos. Y así logró su victoria.
16. Pero ¡alerta! Que el servicio no se expresa, siempre y sólo con el silencio
y la sumisión al poder. A veces será necesario alzar valientemente la voz
contra el poder y contra sus abusos. Así lo hizo Jesús. Él experimentó el abuso
del poder político y religioso de la época. Se hizo cercano a todos los que en
cualquier ambiente, familia, comunidad o sociedad civil, sufren un poder
soberbio, indiferente, altanero y tiránico, que no tiene en cuenta la debilidad
del prójimo, que en fin de cuentas no son más que pobres criaturas humanas, que
sólo con la ayuda de Jesús pueden no «sucumbir al mal», sino vencer «el mal con
el bien» (Rm 12, 21).
17. El Señor pidió la negación a Abraham exigiéndole el hijo de la promesa; a
Israel, salir de Egipto, que, aunque iba camino de la liberación, protestaba,
porque le había quitado lo que tenía allá y le hizo vivir en una soledad de
desierto, por todas partes nada, nada, nada, y en el monte nada, donde no puede
tener ni poseer más que sequedad, alacranes y escorpiones. Así aquilataba su fe
que, la mayoría no supo aprovechar. Igualmente sigue pidiendo renuncia, para
llegar al todo. Es que no se trata de acercar a más gente, sino de purificarnos
nosotros con lo cual se salvará y se santificará más gente: "Mi siervo
santificará a muchos, cargando con sus crímenes". Purificación de todos,
sobre todo de los más encumbrados. Nitidez de todos, para difundir más
claramente la luz.
18. ¿Podéis beber el cáliz? Con generosidad respondieron los Zebedeos: "Lo
somos". ¿Somos capaces de beber el cáliz?. Jesús nos invita a participar
sacramentalmente en su sacrificio al comer su eucaristía, en la que morimos al
pecado y recibimos la fuerza para responder como Santiago y Juan: "Somos
capaces". "Contamos con un sumo sacerdote que no es incapaz de
compadecerse de nuestras debilidades, porque ha sido probado en todo como
nosotros, por eso acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente"
Hebreos 4,14.
P. JESUS MARTI BALLESTER