DOMINGO 33 CICLO B
LA PRIMAVERA ESTA CERCA.
LOS SABIOS BRILLARAN COMO EL FULGOR
DE LAS ESTRELLAS
1 El profeta Daniel, como Marcos, transmitiéndonos palabras de Jesús, coinciden en que aquellos serán "tiempos difíciles, equivalentes a "una gran tribulación", aunque el mensaje es de una gran esperanza, realidad primaveral esplendorosa.
2 "Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua" Daniel 12, 1. La luz de la Revelación es como la luz del sol que, desde la aurora hasta el cenit va progresando. Esta profecía de Daniel es el primer indicio de la resurrección que aparece en el Antiguo Testamento. Mientras el libro de Job permanece casi en la trágica oscuridad de ignorar la razón del dolor y del sufrimiento, y con una concepción de la retribución tan humana e intramundana, que las más de las veces aparece injusta, porque el inocente es castigado con enfermedades y desgracias, y el culpable vive en la abundancia y goza de salud y es poderoso, el libro de Daniel ya habla de doble retribución: vida perpetua, ignominia perpetua.
3 Es la hora de la salvación del "pueblo de Daniel", "de todos los inscritos en el libro". No sería justo que santos y pecadores recibieran todas las mismas sentencias. ¿Teresa del Niño Jesús, igual que Nerón o que Hitler? La muerte equivale a un sueño, del cual despertarán muchos de los que duermen en el polvo, unos, para convertirse en estrellas que "brillan en el fulgor del firmamento", otros "para ignominia perpetua".
4 También el piadoso autor del salmo, tiene la certeza de la vida eterna, en la que "será saciado de gozo y de alegría a la derecha" y en la presencia de Dios, "que es el lote de su heredad, que no le entregará a la muerte y a la corrupción total del sepulcro Salmo 15. Por eso su carne descansa serena".
5 "Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que está cerca la primavera; pues cuando veáis suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta" Marcos 13, 24.
6 Con sus discípulos había salido Jesús del Templo, y atravesando el torrente Cedrón, habían subido el monte de los Olivos. Desde allí se veía el Templo en toda la plenitud de su esplendor. Herodes había construido con gran magnificencia aquel templo, deseando congraciarse, como siempre, con los judíos. Cuando era embestido por el sol, se convertía en una hoguera de luz. Dijeron los discípulos a Jesús: -"Maestro, mira qué piedras y que construcción". -"¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra. Todo será destruido". Jesús, en lenguaje apocalíptico, profetiza una destrucción doble: la del Templo y la de la ciudad, que le lleva a la cruz: "Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces he querido cobijarte sobre las alas como la gallina a sus polluelos y tú no has querido", y Jesús había llorado amargamente por su pueblo, y la de este mundo de pecado.
7 Quisieron los discípulos saber la fecha, y Jesús responde que nadie lo sabe, sólo el Padre. Los primeros cristianos creyeron que la venida de Cristo iba a ser muy próxima, que era inmediata. Pero el hecho de que "el Hijo del hombre enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde un extremo de la tierra al otro extremo del cielo", precisa mucho tiempo para que el evangelio haya podido ser anunciado a todos los pueblos, designados por esa frase de Cristo. Con todo, hay que estar vigilantes porque el Hijo del hombre vendrá para cada uno cuando llegue la hora de la muerte individual.
8 Está en marcha el nuevo mundo; se está gestando la nueva creación. Ahora mismo es invisible. Pero Dios está actuando en todos los hombres, y en las instituciones, y en las familias, con su gracia y con los sacramentos. La higuera aparentemente y visiblemente está seca, pero la savia la recorre entera. Cuando llegue la primavera se pondrán tiernas las ramas y comenzarán tímidamente a brotar las yemas.
9 Antes de que los enemigos todos sean puestos como estrado de los pies de Jesucristo, el Señor, va santificando a sus elegidos, todos los hombres que escuchen su mensaje, con una sola ofrenda Hebreos 10, 11. La de su sacrificio redentor, que con la proclamación y contemplación de su palabra, vamos a renovar. Es el sacrificio que hace al Padre propicio a otorgarle el perdón de los pecados al mundo y a concederle la actualización de todos los bienes salvíficos. No es algo rutinario lo que estamos celebrando, sino el mismo sacrificio del Calvario que recrea el mundo y origina la primavera. Porque no va a ser el odio el que triunfe, sino el amor. No va a triunfar el pecado, sino la gracia. Porque la misericordia de Dios es más grande que el pecado. Y el odio es superado por el amor de Dios, "que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado".
P. JESUS MARTI BALLESTER
jmartib@planalfa.es