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JESS MART BALLESTER

IDEARIO

 

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AMOR Y CRUZ

OBISPADO DE TERUEL

Vicara General

Visto el Ideario Amor y Cruz de D. Jess Mart Ballester y no habiendo en l nada que se oponga a su publicacin, concedemos el IMPRIMTUR en cuanto de nosotros depende y segn derecho.

Teruel, 23 de marzo de 1979. EL VICARIO GENERAL, Emilio Delgado  

 

INTRODUCCIN

Como son muchas las personas que nos piden conocimiento de la Institucin AMOR Y CRUZ, hemos decidido, con nimo de dar a conocer su espritu y los medios para vivirlo, dar a luzeste Ideario por el que actualmente se inspira y se rige.

No es algo definitivo y cerrado. Estamos en rodaje y experimentando y estoy seguro de que estas ideas han de ir sedimentndose, perfeccionndose y enriqueciendo con el paso de los das.

Si tuviramos que esperar a publicarlo cuando ya lo tuviramos perfecto no vera nunca la luz. Con lo que no podran conocer la Institucin los que estn interesados en ello.

El fin de la publicacin es dar a conocer.

Pero adviertan los que lean que estamos en periodo constitutivo y de adaptacin y que cualquier observacin no debe ser para excluir, sino quiz, para enriquecer, adaptar y ampliar.

Cada caso merece un tratatamiento adecuado y, por tanto, cuantos sientan el ansia de la contemplacin pueden sugerir sus caractersticas que, sin duda, podrn encontrar marco adecuado,

Esto no es un horizonte cerrado e ineludible, sino unas lneas capaces de una gran flexibilidad.

Toda la flexibilidad que el Espritu Santo nos requiera en cualquier momento.

                 Barcelona, 1 de marzo de 1979

 

 

 

 

 

 

IDEARIO  

AMOR Y CRUZ  

PRIMERA PARTE  

 

CAPITULO 1.—NATURALEZA

 

Artculo primero.—AMOR Y CRUZ es una Institucin al servicio de la Iglesia que pretende conseguir la profunda penetracin del genuino espritu de Cristo, sintetizado en su ttulo, en los distintos ambientes en que acte.  

Artculo segundo.—AMOR Y CRUZ est integrado por una familia religiosa de Teresianas, una de Sanjuanistas y un Instituto Secular de Amor y Cruz o Amorcrucistas, con dos ramas: Masculina y femenina.  

Artculo tercero.—Teresianas y Sanjuanistas son un Instituto Religioso de mujeres y uno de hombres atados a Cristo con los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, que viven en comunidad para mejor conseguir los fines del Instituto, sometidos en todo a lo que el Derecho Cannico de la Iglesia tiene legislado o pueda legislar en adelante sobre estos organismos.

Artculo cuarto—El Instituto Secular de Amor y Cruz o de Amorcrucistas est formado por un equipo de hombres y mujeres que viven en sus propias casas en castidad conyugal o castidad perfecta, segn su estado, y en pobreza y obediencia. Se integran en la Obra para participar de su espritu y aportar a la vez a la misma su colaboracin. Se rigen, de una manera ms amplia, por estos Estatutos y quedan sujetos a la Jerarqua como miembros de un Instituto Secular.  

 

CAPITULO 11.—FIN GENERAL  

Artculo quinto.—AMOR Y CRUZ tiene como fin ser una comunidad en la Iglesia en la que Cristo habite por la fe en sus corazones, arraigados y cimentados en amor, a fin de que sean capaces de comprender con todos los santos, cul es la anchura y la longitud y la altura y la profundidad, y conocer el extremo amor del Cristo, de modo que lleguen a plenitud en toda plenitud de Dios (Ef. 3,1819). Una vez vivido a Cristo quieren infundir su genuino espritu en el mundo llevando a los hombres el conocimiento de Jess y de su Iglesia, hacindoles saborear la vida de oracin intensa, de confianza en Dios Padre; "A Aquel que puede, por encima de todo, hacer mucho ms de lo que le pidamos o conozcamos, segn la potencia que obra en nosotros (Ef 3, 20); y tomar conciencia de estar todos insertos en la historia de la salvacin por la que se manifiesta el querer de Dios de que, incorporados a Cristo y en El divinizados, todos los hombres se salven.  

Artculo sexto.—Los miembros de Amor y Cruz son llamados por Dios a la prctica de los consejos evanglicos para que, profesndolos fielmente, se consagren de modo particular al Seor, siguiendo a Cristo, quien, virgen y pobre, redimi y santific a los hombres por su obediencia hasta la muerte de Cruz.  

Artculo sptimo.—La Obra de Amor y Cruz pretende profundizar en el pensamiento de Santa Teresa, de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Lisieux y vivir los ejemplos y enseanzas de estos grandes y doctos maestros de la vida teologal it en Cristo adaptndolos a los tiempos actuales, segn la sana renovacin querida por el Concilio Vaticano II, integralmente interpretado; conjugando esta doctrina con la de los Padres y Doctores de la Iglesia y enraizada en una teologa viva, que se nutra en una sapiencial visin de la Sagrada Escritura, permanecer fiel al Magisterio perenne de la Santa Madre Iglesia.  

Artculo octavo.— Quieren ahondar ms y ms en el claro y profundo conocimiento de las ideas de sus Reformadores y extender mucho ms all del mbito del Carmelo, de las rejas, las mismas enseanzas. Hacer una invitacin a los cristianos, vidos de verdad viviente, al conocimiento de ese misterio de nuestra vida teologal en Cristo, de la que los dos santos Reformadores son experimentados vivientes Doctores y Maestros as reconocidos y declarados por la Iglesia.  

Deshacer el mito de que Santa Teresa y San Juan de la Cruz han de quedar relegados a las, cada vez ms reducidas comunidades monacales, y llevar al nimo de mayor nmero de almas el sentido humano y universal de la enseanza teresianosanjuanista, que es doctrina de la Escritura y, en especial, del Evangelio.  

Artculo noveno.—Tienen como fin la santificacin notable de sus miembros para glorificar ms excelsamente a Dios e influir ms decisivamente en la edificacin del Cuerpo de Cristo en el quieren ser el corazn al estilo de Santa Teresta del Nio Jess: mi vocacin es el Amor (Manuscritos, cap.11,11-15) y segn la doctrina del Apstol San Pablo (1 Cor 12-33). Su ideal ser vivir una vida celestial y divina logrando despertar en todos un inmenso sentido de espritu y borrar el sentido de carne para ser muy eficaces en el pueblo de Dios, a cuyos ciudadanos quieren aportar savia de vida con su oracin y sacrificio con su Amor y con su Cruz de vida inmolada.  

Art. 10.—Han de penetrarse con hondura de que su eficacia en la Iglesia depende del grado de su caridad divina que en ellos infunde el Espritu, conscientes de que, cuanto ms fervientemente se unan a Cristo y ms total y generosamente se entreguen a s mismos, despojndose totalmente de las obras de la carne, ms lozana y pura y luminosa ser la vida de la Iglesia y mayores y ms duraderos frutos producir su apostolado. No solamente hay que estar muertos al pecado, sino que, renunciando con entereza y voluntad perseverante a las obras de la carne, deben vivir nica y exclusivamente para Dios. Esta es la razn de ser de los Religiosos y Religiosas de Amor y Cruz: entregar su vida entera al servicio del Dios vivo y trascendente, por medio de su consagracin religiosa, que, radicando en el Sacramento del Bautismo, se desarrolla y madura y florece en esta inmolacin total, donada a Dios con la alegra del Santo Espritu que filialmente madura en ellos el don de piedad.  

Art. 11—Su consagracin la hacen a la Iglesia, es decir, a Cristo. Ella, en su nombre, acepte la ofrende de su servicio. Con esto quieren seguir las huellas de su Divino Maestro que se entreg por la Iglesia para que sea Santa y sin mancha. Al propio tiempo, siendo porcin escogida de la Iglesia, se sienten esposas del Esposo Casto, que con tanta predileccin les ha llamado para continuar su obra, pues es mucha la mies y blanquea para la siega. Los Sagrados Pastores, Cabezas de Cristo en las dicesis, esto es, en las Iglesias particulares, o en la Iglesia Universal, sern venerados con sagrado honor por los miembros de Amor y Cruz que han sido por ellos llamados al insigne servicio de Dios en su Pueblo Santo.  

 

CAPITULO III.— VIRTUDES  

Art. 12. — Con la prctica de los consejos evanglicos quieren destacar el ejercicio de una humildad de corazn, sencillez de paloma, fortaleza en las pruebas, que ponga, a un mundo en rebelda, una sincera y noble obediencia; a un materialismo y hedonismo destructor, la limpieza de corazn; a una sociedad de consumo, la pobreza de vida y de medios, como David opuso a la fuerte armadura, la debilidad de su honda; a una soberbia bablica de un mundo que cree que se basta a s mismo y niega a Dios, la humildad de la esclava del Seor; a una poltica de doblez, de conveniencias, acomodaticia, la sencillez del que busca el Reino de Dios, que no es de este mundo; a una inconstancia ante el sacrificio y la ley del dolor, la fortaleza de Mara al pie de la Cruz.  

Art. 13.—AMOR A CRISTO. No tienen ms tesoro en la tierra que a Cristo y a ste crucificado. El es su madre y sus hermanos. El es su recompensa grande sobremanera. El la preciosa perla por la que venden todo lo que tienen para comprarla (Mt 13,45-46). Es el tesoro escondido (Mt 13,44) que tratan de descubrir a travs de los velos de la fe que ha de hacerse cada vez ms luminosa.  

Art. 14. - TAREA ARDUA. Sean hombres y mujeres apasionados por Cristo, pescadores incansables de hombres a quienes descubran el misterio del amor y de la cruz de Cristo, seguidores de Jesucristo, inasequibles al cansancio por la difcil senda que lleva a la Vida. Quieren imitar a Jesucristo y por eso leern y meditarn la Escritura y el Evangelio da y noche, ms que con la mente con el corazn. Esta pltora de vida que llegar por los caminos de la oracin les conducir a la solicitud por conseguir el triunfo de los intereses de Cristo. Este triunfo no siempre es sensible ni visible. Por eso ser difcil que perseveren en la vocacin quienes no sean profundamente sobrenaturales; quieran partir su corazn con amor de criaturas; no se satisfagan con slo Dios. El amor de Cristo, que no tiene dnde reclinar su cabeza, descarga en aquellas almas que se entregan, con todas las fuerzas de su ser, al cumplimiento de su vocacin de hombre y el amor es exigente, porque es celoso, porque no puede ser de otra manera. Slo el hombre que ha liberado de las tinieblas su entendimiento, su voluntad y su sensibilidad, es el hombre que est dominado por el amor, y, por tanto, el hombre realizado a imagen del Hijo de Dios, el hombre divinizado. Hay que reconocer y no olvidar nunca que esta tarea es ardua, la ms difcil de las que el hombre est llamado a realizar, porque tiene unas exigencias de purificacin y de noche, del sentido y del espritu, activas y pasivas, que slo nimas animosas remontan. Pero no les domine el desnimo ni al contemplar las dificultades, ni al verse lejos de la mete. Anmeles el pensar que la vida cristiana, como toda vida, tiene una Ley de crecimiento ineludible que hace imposible quemar etapas y que no se pueden andar kilmetros sin antes andar metros. Mediten en las palabras de la Escritura que el labrador espera pacientemente a que llegue la cosecha, tras muchos das y noches, de sol, de roco, y tambin de helada. Es intil y perjudicial intentar abrir con los dedos el capullo de la rosa, trabaja tan lentamente el que abre sus ptalos!... Pero eviten el abandono y la pausa injustificada, por la misma razn de que la ascensin del hombre es obra de dos: de Dios y suya, en colaboracin, y que, si no se puede precipitar el florecer de la rosa por la actividad del hombre, s que puede sta no llegar a florecer nunca por no exponerla a los rayos del sol y por no regara debidamente. Evitar esas santidades que, en frase de Santa Teresa, van tan paso a paso... hora es de dar un buen vuelo y remontarse. Pero imposible volar si el ave est atada, por fino que sea el hilo que la ata. Mantener, no obstante, los deseos y, si se persevere, por muchas cadas que sufran, cuando menos lo piensen, habrn llegado, s hacen lo que est de su parte. Srvales tambin de estmulo la contemplacin de la cumbre a la cual tienden. Si la subida es fatigosa, la llama es deleitosa. Si las primeras moradas son trabajosas, porque a vueltas de sabandijas y bichos no dejan sosiego a la pobre alma, las ltimas moradas son dignas de todos los sacrificios. Su gran confianza la han de poner en que el que empez en ellos la buena obra no dejar de terminarla el da de Cristo Jess (Filp 1, 6).  

 

CAPITULO IV.—VIDA DE COMUNIDAD. CARIDAD  

Art. 152—Viven en comunidad. Realizan de esta manera el ideal de la Iglesia propuesto por Cristo, porque as, de una manera evidente, proclaman ante el mundo la divina filiacin, la fraternidad cristiana, la unidad cm la Trinidad a que con Cristo, por El y en El son llamados los hombres y tiene misin de conseguirlo la Iglesia. Al menos lo consigue, de una manera ms calificada, en los religiosos, que, a ejemplo de Cristo y los apstoles, viven en comunidad. La Iglesia primitiva as lo entendi cuando la muchedumbre de los creyentes tenan un corazn y una sola arma, se nutran en la doctrina del Evangelio del Seor, participaban en la fraccin del pan, perseveraban en la oracin y en la unin con el mismo espritu. Incluso poniendo sus mismos bienes materiales a los pies de los Apstoles para el servicio de los hermanos y sus necesidades. Por este carcter pblico de fraternidad evanglica visibilizarn el misterio de la Iglesia como fraternidad. El Seor vivir con ellos por haberse reunido en su Nombre y el Espritu les llenar de su caridad, con la que mortificarn las divisiones, intemperancias, palabras hirientes, suspicacias y faltas de caridad en general. Si algo les ha de distinguir, como a los discpulos de Jess, sea la caridad mutua, sobrenatural, pero cordial, dando lo suyo y a s mismos unos a otros para conseguir la madurez del amor.    

CAPITULO  V—CASTIDAD  

Art. 16. — Consagran a su Dios su castidad perfecta. Pero mdase bien lo que esto compota. Importa decirlo aqu porque el mismo Concilio en el Decreto Perfectae Caritatis amonesta no dejarse prevenir por falsas doctrinas al respecto. Si el Concilio las seala es porque proliferan hasta el punto de diezmar, de una manera alarmante, las filas religiosas y sacerdotales. El amor lleva por inclinacin natural al hombre hacia la mujer y viceversa. Pero ellos como religiosos, renuncian por su castidad a la mujer como objeto amoroso. Mas el vaco absoluto ni se puede dar en el orden fsico ni el psicolgico. Apresurmonos a decir que ese vaco no debe darse en ellos. Lo hemos dicho antes: Jesucristo, Dios y Hombre, ha de llenar su corazn y su sensibilidad. Si esto no se logra, si no es Dios trascendente y personal, si no es la infusin de su Espritu de amor, que es una Persona, quien llena y domina su vida toda, no sern hombres y mujeres equilibrados. El amor en el hombre es el gran catalizador de las mejores y ms exquisitas facetas y entregas. Ante el objeto del amor el hombre da los saltos ms ardidos. Las mejores creaciones del genio, los ms altos valores masculinos han tenido como motivo y resorte el amor. Si quitamos al religioso el objeto amoroso que pide su naturaleza de hombre o de mujer, o lo llenamos con un objeto superior que canalice toda su fuerza de amor, o mutilamos al hombre y a la mujer en sus ms exquisitas realizaciones. Y encima lo convertimos en un resentido, incapaz de valorar el mundo de lo bello y de lo noble, y queda hecho un ser suspicaz que, parece como defraudado por alguien, o por la sociedad, de aqu resulta un carcter agresivo e incapaz de hacer el bien por la convivencia y, sobre todo, de arrastrar a otros hombres tras el que deba ser ideal de su vida.  

Art. 17.—Los Sanjuanistas y Teresianas son los hombres y mujeres de la trascendencia. Levantan ms el vuelo. Actualizan y viven lo sobrenatural. Consagran todas sus fuerzas, y su afectividad al Reino con lo que lo estn anunciando de la manera ms elocuente que puede ser anunciado: viviendo, ya, en la carne, como vivirn resucitados, como los ngeles viven ya en el Cielo, como si no tuvieran carne. Estos hombres y mujeres ya no quedan incompletos. Ya no tienen la sensacin de vaco que les agrie el carcter y les hace infelices. Han acertado a llenar ese vaco con una Persona superior: Jesucristo. Una vez ms su vida es Cristo, y el centro es Cristo y su vivir es Cristo y la pasin y razn de ser de su vida es Cristo, no solo pensado, sino efectivamente amado. Cristo tambin es capaz, no va a serlo, si lo es una criatura?, de magnetizar una vida, de llenar un corazn, de centrar por completo una actividad incesante. Las mayores gestas de la historia las protagonizan enamorados de Jesucristo. Hasta la geste de la sangre, que es el mayor y ms convincente de los testimonios. (Pascal deca que slo crea en los testigos que se dejaban matar).  

Art. 18.-Es necesario para mantener en equilibrio santo la vida afectiva humana el dilogo afectuoso con Cristo. Por eso seguimos a Santa Teresa, porque ella acert a dar de la oracin, la definicin ms humana que se ha dado: tratar de amistad con quien sabemos nos ama. No est mucho la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, por eso aquelo que os moviere a amar, eso haced. (Mor IV, 1,7).  

Art. 19.—Pero esa joya de la castidad es del orden sobrenatural, es un singular regalo de Dios. Es un fruto del Espritu. El "Decreto Perfectae Caritatis lo llama don exquisito de la gracia. Y tiene su precio. Exige una vida mortificada. No bastar la oracin, el trato afectuoso con el Seor, mejor dicho, tampoco ste ser posible, sin una constante mortificacin de los sentidos y de la sensibilidad. El Concilio amonesta a los religiosos que no presuman de sus propias fuerzas, que tampoco omitan los medios naturales aptos y tiles para la salud del alma y del cuerpo. Hay que pedir la castidad. No basta con haber hecho el voto un da lleno de santo fervor. Hay que suplicarla muchas veces y muy humildemente cada da. Que nadie se fe, no quiera nadie tentar a Dios. Nadie se engae pensando que estos tiempos han abolido el pecado original.  

Art. 20._-_Por la castidad virginal estn creando mundos. Mundos, no de materia, sino de espritu. Por ella estn recordando a los hombres que slo quien despliega sus velas al soplo del Espritu, dirigiendo la proa de su barca al Impulso del mismo que sopla y no saben de dnde viene ni a dnde te lleva, como Abrahn sigui la voz de Yahv, podr superar esa inmensa angustia de la agona que es el vivir. Por la castidad virginal son ciprs que escala la altura y la seala, pudiendo ser madera que cuece el yantar alimentando el hogar pueblerino. Son pino que d sombra al cansado caminante, Inspire sosiego al desquiciado advenedizo, con el desorden en su alma, son luz, humedad, oxgeno del espritu que se hace vitalmente necesario en la era de la contaminacin atmosfrica del alma.  

Art. 21.- El hombre, por voluntad de Dios, engendra, no para lograr un placer de carne, sino para alargar la vida, don supremo de su creacin. El hombre debe engendrar suplemento de alma a esos cuerpos de barro y esto slo lo hace el virgen y cuanto ms virgen ms fecundo.  

Art. 22.—El hombre, por instinto propio, engendra, ms que por un placer, se dar o no se dar cuenta, por una intrnseca necesidad de perpetuar su vida, que no quiere perder. Es ntimo y desesperante deseo del hombre el grito de la Escritura: No he de morir, yo vivir (Sal 117,17). Por eso engendra el hombre para asegurar, de alguna manera, su sed inextinguible de inmortalidad, que afirma en sus hijos, a travs de los cuales el hombre siente enlazada su vida y su alma con el futuro; cuando le fallen sus fuerzas le suplirn las de sus hijos, suyas, de algn modo; siente que ellos le perpetuarn, con lo cual se ilusionar de que no muere. Pero llega la muerte y entonces an la acepta para que sea realidad la vida de sus hijos. Han de ver claro que no es por los hijos por donde alcanzan la inmortalidad que anhelan, sino por !a renuncia de su vida, por la unin de su muerte mstica con la de Cristo, con la que participan de su resurreccin. Eso es buscar la vida con tal ansia y radicalidad que, acertadamente, para conseguirla, remontan el vuelo sobre los caminos que los humanos, slo ven a la luz de este hemisferio.  

CAPITULO VI—FE  

Art. 23.- Son los hombres de fe. Sin la fe es imposible lanzarse a la inseguridad del futuro, condicin de los hombres, de los que se casan y de los que son vrgenes. Pero ellos tienen sobre esta inasegurabilidad de los que se casan, que no saben lo que durar su amor, ni si fallar ella, o se cansar l, la firmeza de la fe que les dice que Dios no fallar. A. Casona, en Corona de amor y muerte dice en el acto 3 Diez aos. Pero sabes, lo que son diez aos felices de mujer? No, pobre Pedro, ni lo sospechas siquiera. Son tres mil das de angustia entre todos los miedos posibles: el de perder la juventud y la belleza, el de no encontrarte una maana al despertar, el de slo pensar que dejaras de quererme... Y, a veces, el ms terrible y estpido de todos: el miedo de que algn da, sin saber cmo, pudiera dejar de quererte yo. (Madrid 1967). Ellos oyen en el centro de su don de fe: Yo no te fallar nunca. Aunque una madre se olvidare del hijo de sus entraas, yo te llevo en mis palmas. (as. 49,15).  

Art. 24.-ACCIN DE GRACIAS. Sern los hombres y mujeres de la accin de gracias por haber sido elegidos para desposar su vida en totalidad con el Absoluto, pero no difuminado y como algo irreal y etreo, sino como Ser Real y Personal. La accin de gracias por el carisma que recibieron como consejo del Espritu sigue necesariamente a la peticin diaria y continua y humilde del mismo don.  

 

CAPITULO VII—POBREZA  

Art. 252—Teniendo presentes las palabras de San Pablo a los Corintios: Conocis bien la generosidad de nuestro Seor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. (2 Cor 8-9), van a vivir como Cristo, hacindose pobres por su Reino, para enriquecer a muchos con el testimonio de su vida que no almacena en esta tierra, ni se estaciona en la tienda de campaa. Sern pobres para poner su riqueza en el cielo. Como pobres vivirn, como pobres dependern, como pobres trabajarn. El trabajo, expresin de la pobreza y de la inseguridad, y divina penitencia con que Dios quiso que el hombre expiare su pecado. Trabajo manual, intelectual, espiritual... Y trabajo para ganarse el sustento y no ser gravosos a nadie, con paciencia, constancia y diligencia, orden y puntualidad, sin intervalos de divagacin, por amor de Cristo, aceptando de buen grado el sacrificio que comporta y la humillacin de depender de otros.  

Dense prisa, apresrense a la hora de levantarse de la cama y al tiempo de acudir a sus deberes, y el mismo trabajo no sea lento, sino hecho con diligencia, aunque con esmero.  

Art. 26.—Vivan no slo el espritu sino la realidad de la pobreza.  

Art. 27.- Sean el mayor nmero posible de objetos, tales como instrumentos de trabajo, etc., de uso comn, y el mnimo necesario, de uso propio.  

Brille la pobreza en todo, en su calidad, conservacin y uso.  

Nada falte a los hermanos de lo que es necesario pero nada sobre de lo superfluo.  

Art. 28—Entregarn a la Obra ntegro el jornal percibido por su trabajo. La Obra por su parte subvendr a todas las necesidades materiales de cada uno de los hermanos.  

Art. 29—Tambin entregarn a la Obra cualquier obsequio que recibiesen.  

Art. 30 -DE LA PUNTUALIDAD. Es el servicio de Dios el que reclama al hermano y hay que obedecer su voz que llama. El ejercicio de esta puntualidad ser acto de religin y de caridad, de presteza y de amor a la Obra.  

Hay pretextos para comenzar fuera de la hora: Siempre hay que mirarlos como estratagema del diablo. La violencia que hay que padecer para vivir en esa puntualidad forma parte de la cruz de la vida comn y no nos es lcito aliviarla ya que siempre sera un perjuicio del orden y de la santidad comn y particular a que hemos de aspirar con todas nuestras fuerzas.  

Art. 31.-DEL CUIDADO DE LA SALUD. La salud es don de Dios. No podemos atentar contra ella. Debemos economizar energas que, cuando se es joven, no se ven necesarias porque se tiene un caudal por delante.  

CAPITULO VIII—OBEDIENCIA  

Art. 32. — El mayor, por ms noble, bien que el hombre posee, es el que ofrecen a Dios por el voto de obediencia. Por l insertan su pequea voluntad, firmemente y con suma paz, en la Voluntad Infinita de Dios que, queriendo que todos se salven, hace un salvador con El de cada consagrado. As Cristo, que no tuvo ms voluntad que la de su Padre, nos redimi a pesar de las repugnancias de su Voluntad humana.  

Art. 33.—No empequeece el voto de obediencia la personalidad del hombre antes al contrario, la talle a la altura de Dios, pues ya no se mueve en la esfera de lo caduco y terrestre, sino en la soberana libertad del reino de los hijos de Dios.

 

CAPITULO lX.—TRABAJO  

Art. 34.-"Cada uno en su oficio, sintase obligado a la ley comn del trabajo y a procurarse as lo necesario para su sustento y sus obras (PC 13,c.).  

Art. 35.- Sabemos que, con la oblacin de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo quien dio al trabajo una dignidad sobre eminente laborando con sus propias manos en Nazareth (GS 67, b).  

Art. 36.- Recuerden todos que con el culto pblico y con la oracin, con la penitencia y la libre aceptacin de los trabajos y desgracias de la vida, con la que se asemejan a Cristo paciente (2 Cor 4, 10; Col 1, 24) pueden llegarse a todos los hombres y ayudar a la salvacin del mundo entero. (A. A. 16, g).  

Art. 37.- Por el trabajo el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede practicar la verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la creacin divina. (GS 67, b).  

Art. 38 —Emplense los descansos oportunamente para distraccin del nimo y para consolidar la salud del espritu y del cuerpo. (GS. 61, c).  

 

SEGUNDA PARTE  

FIN ESPECIFICO  

CAPITULO 1

 

Art. 39 .-  APERTURA AL DIALOGO FRATERNO.

Han de procurar no vivir como marginados de los problemas humanos y esto lo conseguirn con la apertura de sus casas al dilogo fraterno, con aquellos que tengan necesidad del oxgeno sobrenatural de sus casas, dando toda suerte de facilidades para que puedan reposar del ajetreo que confusiona y liberarse de la contaminacin del materialismo a quienes lo soliciten, salvando la medida siempre de la prudencia y de sus propias posibilidades.  

Art. 40. - PROMOClON HUMANA. Han de adquirir una promocin humana, sobre todo cultural y teolgica, que agrande sus posibilidades de recibir la insercin de lo sobrenatural.  

Art. 41. - PERSONAS DE SU TIEMPO. Sean hombres y mujeres de su tiempo: en todo, claro es, lo que su tiempo tiene de positivo. Vamos a renovar una estructura por la que Dios sigue nutriendo de su vida a su pueblo. Nuestro propsito es que esa estructura, esos medios, sean canales y conducciones de acuerdo con los problemas de la ingeniera del siglo XX, no acueductos romanos. Estos cumplieron una misin en su tiempo, hoy no nos sirven, pero el agua, entonces y ahora, nos es necesaria porque slo ella nos puede hacer dar el salto a la Vida Eterna. Conservemos el agua, descubramos y hagamos aflorar nuevas fuentes, manantiales vivos, pero no nos empeemos en hacer fines de los medios. Para esto no se nos oculta que nos har mucha falta el discernimiento sapiencial de Dios para probar y quedarse con lo que es eficaz. La oracin, tan asidua, agrandar la capacidad vital de estos hombres que quieren, con la gracia del Seor, ser manantial y vivero.  

Art. 47. - CAMlNO ESTRECHO. EN EL MUNDO PERO NO DEL MUNDO. Muchos cristianos de nuestro tiempo comprueban, apenados, cmo el mundo se ha ido separando cada vez ms rpidamente de la Iglesia. En una buena parte se ha dado la reaccin, de buena fe, de que la Iglesia est con el mundo, a costa de sacrificar lo que sea. No es ste el camino de la salvacin del mundo. No es hacindose los religiosos como los del reino de la tierra como se convertirn en sal, luz, levadura y grano de mostaza. No os ajustis a este mundo. (Rom 12, 2).  

Deben saber que no es haciendo a Jess del mundo, sino haciendo al mundo de Jess, es decir, hacindolo de selvtico, humano, de humano, divino, (Po XII) como se realizar la unidad con el Padre.  

Han de vivir en el mundo pero sin ser del mundo, para poder ser llamada escatolgica de un mundo trascendente y feliz; es decir, no han de transigir con el mal para que no se les aparte el mal, sino que han de sentir la splica de Cristo al Padre: No te ruego que los apartes del mundo, sino que los preserves del mal (Jn, 17,15).  

Art. 43. - LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ NO LES SEGUIRN. Comprenden que ser doloroso estar solos o quedarse pocos pero sacarn fuerzas de la conducta de Jess que en Cafarnan se qued solo al anunciar un pan sobrenatural y, con sereno herosmo, pregunt a los apstoles si ellos tambin le queran dejar, dispuesto a no aguar el vino del amor sobrenatural, ni de ensanchar el camino estrecho que conduce a la Vida, aun corriendo el riesgo de no obtener una triunfal acogida (Juan 6,60-67). San Pablo les dir: Por m parte, nunca me he de gloriar sino en la Cruz del Seor nuestro Jesucristo por el cual el mundo est crucificado para m y yo para el mundo. (GAL. 6,14).  

Art. 44. - DE LAS VOCACIONES. Las causas de la crisis de vocaciones que la Iglesia est padeciendo son falta de plenitud de una fe conscientemente profesada, deterioro de costumbres humanas y cristianas, falta de interioridad, de meditacin y oracin que es base de la actividad del cristiano, convencimiento de que el silencio interior en el cual solamente es dado conocerse verdaderamente a s mismo, es cosa desfasada que hay que abolir y, consiguientemente, se pierde la ocasin de escuchar la llamada Ven sgueme.  

El secularismo extendido que tan fcilmente aleja o mantiene alejado de lo sagrado. El sentimiento de incertidumbre y como de provisionalidad, favorecida por una cierta problemtica religiosa, desanima de emprender una vida rica en satisfacciones espirituales pero tambin de sacrificios y renuncias. Todo eso son complejas causas de la crisis de vocaciones. No debemos desanimarnos. Pongamos a los males remedios.  

A la secularizacin y falta de fe plena opongamos una fe viva y sentido del misterio, convencimiento profundo a la incertidumbre, a la problemtica desorientadora, claridad de ideas sobrenaturales y, sobre todo, adoptemos el supremo remedio que nos dio el mismo Seor: Orad al Seor de la mies que enve operarios a su mies (Mt. 9, 38).  

Oremos, confiemos y cuidemos de los grmenes de vocacin que veamos verdean en nuestros ambientes. Sea nuestra oracin ms frecuente la peticin de vocaciones a la Obra de Amor y Cruz, seguros de la nfabilidad de esa oracin incesante. (Conf. Pablo VI al Sacro Colegio Cardenalicio reunido con motivo del onomstico del Papa; O. R. 23-6-1974).  

Art. 45. - NECESIDAD DEL DOLOR PARA SALVAR AL MUNDO. As como llega un momento en las relaciones de madre e hijos en que aqulla no puede hacer otra cosa por los suyos que amar, orar, sufrir y dar testimonio, ha llegado esa hora para el mundo; han de estar dispuestos, para salvarlo, a entregar su vida al amor, al dolor y al testimonio, como lo estuvo Cristo llegada la hora de glorificar al Padre en la Cruz.  

Art. 46.- TENDRN ACTIVIDAD APOSTLICA. PERO POR LA CARIDAD LA TRASCIENDEN. Por poca actividad apostlica que puedan desarrollar, y se ha de procurar que no falte alguna en cada miembro de la Obra, piensen que su accin corresponsable de la redencin no se agota ah en su crculo de accin y eso, por dos razones. Primera porque una sola alma en que se acreciente por su trabajo la vida teologal refluye en toda la Iglesia. Segunda porque cuanto mayor sea el caudal de divina caridad en su alma mayor ser su alcance apostlico en virtud de la ley divina de los vasos comunicantes que se realiza en el Cuerpo Mstico. Motivo de gran gozo es vivir por la fe que su vida va a trascender el tiempo y el espacio. Teresa, Teresita, San Juan de la Cruz tuvieron una limitacin mayor o menor en su accin personal y exterior, segn dispuso para cada uno la Sabia Providencia del Padre. Pero su caridad trascendi su ambiente y sigue influyendo en el Cuerpo de Cristo y seguir hasta el fin de los tiempos.  

Art. 47.- ESTIMULO DEL VATICANO II. El Concilio sigue reconociendo el tesoro que supone para la Iglesia la vida contemplativa. La Iglesia nunca se desmiente a s misma, y lo que estim en todos los tiempos lo sigue alabando en el Vaticano II: Los Institutos puramente contemplativos cuyos miembros, dados totalmente a Dios en la soledad, en el silencio, en la oracin constante, y en la austera penitencia, por mucho que urja la necesidad del apostolado activo, ocupan siempre una parte preeminente en el Cuerpo Mstico de Cristo, en que todos los miembros no tienen la misma funcin (Rom 12, 4). Ya que ellos ofrecen a Dios el excelente sacrificio de la alabanza, enriquecen al pueblo de Dios con frutos esplndidos de santidad, arrastran con su ejemplo y dilatan las obras apostlicas con una fecundidad misteriosa. De esta forma son el honor de la Iglesia y torrente de gracias celestiales (Dec. Perf. Caritatis, n 7).

 

CAPITULO II—SUS MODELOS: CRISTO  

Art. 48.- El gran modelo de su vida lo tienen los Sanjuanistas, las Teresianas y los miembros del Instituto Secular en Cristo a quien no se le ocultaba la necesidad del trabajo apostlico en el mundo y quiso dedicar la mayor parte de su vida al silencio y oscuridad de Nazaret y una pequea parte de la misma a la accin directa de evangelizacin, en la cual no obstante, reiteradamente se dedic a orar de da y de noche... y a sufrir, ser humillado y fracasar... Era necesario que el Cristo padeciese... (LUF 24,26) para que el hombre resucitase.  

Art. 49 -Y MARIA. El otro modelo es Maria. Poca accin apostlica desarroll la Virgen y no fue ello bice para que fuera corredentora y Madre de la Iglesia porque la lleva a toda en su seno como la vio San Juan en el Apocalipsis (12,1-5) y confirma el Vaticano II: Y esta maternidad de Mara perdura sin cesar en la economa de la gracia, desde el momento que prest fiel asentimiento a la Anunciacin y la mantuvo sin vacilacin ante la Cruz, hasta la consumacin perfecta de todos los elegidos. Pues, una vez recibida en los cielos, no dej su oficio salvador sino que contina alcanzan. dones por su mltiple intercesin los dones de la eterna salvacin. Por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la Patria feliz (LG 62). Como Mara deben engendrar a Cristo en las almas por su amor y por su cruz no terminando su accin en la tierra sino continundose potenciada en el cielo, deseo ardiente de Santa Teresita, audaz para su tiempo, que Amor y Cruz recogi en su programa, y que el Vaticano II atribuye a la Mater Eclesiae y Po XII ya lo defini en la "Munificentissimus Deus", en 1950.  

Art. 50.—Es tambin modelo Mara de Amor y Cruz porque si el que hace la Voluntad del Padre es mi Madre, ellos aspiran a hacer la Voluntad del Padre, con toda generosidad, como Maria, para engendrar a Cristo en s y en los hombres, segn doctrina de los Padres de acuerdo con la cual han de procurar vivir. Dicen los Padres: Como el niito formado en el seno as me parece el Verbo de Dios en las entraas del alma que ha recibido la gracia del Bautismo. El Seor abre el seno maternal del alma para que sea engendrado el Logos de Dios y as el alma se hace Madre de Cristo (Orgenes).  

Cada alma lleva en s, como en un seno materno a Cristo. Si ella no se transforma por una santa vida no puede llamarse madre de Cristo (San Gregorio Nacianceno).  

Lo que en otro tiempo sucedi corporalmente en la Virgen Mara, cuando la plenitud de la Divinidad de Cristo, comenz a irradiar a travs de la Virgen, se cumple tambin en cada alma que, sintiendo como el Logos, lleva una vida pura. El prvulo nacido en nosotros es el mismo Jess el cual en los que le reciben, crece de diversas maneras en sabidura, edad y gracia. Porque no es igual en cada uno. Conforme a la medida de la gracia de aqul en quien El recibe la forma, y conforme a la capacidad del que le recibe aparece El como nio, adolescente o varn perfecto. (San Gregorio Niseno).  

Cuando esta alma comienza a convertirse a Cristo es llamada Mara, o sea, recibe el nombre de la Mujer que en otro tiempo llev a Cristo en e! seno: se ha transformado en un alma que engendra a Cristo de una manera espiritual. No todos llegan a dar a luz, no todos son ya perfectos, no todos son Mara, los que ciertamente han concebido del Espritu Santo a Cristo, pero no le han engendrado. Hay hombres que arrojan de nuevo al Verbo de Dios, como un aborto. Haz pues la Voluntad del Padre para que puedas ser Madre de Cristo (San Ambrosio).  

Por esto sois tambin Madre de Cristo, porque cumpls la Voluntad del Padre. Concebid tambin vosotros a Cristo, por la fe, dadle a luz por vuestras buenas obras. Cumpla vuestro corazn en la ley de Cristo lo que en otro tiempo cumpli el seno de Mara en la carne de Cristo (San Agustn).  

Madre de Cristo se hace ante todo el que anuncia la verdad; porque al Seor engendra el que lo introduce en el corazn de los oyentes. Madre de Cristo se hace el que con su palabra engendra en el Espritu el amor al Seor (San Gregorio Magno).  

As los miembros de Amor y Cruz han de engendrar en s mismos a Jess y ayudarle a la Iglesia a engendrarlo en todos los hombres para que todos puedan pasar del seno de Mara al Seno del Padre en la unidad a la que Cristo nos convoca.  

Art. 51.—MARIA. MADRE DE LA IGLESIA. PATRONA. No slo es modelo Mara de Amor y Cruz; la escogi tambin por Patrona. La llamar Patrona con el ttulo de Madre de la Iglesia para corresponder al deseo de Pablo VI manifestado en el discurso de la Clausura de la 3 etapa conciliar el 21-11-1964: As pues, para gloria de la Virgen y consuelo nuestro Nos proclamamos a Mara Santsima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los Pastores, que la llaman Madre Amorosa y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el Pueblo cristiano con este gratsimo ttulo".  

Art. 52—SU EFICACIA APOSTOLICA DERIVA DE SU IMITACION DE MARIA. Siendo Amor y Cruz una Obra Apostolica debe fundamentar su eficacia en la imitacin de Mara y en la consecucin de un amor materno, participado del su yo, hacia la Iglesia. Cumplir Amor y Cruz las normas del Vaticano II conscientes de que el conocimiento de la verdadera doctrina catlica sobre Mara ser siempre la llave de la exacta comprensin del Misterio de Cristo y de la Iglesia, como dijo Pablo VI en su discurso de Clausura 3. etapa conciliar el 21-11-1964 (no 23) de la Oigo Amor y Cruz al Vaticano II y haga suya esta doctrina: Por eso la Iglesia en su labor opostlica se fija con razn en aquella que engendr a Cristo concebido del Espritu Santo para que tambin nazca y crezca por medio de la Iglesia en las almas fieles. La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario estn animados todos aquellos que en la misin apostlica de la Iglesia cooperan a la regeneracin de los hombres. (LG 8, 65). Amor y Cruz encomendar su vida y apostolado a la solicitud de la Madre de la Iglesia, como manda el Concilio en el Decreto Apostolicam actuositatem n 4.  

Art. 53. - Los miembros de Amor y Cruz vestirn el escapulario del Carmen como una seal de especial devocin y consagracin a la Virgen y, al mismo tiempo, de su maternal proteccin. Y para gozar de las promesas de la Virgen de morir en gracia de Dios, y de salir del Purgatorio cuanto antes, especialmente en da de sbado.  

Art. 54.—ESPERANZA EN EL TRABAJO DE CRISTO. Sean los miembros de Amor y Cruz hombres y mujeres firmes en el amor a la Iglesia; anclados en la confianza de Mara, seguros en la Providencia salvadora del amor del Padre, llenos de esperanza teologal en la proyeccin de la fecundidad de sus vidas inmoladas en la Obra, ya sean Sanjuanistas, ya Teresianas ya miembros del Instituto Secular, con la segura confianza de que quien comenz en vosotros la Obra la llevar a cabo hasta el da de Cristo Jess. (Filp 1,6).  

 

CAPITULO III.—LA EUCARISTIA  

Art. 55. — Y pues ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raz y quicio en fa celebracin de la Santsima Eucarista, (Dec. sobre el Ministerio y vida de los presbteros, n 6) pongan la Eucarista los miembros de Amor y Cruz, en el centro de sus vidas, ya en la participacin del Sacrificio, ya en la adoracin de la misma, diurna permanente y nocturna semanalmente, salvadas las posibilidades; ya de forma particular. Ayudar a la estima de la Eucarista reflexionar que en ella se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a los hombres, vivificada y vivificante por el Espritu Santo (Presb Ord 5) y calar hondo, por la fe, en que la vida de la Iglesia se dEsarrolla por la participacin asidua del Misterio Eucarstico. (Const. Divina Revelacin, n 26). En ella fundamentada la Obra, edificar sobre roca y no podr temer las tempestades, crecer y llevar la vida de Cristo como una antorcha que arde e ilumina.  

Para estimar la Eucarista mediten tambin lo que el Vaticano II nos dice: De la Eucarista mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene con la mxima eficacia aquella santificacin de los hombres en Cristo y aquella glorificacin de Dios, a la cual las dems obras de la Iglesia tienden como a su fin (Const. Sgda. Liturgia n 10).  

Art. 56.- Amor y Cruz quiere que todos sus miembros, participando del Sacrificio Eucarstico, ofrezcan a Dios la Vctima Divina y se ofrezcan a s mismos juntamente con Ella" (Lumen Gentium n 11).  

Al propio tiempo, sobrellevando pacientemente las mismas pruebas de la vida, las convertirn en sacrificios espirituales aceptables a Dios por Cristo (1. Petr 2,5) ofrecidas piadosamente en la celebracin de la Eucarista al Padre, juntamente con la oblacin del Cuerpo del Seor (LG n 34).  

En la celebracin de la Eucarista vern los miembros de Amor y Cruz la actualizacin ms real de su ofrecimiento de Vctima a Dios Amor.  

Art. 57.—Amor y Cruz que quiere alimentarse de la doctrina y vida de la Doctora Santa Teresa de Jess, no puede olvidar que la vida mstica de la Madre est jalonada de carismas eucarsticos: En torno a la Eucarista se despliega su camino espiritual, tan cristocntrico, que no la convencer nadie, de que lo lleva bueno quien se separa de la Humanidad de Cristo. (Vida cap 22; Moradas 6, cap 7; Relacin 66, etc). Y la Humanidad de Cristo, glorificado, se nos acerca y se nos entrega supereminentemente en la Eucarista. Las visiones intelectuales trinitarias en sus comuniones le suceden. Y la gracia del matrimonio espiritual la recibi en la Encarnacin de Avila el 18-11-1572, despus de comulgar de manos de San Juan de la Cruz.  

Art. 58.—Pues que Amor y Cruz se nutre tambin de la doctrina del Doctor Mstico San Juan de la Cruz, tome conciencia de que la ms alta consumacin en el amor se realiza en l cuando, privado de la celebracin de la Misa incluso el da de la Asuncin implorada con lgrimas en la crcel de Toledo a su Prior, largos das sin Eucarista, cmo se abrir en requiebros y en dulces lamentos su alma llagada cuyos ecos resonarn en las bellas estrofas que debe hacer suyas Amor y Cruz!:  

Aquesta eterna fonte est escondida

en este vivo Pan por darnos vida.

         Aunque es de noche.  

Aqu se est llamando a las criaturas

y de esta agua se hartan, aunque a escuras.

          Porque es de noche.  

Aquesta viva fonte que deseo

en este Pan de vida yo la veo,

          Aunque es de noche.

 

Art. 59. -Para justificar la vida de adoracin de la Eucarista en Amor y Cruz leamos, con toda reverencia, las palabras de Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios y en la Audiencia General del Mircoles Santo (7-4-1971): La existencia nica e indivisible del Seor en el Cielo no se multiplica sino que se hace presente por el Sacramento en los innmeros lugares de la tierra donde se celebra la Misa. Y sigue presente, despus del sacrificio, en el Santsimo Sacramento que est en el Tabernculo, corazn viviente de cada una de nuestras Iglesias. Es para nosotros un dulcsimo deber honrar y adorar en la Santa Hostia que ven nuestros ojos, al Verbo Encarnado que no pueden ver, el cual, sin abandonar el cielo, se ha hecho presente ante nosotros (30-6-1968).  

El culto eucarstico no se agota con el acto litrgico que lo origina; exige una comprensin, una reflexin, una espiritualidad, que debe dar a cada fiel y a la entera comunidad el sentido sacramental del Emmanuel, del Dios con nosotros... fruto ptimo de la celebracin del Jueves Santo sera la renovacin, el reflorecimiento de la piedad eucarstica, tal como la teologa del misterio de la fe... y el espritu de la reforma conciliar exigen hoy del Pueblo de Dios (7-4-1971).  

Art. 60. — Culto a la Eucarista, adems, como fuente de verdadero apostolado y del nacimiento y perseverancia de las vocaciones, singularmente de las de la Obra, que hemos de atraer desde el corazn de Cristo viviente en nuestros Sagrarios: Ya que la Eucarista no slo produce la Gracia, sino que contiene, de modo permanente, al Autor mismo de la Gracia. Cuando por tanto la Iglesia nos manda adorar a Cristo, escondido bajo los velos eucarsticos, y pedirle gracias sobrenaturales y terrenas, de las que siempre tenemos necesidad, manifiesta la fe viva, con la cual cree presente bajo aquellos velos a su Divino Esposo, le manifiesta su reconocimiento y goza de su ntima familiaridad (Po XII, Mediator Dei A.S.S. 1947; pg. 569).  

El culto eucarstico fuera de la Misa tiene, por ello, una nigualable importancia... desde el punto de vista asctico y mstico, porque, sin una genuina piedad eucarstica, no se da verdadero aliento al apostolado, ni se asegura la fidelidad de las vocaciones. (Pablo VI al Comit de los Congresos Eucarsticos 1-3-1972).  

Aunque el Papa se refiere directamente a las vocaciones sacerdotales en sentido proporcional nos es lcito adaptarlo a la vocacin religiosa en general y Amor y Cruz lo recoge para sus miembros, exhortndoles con toda insistencia, a que se fogueen y calinten su fe a los pies del Divino Amor Sacramentado. De esa adoracin amorosa, brotarn flores olorosas de vocaciones de Teresianas, Sanjuanistas y Amorcrucistas, que perfumarn, con delicados aromas, la Iglesia Santa.  

 

CAPITULO IV

EL EVANGELIO Y LA ROCA

 

Art. 61.- AMOR Y CRUZ, SINTESIS DEL EVANGELIO. Amor y Cruz ha sintetizado en su ttulo el genuino espritu del Evangelio que quiere educar en sus miembros. Dios es amor, el mandamiento nuevo es el del Amor, y la ley del Reino de Dios es la del Amor. El Amor, despus del pecado, no llega al hombre sino por la Cruz. La Cruz es esa sublime catapulta que hace diana en el corazn de Dios, lo rompe y hace desbordar el ocano infinito de su Amor sobre el hombre al que endiosa. La Cruz atrae al Amor y el Amor nos lleva a la Cruz y, adems, sin trabajo, porque segn San Agustn: Donde se ama no se trabaja y si se trabaja se ama el trabajo, en una palabra: Amor y Cruz son inseparables y en su unin radica la salvacin de los hombres.

Art. 62. - SINTONIA CON EL PAPA. Amor y Cruz sabe que va al revs del mundo, que rema contra corriente, que no ser comprendida fcilmente ni ser, digmoslo, popular. Pero estamos convencidos de que no es eso lo que nos falta y de que eso nos ha perdido y nos sigue perdiendo.

No son nuestras estas palabras sino del Papa Pablo VI y bien actuales adems: Cuando ms cerca est un alma de la perfeccin, tanto ms posee el sentido, casi abismal, de su imperfeccin, de sus pecados. No es fantasa, ni imaqinaci. Es la percepcin de la realidad del mundo espiritual que nos ensea cmo la desproporcin entre lo que somos y lo que debemos ser, entre lo que somos y lo que es aquel Dios que vamos buscando y queremos alcanzar, exige de nosotros tensin, esfuerzo, sacrificio. Si queremos verdaderamente imitar a Cristo, hemos de aceptar sus palabras, no cual imitacin retrica sino como programa vinculante que exige grande reflexin quien me ama que me siga: tome cada uno su Cruz y l!vela. Cmo se esponja el alma, comprobando que no slo el espritu de nuestro ideario coincide con la mente del Papa sino que hasta la letra del texto que escoge para su prueba coincide con el ttulo de nuestra Obra! Pero sigue el Papa: Brota de ah una pregunta sustancial: Queremos un cristianismo fcil o queremos un cristianismo fuerte? La tentacin del cristianismo fcil penetra hoy por todas partes. Llega incluso a los religiosos y a las religiosas que consagran su vida a la austeridad y a la severidad. Esa tentacin comienza a atacar no slo la disciplina exterior, el horario, etc., sino tambin las races del cristianismo: llega hasta la fe (...) consta el hecho de que en la escuela, en la pedagoga moderna se ha difundido el intento de hacer fcil el cristianismo, de despojarlo de todo aquello que molesta, sea en el terreno doctrinal, sea en el prctico, es decir, el de los mandamientos. Se tiende a eliminar todo obstculo, para dejar que el hombre viva de espontaneidad, en plenitud de vida, de manera autnoma. Se recurre para ello a los textos evanglicos. Se dice que el Seor es bueno, que nos ha liberado en la verdad, y que, por tanto, se debe consentir a quien quiere ser cristiano, seguir una lnea de espontaneidad y libertad. Se propone un cristianismo fcil sin el signo acuciante de la cruz. La Cruz se considera como un signo ornamental y simblico. Todava, afortunadamente, no ha desaparecido de las oficinas pblicas, de las clases, ni, mucho menos, de las iglesias. Permanece all. Pero refleja todava en las almas el influjo de su ejemplo y la elocuencia de su filosofa, de su teologa, de su pedagoga? En las pginas del Evangelio descubrimos que el Seor cuando nos ha presentado el cristianismo no ha dudado en desafiar la popularidad de su predicacin, manifestando las exigencias severas del cristiano autntico. Ha dicho que la senda hacia el Reino de los cielos es estrecha y fatigosa, y que cuantos prefieren el camino ancho se pierden. El mismo Sermn de la Montaa, que parece un himno de gozo, marca las exigencias nuevas del cristianismo verdadero, ese cristianismo que no consiste en manifestaciones exteriores, sino que exige sentimientos interiores. Para restablecer la armona, la capacidad de coloquio con Dios, de amor al priimo, de acciones buenas, se necesita un gran esfuerzo. No se produce espontneamente. Es necesario que nos concentremos sobre nosotros mismos para imponernos una ley de mortificacin, de penitencia, de sacrificio. Debemos signarnos a nosotros mismos con el signo de la cruz. (En la Estacin cuaresmal de Santa Sabina 16-2-1972).

Art. 63 - RESPONSABlLlDAD DE AMOR Y CRUZ Y AMONESTACION. A todos los miembros actuales de la Obra, y a los que anidarn en sus ramas maana, les pedimos, con toda la fuerza de nuestro espritu, que mantengan siempre difano el ideal de Amor y Cruz; que aspiren a volar siempre ms alto, como guilas caudales,

 

que fui tan alto tan alto

que le d a la caza alcance

(San Juan de la Cruz. Poesas)

que superen el espejismo de que, poniendo ms la baja la meta, crece la fecundidad, (el nmero s, pero no la calidad y por tanto, decrece la eficacia) y recuerden que el avin cuando pierde altura ante el menor obstculo se estrella.

             A todos les decimos con toda verdad y seriedad, que si hemos de nacer adocenados, no importa nacer. Un parto es demasiado doloroso como para jugar. Y el parto que acaba en aborto aade al dolor el fracaso.

             Fracaso que no sera de Dios, sino nuestro, del cual nos exigira estrecha cuenta, y con toda justicia, despus de haber depositado su confianzaen nosotros y de haber recibido tanto. A quien mucho se le ha dado mucho se le exigir (Luc 12,48).  

Seamos fieles, oremos incesantemente, desconfiemos de nosotros y pongamos en Dios toda nuestra esperanza, sigamos su llamada, con la fe de Abrahn sin saber dnde nos lleva su Amor, seguros de que AMOR y CRUZ no ha nacido de la sangre, ni de la voluntad del hombre sino de Dios (Jn 1,13). Y lo que nace de Dios permanece para siempre (Jn 8, 25).  

 

CAPITULO V —LA HUMILDAD

 

Art. 64.- El ejemplo de Jess, humilis Corde, el de Mara, la esclava del Seor, y el de los Santos Patronos debe mover a Amor y Cruz a vivir en humildad ante Dios y ante los hombres.  

Art. 65.- El recuerdo de los propios pecados y las inclinaciones torcidas que han dejado en alma y cuerpo el fomes peccati y los pecados personales han de ser como un peso que hace bajar la cabeza e impide la propia exaltacin y jactancia.  

Art. 66. - El esfuerzo por vivir en presencia de Dios que nos ve tal cual somos, ya que escudmia el corazn, har brotar en el alma violetas de humildad.  

Art. 67. - Somtanse a sus Superiores, con una obediencia sin lmites exterior e interior por amor de Cristo que se hizo obediente hasta la muerte.  

Art. 68.—Acepten las contradicciones con paciencia considerando que el Seor las en~a como mensajeros de gracia. Recuerden a David maldecido por Seme que reconoci: Dios le enva quiz me bendiga por esta maldicin (Sm 2,16.12) y acepten las injurias sin defenderse.  

Art. 69.—Abran a su Padre espiritual sus almas con toda la miseria que brota en ellas para que Dios por su lengua las unja, cure y pacifque.  

Art.70.—Colquense contentos en el ltimo lugar y abrcense de grado con injurias y menosprecios por amor de Cristo lleno de ellos.  

Art. 71.—No slo de palabra sino tambin de pensamiento dganse y crense los peores de todos, (Subida, L.1,13,9), considerando la distancia que media entre la santidad de Dios y la bajeza de ellos. Y de los prjimos no pueden sentir tan mal pues no les es lcito medir sus intenciones.  

Art. 72. - Cumplan fielmente los Estatutos convencidos de que hacen as la Voluntad de Dios que es la que hace el verdadero humilde y no la suya.  

Art. 73. - Estn prestos a escuchar las palabras de reprensin creyendo siempre que las merecen y sean tardos en hablar sobre todo, cuando domina la pasin.  

Art. 74. - Manifiesten en todo su porte, sin perder la naturalidad, su humildad no fingida.  

Art. 75. - Por nada se envanezcan y pidan a Dios la gracia de la humildad que los exaltar y les har amables a Dios y a los hombres y les har fecundos en la Iglesia.  

 

CAPITULO VI—VICTIMAS AL AMOR  

   Art. 76. - La caracterstica ms notable de Amor y Cruz es una intensa vida de oracin. Como corona de la misma quienes claramente se sientan movidos por el Espritu y previo consejo, pueden ofrecerse VICTIMAS AL AMOR MISERICODIOSO, como lo hizo Santa Teresita para vivir en un acto continuo e ininterrumpido de amor a fin de lograr recoger los raudales de infinito amor que desbordan del Corazn de Dios y que las criaturas humanas desprecian.(Vase Obras completas de Santa Teresita cap 8,23, pg. 240: D.C. Consejos y Recuerdos, pg. 1223 y sgtes. OC. Apndice por Sor Genoveva de la Santa Faz en que explica minuciosamente el sentido del ofrecimiento de Vctima a! Amor Misericordioso, distinto del hecho a la Divina Justicia, pgina 1367 y siguientes. Burgos, 1969).  

Art. 77. - POR LA IGLESIA. Santa Teresa del Nio Jess inaugura con genio sobrenatural, una orientacin reparadora nueva en la Iglesia: Vctima de Amor. Amor y Cruz recoge esta exquisitez para aquellos miembros de la Obra que sean llamados a estado tan excelso. La Iglesia refrenda la legitimidad de este camino pidiendo a Dios para todo su Pueblo que seamos en Cristo, vctima viva para tu alabanza (IV Plegaria Eucarstica). Y en la Lumen Gentium: participando del Sacramento eucarstico fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Vctima divina y se ofrecen a s mismos juntamente con ella (n 11).  

Estas personas elegidas ofrecen su vctimacin e inmolacin gustosas por la Iglesia Sancta Dei, hasta tanto les debe llevar la pasin por su Madre; como Santa Teresa que proclamaba al final su felicidad de morir hija de la Iglesia, son felices entregndose por la Iglesia.  

Art. 78. - VICTIMA DE AMOR. Esta expresin envuelve dos realidades: la de recibir el Amor de Dios de una manera insoportable, digmoslo as, y la del martirio que constituye para la humana naturaleza el contrariarla constantemente y en todo, para que obre, no por su amor sino por el de Dios; Vctima de amor, he ah la manera de perder la vida terrena para lograr la Divina. Como Cristo fue vctima para lograrnos la vida de Dios, la naturaleza cae vctima por el Amor de Dios.  

 

CAPITULO VII—VIDA DE ORACION  

Art. 79. — Darn a la oracin importancia fundamental y decisiva, como que es, no slo medio de perfeccin, o uno ms de los actos espirituales, sino que se convierte en Amor y Cruz en la ocupacin esencial que debe llenar el da de los Sanjuanistas y Teresianas y de donde derivarn todas las luces, gracias, fuerzas, crecimiento, extensin y hasta los medios materiales. Por eso le dedicarn dos horas cada da y tres los domingos. Pero esta vida de oracin en medio de la algaraba actual no es un triunfo de la gracia? Y estos actos de oracin no tienen como fin llevar al alma a la oracin habitual a adquirir el espritu de oracin que los haga estar en perenne vela con su Dios?  

Art. 80. -Para conseguir lo anterior hay que organizar la vida de Amor y Cruz, Sanjuanistas y Teresianas, de forma que nada distraiga del dilogo con Dios y todo ayude a tratar de amistad con quien sabemos nos ama y a dejar de par en par abierta la puerta para entrar en las Moradas.

 

Art. 81.- DE LA INTERRUPCION DE LA ORACION.

    Ninguna otra actividad debe ser causa de interrupcin de la oracin. Ella es la actividad prncipe de la Obra y hay que tener todo previsto para no ser fciles a truncarla. As las visitas, las llamadas telefnicas, etc. salvarn siempre, menos en casos de urgencia y de verdadera necesidad, la hora de la oracin. Que se formen as todos los hermanos para que den un testimonio vivo a todos los que los vean de cmo dan a Dios el tiempo y los cuidados sin atenuantes ni recortes.  

Art. 82. - SON MUCHAS LAS ALMAS QUE NO ORAN. Muchas, muchsimas almas no cultivan la oracin y se pasan aos y aos de una vida devota sin haber dado ni siquiera un paso adelante en este santo ejercicio, con enorme dao para su vida espiritual. Muchas se apartan de ella y la abandonan como cosa estril, falta de atractivo y de eficacia (Card. Lercano, Mtodos de oracin mental, pg. 8. Ed. Studium. Madrid, 1961).  

Y es que jams aprendieron a utilizar este medio de perfeccin y aunque no se atreven a despreciar algo que tanto se estima y se predica como necesario en la Iglesia, piensan que no es para llos y que hacer oracin es algo reservado para almas privilegiadas.  

Art. 83. - HOY SE APAGA ADREDE LA PLEGARIA. Otros llegan ms lejos. Pablo VI asegura que la oracin ha sido excluda intencionadamente de la vida moderna. Hoy ya no se quiere rezar. Miicha gente ya no reza y por motivos futiles. Antes se olvidaba la oracin debido a nuestra superficialidad, por nuestras preocupaciones terrenas. Ahora el silencio de la oracin es intencionado, practicado deliberadamente, en las almas de las nuevas generaciones se apaga adrede la plegaria (29 -1-1974).  

Art. 84. - VIDA CONTEMPLATIVA ACORDE CON LOS TIEMPOS. Siendo la vida contemplativa propiedad de los que han penetrado ms plenamente en la vida y el espritu de la Iglesia y deseando Amor y Cruz que sus miembros lo sean firmes y fructferos de Cristo, se proponen, con gran vehemencia, llevar una vida contemplativa acorde con los tiempos; desean los dones dc contemplacin para poder llegar al mismo centro del misterio. Pero no debe ignorar que este deseo incluye una gran participacin en los sufrimientos y muerte de Cristo. Si el deseo es eficaz no retroceder ante la penitencis y sacrificios, antes se buscarn.  

Art. 85.— CONTEMPLATIVOS-ACTIVOS. Han de llegar a ser perfectos contemplativos-activos, contemplativos en la accin. Y no es esto imposible ya que todo ser humano que lo desee puede convertirse en un contemplativo-activo y disponerse, incluso, para las mejores gracias de la oracin infusa, cuya mejor disposicin es un deseo eficaz de llegar a un profundo, ntimo, personal y amoroso conocimiento de Dios en el misterio de Cristo.  

Art. 86. - DE LA CONTEMPLACION BROTARA LA ACCION. Amor y Cruz desea que todos sus miembros mantengan un dilogo permanente con el Dios trascendente. Y no se sentir acomplejada en su servicio a la Iglesia en momentos histricos en que tanta falta hace el trabajo apostlico conscientes de que de un gran caudal de vida divina, acumulado por la oracin, brotarn las grandes obras como sucedi siempre en la historia de la Iglesia; queremos decirlo con palabras de Oscar Cullman: Se habla hoy tanto de dilogo que esta palabra ha venido a ser un slogan moderno, pero no aceptamos el dilogo con Dios que se nos est ofreciendo en el Evangelio. Segn San Pablo es el Espritu de Dios el que nos invita a rogar (Rom. 8, 15-26): Dios viene en ayuda de nuestras debilidades y nos apostrofa cuando nosotros oramos. Cuando no se reza es prueba de que el Espritu Santo nos ha abandonado. Los simplificadores oponen la oracin a la accin como si tas grandes obras no hubieran sido realizadas precisamente por los cristianos que han basado su accin en la oracin. Aquellos miembros que se sientan llamados a una contemplacin total sern considerados como realizadores puros del ideal de la Obra y se les dar toda clase de facilidades para que sigan su llamada.  

Art. 87. - HACER BROTAR LAS FUENTES ES MAS IMPORTANTE QUE ORGANIZAR LAS ESTRUCTURAS. Creemos que los hombres se van a ir dando cuenta, despus de tantos vanos tanteos y ensayos ineficaces si no contraproducentes, de que lo que nace de lo humano envejece y muere y de que slo permanece lo que el Espritu Santo realiza en la Iglesia. Amor y Cruz acoge con gozo y sintoniza totalmente con la Resolucin final de la Asamblea Plenaria del Episcopado Francs en Lourdes de 15-20 noviembre 1971: Percibimos, como un sntoma de la accin del Espritu Santo, la renovacin de la vida contemplativa, la necesidad de recogimiento y oracin, expresado por los jvenes de todos los ambientes.  

La Iglesia no se rejuvenece en primer lugar por la creacin de instituciones ms apropiadas sino por la aceptacin del Espritu en la plegaria.  

Hacer brotar las fuentes es ms importante que organizar las estructuras. Obispos y sacerdotes nos sentimos invitados a participar en esta renovacin espiritual y a promoverla..(Resolucin final de la Asamblea Plenaria Episc. Francs).  

Art. 88. - AMOR Y CRUZ SIGUE LA DOCTRINA Y LA VIDA DE SANTA TERESA DE LISIEUX. La doctrina de Teresa de Lisieux la ms grande santa de los tiempos modernos en frase de Pio X y la estrella de su pontificado como la llama Po XI ser doctrina de Amor y Cruz, cuya misin en el mundo ha sido no poco adulterada, pero que al conocimiento genuino de su pensamiento no puede ser ms clara si la omos pronunciar cuando su prximo fin no ofrece ninguna duda: Presiento que voy a entrar en el descanso, pero sobre todo, presiento que mi misin va a comenzar: la misin de hacer amar a Dios como yo le amo, de entregar m caminito a las almas (Nov. Verba pgs. 81, 82; citada por Combes, Sta. Teresa de Lissieux y su misin, pg 78. Ed. Dinor. San Sebastin, 1957).  

A la luz de sus enseanzas que quiere vivir y ensear a la vez, ha comprendido Amor y Cruz que si el hombre contempla a Dios, Dios mismo le dar su accin, que brotando de su mismo corazn participar el hombre desde el hontanar ms ntimo de la accin salvadora de Dios. La Iglesia, que ha sancionado la eficacia de la contemplacin proclamando a Teresita Patrona de las Misiones, nos sigue ofreciendo la lnea segura de la eficacia de la redencin, nico quehacer y servicio de la Iglesia.  

Teresita, considera a Dios Amor; quiere recibir ese amor de manera que la consuma, como vctima de holocausto: Ella quiere suscitar una legin de pequeas vctimas ofrecidas al Amor y Amor y Cruz se siente llamado a realizar esos deseos devoradores de la que quiso pasar su cielo haciendo bien en la tierra. (Manus. Autob. pg. 430. Burgos, 1953).  

Art. 84. - Amor y Cruz atraer a las almas hacia Dios desde el fondo de su corazn lleno de Dios. Amor y Cruz debe tener una plena seguridad de la accin de Dios-Amor que puede transir el mundo de vida divina si encuentra almas, corazones, que se dejen devorar por el amor; atraer a las almas con la fuerza de Jess. Si el miembro de Amor y Cruz es atrado por Jess con l corrern como chispas que prenden por un caaveral (Sab 3,7) cuantos se acerquen a l.  

Art. 90. - ESTUDlO DE SAN JUAN DE LA CRUZ. Siendo el ofrecimiento de VICTIMA AL AMOR de Santa Teresita fruto de la doctrina de San Juan de la Cruz, concretamente de la Llama de AMOR VIVA (2) y habiendo de vivir la misma, se estudiarn a fondo y concienzudamente las obras del Santo Carmelita para vivir su espritu junto con el de Santa Teresa. (Ver nota al final, pg. 49).  

No hay que olvidar que el espritu de los dos Doctores del Carmelo es un exquisito regalo de Dios a su Iglesia. Es fin principal de Amor y Cruz poner el espritu sublime Sanjuanista-teresiano en un ambiente siglo XX (algo de lo que quiso lograr San Francisco de Sales en su Visitacin para aquellas seoras mayores o enfermas a quienes sus mismos achaques les impeda la vida claustral), que liberando el amor y la cruz de lo accidental y cambiente y renovando los antiguos modos para que no sean obstculo a que gran nmero de hombres y mujeres (una gran legin de almas pequeitas, deca Santa Teresita) lleguen a lo sustancial y no pierdan la gran meta de consumarse en el amor.  

Art. 91. - ADQUlRlR EL ESPIRITU DE ORACION.  

(2)    Donde es de saber que el morir natural de las almas que llegan a este estado, aunque la condicin de su muerte en cuanto al natural es semejante a las dems, pero en la causa y en el modo de la muerte hay mucha diferencia porque si las otras mueren muerte causada por enfermedad o por longura de das, stas, aunque en enfermedad mueren o en cumplimiento de edad, no las arranca el alma sino algn mpetu y encuentro de amor mucho ms subido que los pasados y ms poderoso y valeroso, pues pudo rom per la tela y llevarse la joya del alma. Y as la muerte de semejantes almas siempre es muy suave y dulce, ms que les fue la vida espiritual toda su vida, ponque mueren con ms subidos mpetus y encuentros sabrosos de amor; siendo ellas como el cisne, que canta ms dulcemente cuando se quiere morir y se muere. Que por eso dijo David que era preciosa la muerte de los santos, porque all vienen en uno a juntarse todas las riquezas del alma y van all a entrar los ros del amor del alma en el mar; los cuales estn all tan anchos y represados que parecen ya mares... (Llama, cancin 1.a, 30 B.A.C. pa,1.017).  

Tienen como fin especfico adquirir el espritu de oracin que les haga estar en perenne vela con su Dios, segn el mandato del Espritu por San Pablo: Orad sin interrupcin (1 Tes 5,17).  

A fin de que esta vida de oracin sea tan lograda en ellos y siguiendo la doctrina de Santa Teresa que asegura que el camino para aprovechar mucho en la oracin es amar mucho: slo quiero que estis advertidas que para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no est la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y as lo que ms os despertare para amar eso haced (4 Moradas, cap. 1.7); y la de San Juan de la Cruz que ensea que es gran negocio para el alma ejercitar en esta vida los actos de amor, porque consumndose aqu el alma en breve, no se detenga mucho ac o all sin ver a Dios (Llama de amor viva, canc.1,34) darn suma importancia a la oracin de amor, bien entendida segn la doctrina de los grandes msticos, y al vivir de amor.  

(Nota—Art. 90: Para facilitar el estudio de San Juan de la Cruz a las personas que comienzan he hecho la actualizacin de sus obras y las de santa Teresa de Jess.    

 

 II PARTE  

CAPITULO UNICO  

DEL INSTITUTO SECULAR  

Art. 92.—Sin el esfuerzo espiritual y material del Instituto Secular de Amor y Cruz en sus dos ramas masculina y femenina, los esfuerzos de las Congregaciones Religiosas de Sanjuanistas y Teresianas, que son la levadura de la Institucin, perderan gran parte de su eficacia, pues ellos deben ser el hilo conductor que canalice sus iniciativas, coadyuve en sus trabajos, prepare caminos de vocaciones, preste ayuda material, etc.  

Arr. 93 - Este Instituto Secular debe proponerse la recluta de una falange de almas, con ansias notables de santidad que puedan ser, en su ambiente, sin alejarse de l, es decir, sin perder su secularidad, sal para purificar la corrupcin de costumbres, luz que disipe las tinieblas del pecado y fuego que caliente la frialdad de la desacralizacin. Vuestra secularidad os empuja a acentuar especialmente —a diferencia de los religiosos— la relacin con el mundo. No constituye slo una condicin sociolgica, un hecho externo sino una postura; estar presentes en el mundo, saberse responsables de servirlo, de configurarlo segn Dios en un orden ms justo y ms humano, de santificarlo desde dentro. (Pablo VI a los miembros de los Institutos Seculares 2-2-1972).  

Art. 94. - Ansias notables de santidad deben tener los amorcrucistas: Ante todo vuestra vida consagrada, con el espritu de los consejos evanglicos, es expresin de vuestra indivisa pertenencia a Cristo y a la Iglesia, de la tensin permanente y radical hacia la saiitidad y el convencimiento de que—en ltimo anlisis— es slo Cristo quien, con su gracia, realiza la obra de redencin y de transformacin del mundo. Vuestra vida garantiza as que la intensa y directa interrelacin con el mundo no se convierta en mundanidad o naturalismo, sino que sea expresin del amor y de la misin de Cristo (Pablo VI, L. C.) .  

Art. 95. - En la misma alocucin marca a los Institutos Seculares y Amor y Cruz en los dos suyos hace programa de sus palabras: Para la actualizacin de la Iglesia hoy no basta con claras lneas directivas o frecuentes documentos: Se requieren personalidades y comunidades conscientes de encarnar y de transmitir el espritu querido por el Concilio. A vosotros se os ha confiado esta estupenda misin: ser modelo de incansable impulso en la nueva relacin que la Iglesia trata de encarnar ante el mundo y al servicio del mundo.  

Los Institutos Seculares de Amor y Cruz como comunidades eclesiales quieren con todas sus fuerzas y posibilidades constituirse en este modelo incansable que pide el Papa para que la Iglesia brille, y aparezca con rostro atractivo y pueda conseguir la integracin de todos los hombres en la unidad, en la libertad y en el amor.  

Art. 96 - Y entre los cristianos, los Institutos Seculares de Amor y Cruz aspiran a que no exista quienes no cumplan sus deberes de hijos de Dios, hermanos de Cristo, miembros de la Iglesia. Dice Pablo VI: La mediocridad, la infidelidad, la inconstancia, la falta de coherencia, la hipocresa, deberan desaparecer del tipo del creyente moderno. Una generacin llena de santidad debera caracterizar nuestro tiempo. No slo iremos en busca del santo singular y excepcional, sino que deberemos crear y promover una santidad del pueblo, como precisamente desde los primeros tiempos del cristianismo quera San Pedro, cuando escriba estas clebres palabras: Vosotros sois un linaje escogido, un sacerdocio real, una nacin santa, un pueblo redimido...; vosotros, que en un tiempo no erais un pueblo pero que ahora sois pueblo de Dios (1 Pe 2, 9-10). (Discurso de Pablo VI comentando a los fieles en Audiencia General el 3-7-1968 el Credo del Pueblo de Dios).  

Art. 97. - Amor y Cruz en su doble Instituto Secular, quiere ayudar al Vicario de Cristo y a los Sagrados Pastores, puestos por ei Espritu para regir el Pueblo Santo de Dios, en cuanto est en sus posibilidades, a promover tan bello programa formulado por Pablo VI difundiendo esa santidad con su vida de entrega sin regateos.

 

IV PARTE

 

CAPITULO 1.—PRINCIPALES ACTIVIDADES

 

Art. 98.—Aunque ha de predominar en el movimiento de Amor y Cruz la vida contemplativa, cultivarn tambin la vida activa con diligencia, cada rama de acuerdo con su estado.  

Art. 99. - Las Teresianas tendrn las siguientes actividades: Estudio, profesorado, residencias, talleres, divulgacin de libros y revistas, catequesis, apostolado femenino de Accin Catlica, atencin a Parroquias, casas de ejercicios, trabajo profesional, adoracin eucaristica permanente diurna y una noche semanal.  

Art. 100. - Los Sanjuanistas sern sacerdotes o laicos. Los Sacerdotes atendern a la vida litrgica y a la formacin espiritual de las comunidades; vivirn siempre en comunidad. Los laicos ejercern sus respectivas profesiones viviendo tambin en comunidad.  

Como actividades personales se indican las siguientes: estudio, profesorado, ejercicios, divulgacin de enseanzas evanglicas, catequesis, adoracin eucarstica permanente diurna y una noche semanal, Liturgia de las Horas, trabajo profesional, divulgacin de libros y revistas, apostolado de Accin Catlica.  

Art. 101. -Los Amorcrucstas, o miembros del Instituto Secular pueden ser: Sacerdotes, seminaristas o laicos. Los laicos, a su vez, pueden estar unidos en matrimonio o vivir en celibato. Hay que tender a que los casados sean los dos esposos miembros de la Obra. Pero se acepta que lo sea uno solo.  

Art. 102. - Los Amorcrucistas tendrn estas actividades: profesionales, ayuda a todas las de las Teresianas y Sanjuanistas, estudio, doctrina social de la Iglesia, catequesis, ayuda econmica de los dos institutos Religiosos, seleccin y preparacin de vocaciones, preparacin de la accin de Teresianas y Sanjuanistas.

 

                          CAPITULO II

 

 MEDIOS  

 

A)  ESPIRITUALES - SOBRENATURALES

 

Art. 103. - Los medios por los que quieren alcanzar la santidad son los que Cristo nos ensea en el Evangelio y se desprenden de la propia esencia de la vida sobrenatural y la Iglesia tiene determinados: la Liturgia, la lectura divina, la oracin, los Sacramentos, la vida de abnegacin y penitencia y las buenas obras en general.  

 

TERESIANAS Y SANJUANISTAS

 

a) La Liturgia: participacin diaria en la Eucarista y Bendicin Eucarstica Adoracin permanente de la Eucarista. Cantos espirituales, Liturgia de las Horas. Salmodien lenta, atenta y fervorosamente en la presencia de Cristo que ora en ellos al Padre.  

b) Sacramentos. Comunin Eucarstica diaria, confesin frecuente preparada.  

c) Lectura bblica y espiritual: como base de su oracin personal leern todos los das, discrecionalmente, la Sagrada Escritura y otros libros de piedad, escogiendo siempre solidez, seguridad y altura.  

d) Oracin: tienen diaria dos horas de oracin mental una por la maana y otra por la tarde.  

e) Oracin vocal. Oraciones de la maana y de la noche, rosario, examen del da, angelus y el rosario de la confianza. Tienen ejercicios espirituales cada ao. Ofrenda de Vctima al Amor. Renovain de la Ofrenda de Vctima en el aniversario. Votos privados de obediencia, castidad y pobreza. Retiro mensual. Via-Crucis todos los viernes del ao.  

f) Penitencia: Los viernes del ao la abstinencia de la Iglesia y se exhorta a que los viernes cada uno haga alguna penitencia por la bra, unidos a la Pasin de Cristo.  

g) Buenas obras: todas las que un buen cristiano debe realizar incluido el trabajo al que hay que darle toda la dimensin de colaboracin con Dios Creador, Redentor y Santificador.  

 

A)   ESPIRITUALES - SOBRENATURALES  

Art. 104. - AMORCRUCISTAS.  

a) La Liturgia: participacin en la Eucarista cuando puedan y Bendicin Eucarstica.  

b) Lectura bblica y espiritual: como base de su oracin personal leern todos los das, discrecionalmente, la Sagrada Escritura y otros libros de piedad, escogiendo siempre solidez, seguridad y altura.  

c) Oracin vocal: oraciones de la maana y de la noche rosario y examen.  

d) Oracin: Media hora diaria o seguida o dividida en dos cuartos de hora.  

) Visita diaria al Seor Sacramentado.

f)  Sacramentos: Comunin Eucarstica cuando puedan y confesin frecuente.  

g) Penitencias: las de la Iglesia.  

h) Buenas obras: las de Misericordia en su posibilidad. Y el trabajo al que hay que darle todo el sentido de colaboracin con Dios Creador, Redentor y Santificador.  

Art. 105Y—LA DEVOCION AL SAGRADO CORAZON Y AL DE MARIA. Amor y Cruz profesar una devocin al Sagrado Corazn de Cristo y al de Mara, no basada en el sentimiento, sino en un acto de voluntad por el cual a Ellos se consagre, a Ellos quiere agradar y sus tristezas participar y reparar. La jaculatoria Corazn de Jess en Vos confo, "Corazn de Mara, sed nuestra salvacin" ser un buen modo de mantener el espritu de oracin durante el da.

Asimismo cada da harn el Rosario de la confianza por la Obra, a continuacin del descanso de la tarde.  

 

B) ESPIRITUALES - NATURALES  

Para su formacin.  

Art. 106. - Teresianas, Sanjuanistas, Amorcrucistas. Estudio, cursillos, conferencias, convivencias los Amorcrucistas en las Casas de los Institutos Religiosos.  

Estudio profundo de San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Santa Teresita y de la Escritura. Adems dispondrn de audicin de discos, biblioteca y abundante seleccin de libros.  

            C) APOSTOLIC0S  

Art. 107. Creacin de casas de ejercicios, de residencias, de escuelas de catecismo, de talleres, de bibliotecas, audicin de discos.  

            D) MATERIALES  

Art. 108. Admnistracin econmica de la Obra.  

a) Trabajo de los miembros.  

b) Limosnas: Legados.  

c) Colaboracin del Instituto Secular. La vida econmica del Instituto Amor y Cruz est condicionada al desprendimiento de sus miembros en favor de su Obra, que es la primera que debe ser considerada como beneficiaria de su vida de pobreza.  

d) Mandas pas. Fundaciones de Adoracin perptua.  

 

CAPITULO III

 

PATROCINIO  

 

Art. 109. - La Obra de Amor y Cruz, en sus Ramas de Teresianas, Sanjuanistas y Amorcrucistas se pone humilde y confiadamente bajo el Patrocinio de la Santsima Virgen Madre de la Iglesia, San Juan de la Cruz Santa Teresa de Jess y Santa Teresa del Nio Jess.  

 

CAPITULO IV  

 

ADMISION DE MIEMBROS  

 

Art. 110. - Podrn pertenecer a la Obra de Teresianas o de Sanjuanistas de Amor y Cruz y de Amorcrucistas aquellas personas que sientan los ideales de Amor y Cruz, estn capacitadas y dispuestas a cumplirlos y sean admitidas por el Director General y su Consejo.  

La admisin ser temporal en perodos anuales durante un trienio, de esta forma: Pasado un perodo prudencial de prueba, el admitido pronunciar la frmula de ingreso, har la ofrenda de Vctima al Amor si la acepta y Votos de Obediencia, Pobreza y Castidad durante un ao, renovable hasta completar el trienio.  

Terminado el tiempo, si lo estima procedente el Director General y su Consejo, se otorgar la admisin definitiva y la persona admitida, formalizar y emitir votos privados de Obediencia, Pobreza y Castidad, de los que podr dispensar el Director General en cada caso.  

Las Teresianas y Sanjuanistas de Amor y Cruz visten como las personas de su condicin, dentro de las reglas de la modestia y sencillez cristiana.           

    PARA MAYOR GLORIA DE DIOS Y DE SU MADRE MARIA, MADRE DE LA IGLESIA