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JESS MART BALLESTER
IDEARIO
AMOR Y CRUZ
OBISPADO DE TERUEL
Vicara General
Visto el Ideario Amor y Cruz de D. Jess
Mart Ballester y no habiendo en l nada que se oponga a su
publicacin, concedemos el IMPRIMTUR en cuanto de nosotros depende y segn
derecho.
Teruel, 23 de marzo de 1979. EL VICARIO GENERAL, Emilio
Delgado
INTRODUCCIN
Como son muchas las personas que nos piden
conocimiento de la Institucin AMOR Y CRUZ, hemos decidido, con nimo de dar a conocer su espritu y los medios para
vivirlo, dar a luzeste Ideario por el que actualmente se inspira y se
rige.
No es algo definitivo y cerrado. Estamos en rodaje y
experimentando y estoy seguro de que estas ideas han de ir sedimentndose,
perfeccionndose y enriqueciendo con el paso de los das.
Si tuviramos que esperar a publicarlo cuando ya lo
tuviramos perfecto no vera nunca la luz. Con lo que no podran conocer
la Institucin los que estn interesados en ello.
El fin de la publicacin
es dar a conocer.
Pero adviertan los que lean que estamos en periodo
constitutivo y de adaptacin y que cualquier observacin no debe ser para
excluir, sino quiz, para enriquecer, adaptar y ampliar.
Cada caso merece un tratatamiento adecuado y, por
tanto, cuantos sientan el ansia de la contemplacin pueden sugerir sus
caractersticas que, sin duda, podrn encontrar marco adecuado,
Esto no es un horizonte cerrado e ineludible, sino
unas lneas capaces de una gran flexibilidad.
Toda la flexibilidad que el Espritu Santo nos
requiera en cualquier momento.
Barcelona, 1 de marzo de 1979
IDEARIO
AMOR Y CRUZ
PRIMERA
PARTE
CAPITULO 1.—NATURALEZA
Artculo
primero.—AMOR Y CRUZ es una Institucin al servicio de la Iglesia que
pretende conseguir la profunda penetracin del genuino espritu de Cristo,
sintetizado en su ttulo, en los distintos ambientes en que acte.
Artculo
segundo.—AMOR Y CRUZ est integrado por una familia religiosa de
Teresianas, una de Sanjuanistas y un Instituto Secular de Amor y Cruz o
Amorcrucistas, con dos ramas: Masculina y femenina.
Artculo
tercero.—Teresianas y Sanjuanistas son un Instituto Religioso de mujeres
y uno de hombres atados a Cristo con los tres votos de castidad, pobreza y
obediencia, que viven en comunidad para mejor conseguir los fines del
Instituto, sometidos en todo a lo que el Derecho Cannico de la Iglesia tiene
legislado o pueda legislar en adelante sobre estos organismos.
Artculo cuarto—El
Instituto Secular de Amor y Cruz o de Amorcrucistas est formado por un equipo
de hombres y mujeres que viven en sus propias casas en castidad conyugal o
castidad perfecta, segn su estado, y en pobreza y obediencia. Se integran en
la Obra para participar de su espritu y aportar a la vez a la misma su
colaboracin. Se rigen, de una manera ms amplia, por estos Estatutos y quedan
sujetos a la Jerarqua como miembros de un Instituto Secular.
CAPITULO 11.—FIN GENERAL
Artculo
quinto.—AMOR Y CRUZ tiene como fin ser una comunidad en la Iglesia en la
que Cristo habite por la fe en sus corazones, arraigados y cimentados en amor,
a fin de que sean capaces de comprender con todos los santos, cul es la
anchura y la longitud y la altura y la profundidad, y conocer el extremo amor
del Cristo, de modo que lleguen a plenitud en toda plenitud de Dios (Ef.
3,1819). Una vez vivido a Cristo quieren infundir su genuino espritu en el
mundo llevando a los hombres el conocimiento de Jess y de su Iglesia, hacindoles
saborear la vida de oracin intensa, de confianza en Dios Padre; "A Aquel
que puede, por encima de todo, hacer mucho ms de lo que le pidamos o
conozcamos, segn la potencia que obra en nosotros (Ef 3, 20); y tomar
conciencia de estar todos insertos en la historia de la salvacin por la que se
manifiesta el querer de Dios de que, incorporados a Cristo y en El divinizados,
todos los hombres se salven.
Artculo
sexto.—Los miembros de Amor y Cruz son llamados por Dios a la prctica de
los consejos evanglicos para que, profesndolos fielmente, se consagren de
modo particular al Seor, siguiendo a Cristo, quien, virgen y pobre, redimi y
santific a los hombres por su obediencia hasta la muerte de Cruz.
Artculo
sptimo.—La Obra de Amor y Cruz pretende profundizar en el pensamiento de
Santa Teresa, de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Lisieux y vivir los
ejemplos y enseanzas de estos grandes y doctos maestros de la vida teologal it
en Cristo adaptndolos a los tiempos actuales, segn la sana renovacin querida
por el Concilio Vaticano II, integralmente interpretado; conjugando esta
doctrina con la de los Padres y Doctores de la Iglesia y enraizada en una
teologa viva, que se nutra en una sapiencial visin de la Sagrada Escritura,
permanecer fiel al Magisterio perenne de la Santa Madre Iglesia.
Artculo
octavo.— Quieren ahondar ms y ms en el claro y profundo
conocimiento de las ideas de sus Reformadores y extender mucho ms all del
mbito del Carmelo, de las rejas, las mismas enseanzas. Hacer una invitacin a
los cristianos, vidos de verdad viviente, al conocimiento de ese misterio de
nuestra vida teologal en Cristo, de la que los dos santos Reformadores son
experimentados vivientes Doctores y Maestros as reconocidos y declarados por la
Iglesia.
Deshacer el mito de que
Santa Teresa y San Juan de la Cruz han de quedar relegados a las, cada vez ms
reducidas comunidades monacales, y llevar al nimo de mayor nmero de almas el
sentido humano y universal de la enseanza teresianosanjuanista, que es
doctrina de la Escritura y, en especial, del Evangelio.
Artculo
noveno.—Tienen como fin la santificacin notable de sus miembros para
glorificar ms excelsamente a Dios e influir ms decisivamente en la
edificacin del Cuerpo de Cristo en el quieren ser el corazn al estilo de
Santa Teresta del Nio Jess: mi vocacin es el Amor (Manuscritos,
cap.11,11-15) y segn la doctrina del Apstol San Pablo (1 Cor 12-33). Su ideal
ser vivir una vida celestial y divina logrando despertar en todos un inmenso
sentido de espritu y borrar el sentido de carne para ser muy eficaces en el
pueblo de Dios, a cuyos ciudadanos quieren aportar savia de vida con su oracin
y sacrificio con su Amor y con su Cruz de vida inmolada.
Art. 10.—Han de
penetrarse con hondura de que su eficacia en la Iglesia depende del grado de su
caridad divina que en ellos infunde el Espritu, conscientes de que, cuanto ms
fervientemente se unan a Cristo y ms total y generosamente se entreguen a s
mismos, despojndose totalmente de las obras de la carne, ms lozana y pura y
luminosa ser la vida de la Iglesia y mayores y ms duraderos frutos producir
su apostolado. No solamente hay que estar muertos al pecado, sino que,
renunciando con entereza y voluntad perseverante a las obras de la carne, deben
vivir nica y exclusivamente para Dios. Esta es la razn de ser de los
Religiosos y Religiosas de Amor y Cruz: entregar su vida entera al servicio del
Dios vivo y trascendente, por medio de su consagracin religiosa, que,
radicando en el Sacramento del Bautismo, se desarrolla y madura y florece en
esta inmolacin total, donada a Dios con la alegra del Santo Espritu que
filialmente madura en ellos el don de piedad.
Art. 11—Su
consagracin la hacen a la Iglesia, es decir, a Cristo. Ella, en su nombre,
acepte la ofrende de su servicio. Con esto quieren seguir las huellas de su
Divino Maestro que se entreg por la Iglesia para que sea Santa y sin mancha.
Al propio tiempo, siendo porcin escogida de la Iglesia, se sienten esposas del
Esposo Casto, que con tanta predileccin les ha llamado para continuar su obra,
pues es mucha la mies y blanquea para la siega. Los Sagrados Pastores, Cabezas
de Cristo en las dicesis, esto es, en las Iglesias particulares, o en la
Iglesia Universal, sern venerados con sagrado honor por los miembros de Amor y
Cruz que han sido por ellos llamados al insigne servicio de Dios en su Pueblo
Santo.
CAPITULO III.— VIRTUDES
Art. 12. — Con la
prctica de los consejos evanglicos quieren destacar el ejercicio de una humildad
de corazn, sencillez de paloma, fortaleza en las pruebas, que ponga, a un
mundo en rebelda, una sincera y noble obediencia; a un materialismo y
hedonismo destructor, la limpieza de corazn; a una sociedad de consumo, la
pobreza de vida y de medios, como David opuso a la fuerte armadura, la
debilidad de su honda; a una soberbia bablica de un mundo que cree que se
basta a s mismo y niega a Dios, la humildad de la esclava del Seor; a una
poltica de doblez, de conveniencias, acomodaticia, la sencillez del que busca
el Reino de Dios, que no es de este mundo; a una inconstancia ante el
sacrificio y la ley del dolor, la fortaleza de Mara al pie de la
Cruz.
Art. 13.—AMOR A
CRISTO. No tienen ms tesoro en la tierra que a Cristo y a ste crucificado. El
es su madre y sus hermanos. El es su recompensa grande sobremanera. El la
preciosa perla por la que venden todo lo que tienen para comprarla (Mt
13,45-46). Es el tesoro escondido (Mt 13,44) que tratan de descubrir a travs
de los velos de la fe que ha de hacerse cada vez ms luminosa.
Art. 14. - TAREA ARDUA.
Sean hombres y mujeres apasionados por Cristo, pescadores incansables de
hombres a quienes descubran el misterio del amor y de la cruz de Cristo,
seguidores de Jesucristo, inasequibles al cansancio por la difcil senda que
lleva a la Vida. Quieren imitar a Jesucristo y por eso leern y meditarn la
Escritura y el Evangelio da y noche, ms que con la mente con el corazn. Esta
pltora de vida que llegar por los caminos de la oracin les conducir a la
solicitud por conseguir el triunfo de los intereses de Cristo. Este triunfo no
siempre es sensible ni visible. Por eso ser difcil que perseveren en la
vocacin quienes no sean profundamente sobrenaturales; quieran partir su
corazn con amor de criaturas; no se satisfagan con slo Dios. El amor de
Cristo, que no tiene dnde reclinar su cabeza, descarga en aquellas almas que
se entregan, con todas las fuerzas de su ser, al cumplimiento de su vocacin de
hombre y el amor es exigente, porque es celoso, porque no puede ser de otra
manera. Slo el hombre que ha liberado de las tinieblas su entendimiento, su
voluntad y su sensibilidad, es el hombre que est dominado por el amor, y, por
tanto, el hombre realizado a imagen del Hijo de Dios, el hombre divinizado. Hay
que reconocer y no olvidar nunca que esta tarea es ardua, la ms difcil de las
que el hombre est llamado a realizar, porque tiene unas exigencias de
purificacin y de noche, del sentido y del espritu, activas y pasivas, que
slo nimas animosas remontan. Pero no les domine el desnimo ni al contemplar
las dificultades, ni al verse lejos de la mete. Anmeles el pensar que la vida
cristiana, como toda vida, tiene una Ley de crecimiento ineludible que hace
imposible quemar etapas y que no se pueden andar kilmetros sin antes andar
metros. Mediten en las palabras de la Escritura que el labrador espera
pacientemente a que llegue la cosecha, tras muchos das y noches, de sol, de
roco, y tambin de helada. Es intil y perjudicial intentar abrir con los dedos
el capullo de la rosa, trabaja tan lentamente el que abre sus ptalos!... Pero
eviten el abandono y la pausa injustificada, por la misma razn de que la
ascensin del hombre es obra de dos: de Dios y suya, en colaboracin, y que, si
no se puede precipitar el florecer de la rosa por la actividad del hombre, s
que puede sta no llegar a florecer nunca por no exponerla a los rayos del sol
y por no regara debidamente. Evitar esas santidades que, en frase de Santa
Teresa, van tan paso a paso... hora es de dar un buen vuelo y remontarse. Pero
imposible volar si el ave est atada, por fino que sea el hilo que la ata.
Mantener, no obstante, los deseos y, si se persevere, por muchas cadas que
sufran, cuando menos lo piensen, habrn llegado, s hacen lo que est de su
parte. Srvales tambin de estmulo la contemplacin de la cumbre a la cual
tienden. Si la subida es fatigosa, la llama es deleitosa. Si las primeras
moradas son trabajosas, porque a vueltas de sabandijas y bichos no dejan
sosiego a la pobre alma, las ltimas moradas son dignas de todos los
sacrificios. Su gran confianza la han de poner en que el que empez en ellos la
buena obra no dejar de terminarla el da de Cristo Jess (Filp 1,
6).
CAPITULO IV.—VIDA DE COMUNIDAD.
CARIDAD
Art. 152—Viven en
comunidad. Realizan de esta manera el ideal de la Iglesia propuesto por Cristo,
porque as, de una manera evidente, proclaman ante el mundo la divina
filiacin, la fraternidad cristiana, la unidad cm la Trinidad a que con Cristo,
por El y en El son llamados los hombres y tiene misin de conseguirlo la
Iglesia. Al menos lo consigue, de una manera ms calificada, en los religiosos,
que, a ejemplo de Cristo y los apstoles, viven en comunidad. La Iglesia
primitiva as lo entendi cuando la muchedumbre de los creyentes tenan un
corazn y una sola arma, se nutran en la doctrina del Evangelio del Seor,
participaban en la fraccin del pan, perseveraban en la oracin y en la unin
con el mismo espritu. Incluso poniendo sus mismos bienes materiales a los pies
de los Apstoles para el servicio de los hermanos y sus necesidades. Por este
carcter pblico de fraternidad evanglica visibilizarn el misterio de la
Iglesia como fraternidad. El Seor vivir con ellos por haberse reunido en su
Nombre y el Espritu les llenar de su caridad, con la que mortificarn las
divisiones, intemperancias, palabras hirientes, suspicacias y faltas de caridad
en general. Si algo les ha de distinguir, como a los discpulos de Jess, sea
la caridad mutua, sobrenatural, pero cordial, dando lo suyo y a s mismos unos
a otros para conseguir la madurez del amor.
CAPITULO V—CASTIDAD
Art. 16. —
Consagran a su Dios su castidad perfecta. Pero mdase bien lo que esto compota.
Importa decirlo aqu porque el mismo Concilio en el Decreto Perfectae
Caritatis amonesta no dejarse prevenir por falsas doctrinas al respecto. Si el
Concilio las seala es porque proliferan hasta el punto de diezmar,
de una manera alarmante, las filas religiosas y sacerdotales. El amor lleva por
inclinacin natural al hombre hacia la mujer y viceversa. Pero ellos como
religiosos, renuncian por su castidad a la mujer como objeto amoroso. Mas el
vaco absoluto ni se puede dar en el orden fsico ni el psicolgico.
Apresurmonos a decir que ese vaco no debe darse en ellos. Lo hemos dicho
antes: Jesucristo, Dios y Hombre, ha de llenar su corazn y su sensibilidad. Si
esto no se logra, si no es Dios trascendente y personal, si no es la infusin
de su Espritu de amor, que es una Persona, quien llena y domina su vida toda,
no sern hombres y mujeres equilibrados. El amor en el hombre es el gran
catalizador de las mejores y ms exquisitas facetas y entregas. Ante el objeto
del amor el hombre da los saltos ms ardidos. Las mejores creaciones del genio,
los ms altos valores masculinos han tenido como motivo y resorte el amor. Si
quitamos al religioso el objeto amoroso que pide su naturaleza de hombre o de
mujer, o lo llenamos con un objeto superior que canalice toda su fuerza de
amor, o mutilamos al hombre y a la mujer en sus ms exquisitas realizaciones. Y
encima lo convertimos en un resentido, incapaz de valorar el mundo de lo bello
y de lo noble, y queda hecho un ser suspicaz que, parece como defraudado por
alguien, o por la sociedad, de aqu resulta un carcter agresivo e incapaz de
hacer el bien por la convivencia y, sobre todo, de arrastrar a otros hombres
tras el que deba ser ideal de su vida.
Art. 17.—Los
Sanjuanistas y Teresianas son los hombres y mujeres de la trascendencia.
Levantan ms el vuelo. Actualizan y viven lo sobrenatural. Consagran todas sus
fuerzas, y su afectividad al Reino con lo que lo estn anunciando de la manera
ms elocuente que puede ser anunciado: viviendo, ya, en la carne, como vivirn
resucitados, como los ngeles viven ya en el Cielo, como si no tuvieran carne.
Estos hombres y mujeres ya no quedan incompletos. Ya no tienen la sensacin de
vaco que les agrie el carcter y les hace infelices. Han acertado a llenar ese
vaco con una Persona superior: Jesucristo. Una vez ms su vida es Cristo, y el
centro es Cristo y su vivir es Cristo y la pasin y razn de ser de su vida es
Cristo, no solo pensado, sino efectivamente amado. Cristo tambin es capaz, no
va a serlo, si lo es una criatura?, de magnetizar una vida, de llenar un
corazn, de centrar por completo una actividad incesante. Las mayores gestas de
la historia las protagonizan enamorados de Jesucristo. Hasta la geste de la
sangre, que es el mayor y ms convincente de los testimonios. (Pascal deca que
slo crea en los testigos que se dejaban matar).
Art. 18.-Es necesario
para mantener en equilibrio santo la vida afectiva humana el dilogo afectuoso
con Cristo. Por eso seguimos a Santa Teresa, porque ella acert a dar de la
oracin, la definicin ms humana que se ha dado: tratar de amistad con quien
sabemos nos ama. No est mucho la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, por
eso aquelo que os moviere a amar, eso haced. (Mor IV, 1,7).
Art. 19.—Pero esa
joya de la castidad es del orden sobrenatural, es un singular regalo de Dios.
Es un fruto del Espritu. El "Decreto Perfectae Caritatis lo llama don
exquisito de la gracia. Y tiene su precio. Exige una vida mortificada. No
bastar la oracin, el trato afectuoso con el Seor, mejor dicho, tampoco ste
ser posible, sin una constante mortificacin de los sentidos y de la
sensibilidad. El Concilio amonesta a los religiosos que no presuman de sus
propias fuerzas, que tampoco omitan los medios naturales aptos y tiles para la
salud del alma y del cuerpo. Hay que pedir la castidad. No basta con haber
hecho el voto un da lleno de santo fervor. Hay que suplicarla muchas veces y
muy humildemente cada da. Que nadie se fe, no quiera nadie tentar a Dios.
Nadie se engae pensando que estos tiempos han abolido el pecado
original.
Art. 20._-_Por la
castidad virginal estn creando mundos. Mundos, no de materia, sino de
espritu. Por ella estn recordando a los hombres que slo quien despliega sus
velas al soplo del Espritu, dirigiendo la proa de su barca al Impulso del
mismo que sopla y no saben de dnde viene ni a dnde te lleva, como Abrahn
sigui la voz de Yahv, podr superar esa inmensa angustia de la agona que es
el vivir. Por la castidad virginal son ciprs que escala la altura y la seala,
pudiendo ser madera que cuece el yantar alimentando el hogar pueblerino. Son
pino que d sombra al cansado caminante, Inspire sosiego al desquiciado
advenedizo, con el desorden en su alma, son luz, humedad, oxgeno del espritu
que se hace vitalmente necesario en la era de la contaminacin atmosfrica del alma.
Art. 21.- El hombre, por
voluntad de Dios, engendra, no para lograr un placer de carne, sino para
alargar la vida, don supremo de su creacin. El hombre debe engendrar
suplemento de alma a esos cuerpos de barro y esto slo lo hace el virgen y
cuanto ms virgen ms fecundo.
Art. 22.—El
hombre, por instinto propio, engendra, ms que por un placer, se dar o no se
dar cuenta, por una intrnseca necesidad de perpetuar su vida, que no quiere
perder. Es ntimo y desesperante deseo del hombre el grito de la Escritura: No
he de morir, yo vivir (Sal 117,17). Por eso engendra el hombre para asegurar,
de alguna manera, su sed inextinguible de inmortalidad, que afirma en sus
hijos, a travs de los cuales el hombre siente enlazada su vida y su alma con
el futuro; cuando le fallen sus fuerzas le suplirn las de sus hijos, suyas, de
algn modo; siente que ellos le perpetuarn, con lo cual se ilusionar de que
no muere. Pero llega la muerte y entonces an la acepta para que sea realidad
la vida de sus hijos. Han de ver claro que no es por los hijos por donde
alcanzan la inmortalidad que anhelan, sino por !a renuncia de su vida, por
la unin de su muerte mstica con la de Cristo, con la que participan de su
resurreccin. Eso es buscar la vida con tal ansia y radicalidad que,
acertadamente, para conseguirla, remontan el vuelo sobre los caminos que los
humanos, slo ven a la luz de este hemisferio.
CAPITULO VI—FE
Art. 23.- Son los
hombres de fe. Sin la fe es imposible lanzarse a la inseguridad del futuro,
condicin de los hombres, de los que se casan y de los que son vrgenes. Pero
ellos tienen sobre esta inasegurabilidad de los que se casan, que no saben lo
que durar su amor, ni si fallar ella, o se cansar l, la firmeza de la fe
que les dice que Dios no fallar. A. Casona, en Corona de amor y muerte dice
en el acto 3 Diez aos. Pero sabes, lo que son diez aos felices de mujer?
No, pobre Pedro, ni lo sospechas siquiera. Son tres mil das de angustia entre
todos los miedos posibles: el de perder la juventud y la belleza, el de no
encontrarte una maana al despertar, el de slo pensar que dejaras de
quererme... Y, a veces, el ms terrible y estpido de todos: el miedo de que
algn da, sin saber cmo, pudiera dejar de quererte yo. (Madrid 1967). Ellos
oyen en el centro de su don de fe: Yo no te fallar nunca. Aunque una madre se
olvidare del hijo de sus entraas, yo te llevo en mis palmas. (as.
49,15).
Art. 24.-ACCIN DE
GRACIAS. Sern los hombres y mujeres de la accin de gracias por haber sido
elegidos para desposar su vida en totalidad con el Absoluto, pero no difuminado
y como algo irreal y etreo, sino como Ser Real y Personal. La accin de
gracias por el carisma que recibieron como consejo del Espritu sigue
necesariamente a la peticin diaria y continua y humilde del mismo
don.
CAPITULO VII—POBREZA
Art. 252—Teniendo
presentes las palabras de San Pablo a los Corintios: Conocis bien la
generosidad de nuestro Seor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se
hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. (2 Cor 8-9), van a
vivir como Cristo, hacindose pobres por su Reino, para enriquecer a muchos con
el testimonio de su vida que no almacena en esta tierra, ni se estaciona en la
tienda de campaa. Sern pobres para poner su riqueza en el cielo. Como pobres
vivirn, como pobres dependern, como pobres trabajarn. El trabajo, expresin
de la pobreza y de la inseguridad, y divina penitencia con que Dios quiso que
el hombre expiare su pecado. Trabajo manual, intelectual, espiritual... Y
trabajo para ganarse el sustento y no ser gravosos a nadie, con paciencia,
constancia y diligencia, orden y puntualidad, sin intervalos de divagacin, por
amor de Cristo, aceptando de buen grado el sacrificio que comporta y la
humillacin de depender de otros.
Dense prisa, apresrense
a la hora de levantarse de la cama y al tiempo de acudir a sus deberes, y el
mismo trabajo no sea lento, sino hecho con diligencia, aunque con
esmero.
Art. 26.—Vivan no
slo el espritu sino la realidad de la pobreza.
Art. 27.- Sean el mayor
nmero posible de objetos, tales como instrumentos de trabajo, etc., de uso
comn, y el mnimo necesario, de uso propio.
Brille la pobreza en
todo, en su calidad, conservacin y uso.
Nada falte a los
hermanos de lo que es necesario pero nada sobre de lo superfluo.
Art. 28—Entregarn
a la Obra ntegro el jornal percibido por su trabajo. La Obra por su parte
subvendr a todas las necesidades materiales de cada uno de los
hermanos.
Art. 29—Tambin
entregarn a la Obra cualquier obsequio que recibiesen.
Art. 30 -DE LA
PUNTUALIDAD. Es el servicio de Dios el que reclama al hermano y hay que
obedecer su voz que llama. El ejercicio de esta puntualidad ser acto de
religin y de caridad, de presteza y de amor a la Obra.
Hay pretextos para
comenzar fuera de la hora: Siempre hay que mirarlos como estratagema del
diablo. La violencia que hay que padecer para vivir en esa puntualidad forma
parte de la cruz de la vida comn y no nos es lcito aliviarla ya que siempre
sera un perjuicio del orden y de la santidad comn y particular a que hemos de
aspirar con todas nuestras fuerzas.
Art. 31.-DEL CUIDADO DE
LA SALUD. La salud es don de Dios. No podemos atentar contra ella. Debemos
economizar energas que, cuando se es joven, no se ven necesarias porque se
tiene un caudal por delante.
CAPITULO VIII—OBEDIENCIA
Art. 32. — El
mayor, por ms noble, bien que el hombre posee, es el que ofrecen a Dios por el
voto de obediencia. Por l insertan su pequea voluntad, firmemente y con suma
paz, en la Voluntad Infinita de Dios que, queriendo que todos se salven, hace
un salvador con El de cada consagrado. As Cristo, que no tuvo ms voluntad que
la de su Padre, nos redimi a pesar de las repugnancias de su Voluntad
humana.
Art. 33.—No
empequeece el voto de obediencia la personalidad del hombre antes al
contrario, la talle a la altura de Dios, pues ya no se mueve en la esfera de lo
caduco y terrestre, sino en la soberana libertad del reino de los hijos de
Dios.
CAPITULO lX.—TRABAJO
Art. 34.-"Cada uno
en su oficio, sintase obligado a la ley comn del trabajo y a procurarse as
lo necesario para su sustento y sus obras (PC 13,c.).
Art. 35.- Sabemos que,
con la oblacin de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra
redentora de Jesucristo quien dio al trabajo una dignidad sobre eminente
laborando con sus propias manos en Nazareth (GS 67, b).
Art. 36.- Recuerden
todos que con el culto pblico y con la oracin, con la penitencia y la libre
aceptacin de los trabajos y desgracias de la vida, con la que se asemejan a
Cristo paciente (2 Cor 4, 10; Col 1, 24) pueden llegarse a todos los hombres y
ayudar a la salvacin del mundo entero. (A. A. 16, g).
Art. 37.- Por el trabajo
el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede practicar la
verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la creacin divina. (GS
67, b).
Art. 38 —Emplense
los descansos oportunamente para distraccin del nimo y para consolidar la
salud del espritu y del cuerpo. (GS. 61, c).
SEGUNDA
PARTE
FIN ESPECIFICO
CAPITULO 1
Art. 39
.- APERTURA AL DIALOGO FRATERNO.
Han de procurar no vivir como marginados
de los problemas humanos y esto lo conseguirn con la apertura de sus casas al
dilogo fraterno, con aquellos que tengan necesidad del oxgeno sobrenatural de
sus casas, dando toda suerte de facilidades para que puedan reposar del ajetreo
que confusiona y liberarse de la contaminacin del materialismo a quienes lo
soliciten, salvando la medida siempre de la prudencia y de sus propias
posibilidades.
Art. 40. - PROMOClON
HUMANA. Han de adquirir una promocin humana, sobre todo cultural y teolgica,
que agrande sus posibilidades de recibir la insercin de lo
sobrenatural.
Art. 41. - PERSONAS DE
SU TIEMPO. Sean hombres y mujeres de su tiempo: en todo, claro es, lo que su
tiempo tiene de positivo. Vamos a renovar una estructura por la que Dios sigue
nutriendo de su vida a su pueblo. Nuestro propsito es que esa estructura, esos
medios, sean canales y conducciones de acuerdo con los problemas de la
ingeniera del siglo XX, no acueductos romanos. Estos cumplieron una misin en
su tiempo, hoy no nos sirven, pero el agua, entonces y ahora, nos es necesaria
porque slo ella nos puede hacer dar el salto a la Vida Eterna. Conservemos el
agua, descubramos y hagamos aflorar nuevas fuentes, manantiales vivos, pero no
nos empeemos en hacer fines de los medios. Para esto no se nos oculta que nos
har mucha falta el discernimiento sapiencial de Dios para probar y quedarse
con lo que es eficaz. La oracin, tan asidua, agrandar la capacidad vital de
estos hombres que quieren, con la gracia del Seor, ser manantial y
vivero.
Art. 47. - CAMlNO
ESTRECHO. EN EL MUNDO PERO NO DEL MUNDO. Muchos cristianos de nuestro tiempo
comprueban, apenados, cmo el mundo se ha ido separando cada vez ms
rpidamente de la Iglesia. En una buena parte se ha dado la reaccin, de buena
fe, de que la Iglesia est con el mundo, a costa de sacrificar lo que sea. No
es ste el camino de la salvacin del mundo. No es hacindose los religiosos
como los del reino de la tierra como se convertirn en sal, luz, levadura y
grano de mostaza. No os ajustis a este mundo. (Rom 12, 2).
Deben saber que no es
haciendo a Jess del mundo, sino haciendo al mundo de Jess, es decir, hacindolo
de selvtico, humano, de humano, divino, (Po XII) como se realizar la unidad
con el Padre.
Han de vivir en el mundo
pero sin ser del mundo, para poder ser llamada escatolgica de un mundo
trascendente y feliz; es decir, no han de transigir con el mal para que no se
les aparte el mal, sino que han de sentir la splica de Cristo al Padre: No te
ruego que los apartes del mundo, sino que los preserves del mal (Jn,
17,15).
Art. 43. - LOS ENEMIGOS
DE LA CRUZ NO LES SEGUIRN. Comprenden que ser doloroso estar solos o quedarse
pocos pero sacarn fuerzas de la conducta de Jess que en Cafarnan se qued
solo al anunciar un pan sobrenatural y, con sereno herosmo, pregunt a los
apstoles si ellos tambin le queran dejar, dispuesto a no aguar el vino del amor
sobrenatural, ni de ensanchar el camino estrecho que conduce a la Vida, aun
corriendo el riesgo de no obtener una triunfal acogida (Juan 6,60-67). San
Pablo les dir: Por m parte, nunca me he de gloriar sino en la Cruz del Seor
nuestro Jesucristo por el cual el mundo est crucificado para m y yo para el
mundo. (GAL. 6,14).
Art. 44. - DE LAS
VOCACIONES. Las causas de la crisis de vocaciones que la Iglesia est
padeciendo son falta de plenitud de una fe conscientemente profesada, deterioro
de costumbres humanas y cristianas, falta de interioridad, de meditacin y
oracin que es base de la actividad del cristiano, convencimiento de que el
silencio interior en el cual solamente es dado conocerse verdaderamente a s
mismo, es cosa desfasada que hay que abolir y, consiguientemente, se pierde la
ocasin de escuchar la llamada Ven sgueme.
El secularismo extendido
que tan fcilmente aleja o mantiene alejado de lo sagrado. El sentimiento de
incertidumbre y como de provisionalidad, favorecida por una cierta problemtica
religiosa, desanima de emprender una vida rica en satisfacciones espirituales
pero tambin de sacrificios y renuncias. Todo eso son complejas causas de la
crisis de vocaciones. No debemos desanimarnos. Pongamos a los males remedios.
A la secularizacin y
falta de fe plena opongamos una fe viva y sentido del misterio, convencimiento
profundo a la incertidumbre, a la problemtica desorientadora, claridad de
ideas sobrenaturales y, sobre todo, adoptemos el supremo remedio que nos dio el
mismo Seor: Orad al Seor de la mies que enve operarios a su mies (Mt. 9,
38).
Oremos, confiemos y
cuidemos de los grmenes de vocacin que veamos verdean en nuestros ambientes.
Sea nuestra oracin ms frecuente la peticin de vocaciones a la Obra de Amor y
Cruz, seguros de la nfabilidad de esa oracin incesante. (Conf. Pablo VI al
Sacro Colegio Cardenalicio reunido con motivo del onomstico del Papa; O. R.
23-6-1974).
Art. 45. - NECESIDAD DEL
DOLOR PARA SALVAR AL MUNDO. As como llega un momento en las relaciones de
madre e hijos en que aqulla no puede hacer otra cosa por los suyos que amar,
orar, sufrir y dar testimonio, ha llegado esa hora para el mundo; han de estar
dispuestos, para salvarlo, a entregar su vida al amor, al dolor y al
testimonio, como lo estuvo Cristo llegada la hora de glorificar al Padre en la
Cruz.
Art. 46.- TENDRN
ACTIVIDAD APOSTLICA. PERO POR LA CARIDAD LA TRASCIENDEN. Por poca actividad
apostlica que puedan desarrollar, y se ha de procurar que no falte alguna en
cada miembro de la Obra, piensen que su accin corresponsable de la redencin
no se agota ah en su crculo de accin y eso, por dos razones. Primera porque
una sola alma en que se acreciente por su trabajo la vida teologal refluye en
toda la Iglesia. Segunda porque cuanto mayor sea el caudal de divina caridad en
su alma mayor ser su alcance apostlico en virtud de la ley divina de los
vasos comunicantes que se realiza en el Cuerpo Mstico. Motivo de gran gozo es
vivir por la fe que su vida va a trascender el tiempo y el espacio. Teresa,
Teresita, San Juan de la Cruz tuvieron una limitacin mayor o menor en su
accin personal y exterior, segn dispuso para cada uno la Sabia Providencia
del Padre. Pero su caridad trascendi su ambiente y sigue influyendo en el Cuerpo
de Cristo y seguir hasta el fin de los tiempos.
Art. 47.- ESTIMULO DEL
VATICANO II. El Concilio sigue reconociendo el tesoro que supone para la
Iglesia la vida contemplativa. La Iglesia nunca se desmiente a s misma, y lo
que estim en todos los tiempos lo sigue alabando en el Vaticano II: Los
Institutos puramente contemplativos cuyos miembros, dados totalmente a Dios en
la soledad, en el silencio, en la oracin constante, y en la austera
penitencia, por mucho que urja la necesidad del apostolado activo, ocupan
siempre una parte preeminente en el Cuerpo Mstico de Cristo, en que todos los
miembros no tienen la misma funcin (Rom 12, 4). Ya que ellos ofrecen a Dios el
excelente sacrificio de la alabanza, enriquecen al pueblo de Dios con frutos
esplndidos de santidad, arrastran con su ejemplo y dilatan las obras
apostlicas con una fecundidad misteriosa. De esta forma son el honor de la
Iglesia y torrente de gracias celestiales (Dec. Perf. Caritatis, n 7).
CAPITULO II—SUS MODELOS: CRISTO
Art. 48.- El gran modelo
de su vida lo tienen los Sanjuanistas, las Teresianas y los miembros del
Instituto Secular en Cristo a quien no se le ocultaba la necesidad del trabajo
apostlico en el mundo y quiso dedicar la mayor parte de su vida al silencio y
oscuridad de Nazaret y una pequea parte de la misma a la accin directa de
evangelizacin, en la cual no obstante, reiteradamente se dedic a orar de da
y de noche... y a sufrir, ser humillado y fracasar... Era necesario que el
Cristo padeciese... (LUF 24,26) para que el hombre resucitase.
Art. 49 -Y MARIA. El
otro modelo es Maria. Poca accin apostlica desarroll la Virgen y no fue ello
bice para que fuera corredentora y Madre de la Iglesia porque la lleva a toda
en su seno como la vio San Juan en el Apocalipsis (12,1-5) y confirma el
Vaticano II: Y esta maternidad de Mara perdura sin cesar en la economa de la
gracia, desde el momento que prest fiel asentimiento a la Anunciacin y la
mantuvo sin vacilacin ante la Cruz, hasta la consumacin perfecta de todos los
elegidos. Pues, una vez recibida en los cielos, no dej su oficio salvador sino
que contina alcanzan. dones por su mltiple intercesin los dones de
la eterna salvacin. Por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que
peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado
hasta que sean llevados a la Patria feliz (LG 62). Como Mara deben engendrar a
Cristo en las almas por su amor y por su cruz no terminando su accin en la
tierra sino continundose potenciada en el cielo, deseo ardiente de Santa
Teresita, audaz para su tiempo, que Amor y Cruz recogi en su programa, y que
el Vaticano II atribuye a la Mater Eclesiae y Po XII ya lo defini en la
"Munificentissimus Deus", en 1950.
Art. 50.—Es
tambin modelo Mara de Amor y Cruz porque si el que hace la Voluntad del Padre
es mi Madre, ellos aspiran a hacer la Voluntad del Padre, con toda generosidad,
como Maria, para engendrar a Cristo en s y en los hombres, segn doctrina de
los Padres de acuerdo con la cual han de procurar vivir. Dicen los Padres:
Como el niito formado en el seno as me parece el Verbo de Dios en las
entraas del alma que ha recibido la gracia del Bautismo. El Seor abre el seno
maternal del alma para que sea engendrado el Logos de Dios y as el alma se
hace Madre de Cristo (Orgenes).
Cada alma lleva en s,
como en un seno materno a Cristo. Si ella no se transforma por una santa vida
no puede llamarse madre de Cristo (San Gregorio Nacianceno).
Lo que en otro tiempo
sucedi corporalmente en la Virgen Mara, cuando la plenitud de la Divinidad de
Cristo, comenz a irradiar a travs de la Virgen, se cumple tambin en cada
alma que, sintiendo como el Logos, lleva una vida pura. El prvulo nacido en
nosotros es el mismo Jess el cual en los que le reciben, crece de diversas
maneras en sabidura, edad y gracia. Porque no es igual en cada uno. Conforme a
la medida de la gracia de aqul en quien El recibe la forma, y conforme a la
capacidad del que le recibe aparece El como nio, adolescente o varn perfecto.
(San Gregorio Niseno).
Cuando esta alma
comienza a convertirse a Cristo es llamada Mara, o sea, recibe el nombre de la
Mujer que en otro tiempo llev a Cristo en e! seno: se ha transformado en
un alma que engendra a Cristo de una manera espiritual. No todos llegan a dar a
luz, no todos son ya perfectos, no todos son Mara, los que ciertamente han
concebido del Espritu Santo a Cristo, pero no le han engendrado. Hay hombres
que arrojan de nuevo al Verbo de Dios, como un aborto. Haz pues la Voluntad del
Padre para que puedas ser Madre de Cristo (San Ambrosio).
Por esto sois tambin
Madre de Cristo, porque cumpls la Voluntad del Padre. Concebid tambin
vosotros a Cristo, por la fe, dadle a luz por vuestras buenas obras. Cumpla
vuestro corazn en la ley de Cristo lo que en otro tiempo cumpli el seno de
Mara en la carne de Cristo (San Agustn).
Madre de Cristo se hace
ante todo el que anuncia la verdad; porque al Seor engendra el que lo
introduce en el corazn de los oyentes. Madre de Cristo se hace el que con su
palabra engendra en el Espritu el amor al Seor (San Gregorio
Magno).
As los miembros de Amor
y Cruz han de engendrar en s mismos a Jess y ayudarle a la Iglesia a
engendrarlo en todos los hombres para que todos puedan pasar del seno de Mara
al Seno del Padre en la unidad a la que Cristo nos convoca.
Art. 51.—MARIA.
MADRE DE LA IGLESIA. PATRONA. No slo es modelo Mara de Amor y Cruz; la
escogi tambin por Patrona. La llamar Patrona con el ttulo de Madre de la
Iglesia para corresponder al deseo de Pablo VI manifestado en el discurso de la
Clausura de la 3 etapa conciliar el 21-11-1964: As pues, para gloria de la
Virgen y consuelo nuestro Nos proclamamos a Mara Santsima Madre de la
Iglesia, es decir, Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de
los Pastores, que la llaman Madre Amorosa y queremos que de ahora en adelante
sea honrada e invocada por todo el Pueblo cristiano con este gratsimo
ttulo".
Art. 52—SU
EFICACIA APOSTOLICA DERIVA DE SU IMITACION DE MARIA. Siendo Amor y Cruz una
Obra Apostolica debe fundamentar su eficacia en la imitacin de Mara y en la
consecucin de un amor materno, participado del su yo, hacia la Iglesia.
Cumplir Amor y Cruz las normas del Vaticano II conscientes de que el
conocimiento de la verdadera doctrina catlica sobre Mara ser siempre la
llave de la exacta comprensin del Misterio de Cristo y de la Iglesia, como
dijo Pablo VI en su discurso de Clausura 3. etapa conciliar el 21-11-1964 (no
23) de la Oigo Amor y Cruz al Vaticano II y haga suya esta doctrina: Por eso
la Iglesia en su labor opostlica se fija con razn en aquella que engendr a
Cristo concebido del Espritu Santo para que tambin nazca y crezca por medio
de la Iglesia en las almas fieles. La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel
amor maternal con que es necesario estn animados todos aquellos que en la
misin apostlica de la Iglesia cooperan a la regeneracin de los hombres. (LG
8, 65). Amor y Cruz encomendar su vida y apostolado a la solicitud de la Madre
de la Iglesia, como manda el Concilio en el Decreto Apostolicam actuositatem
n 4.
Art. 53. - Los miembros
de Amor y Cruz vestirn el escapulario del Carmen como una seal de especial
devocin y consagracin a la Virgen y, al mismo tiempo, de su maternal
proteccin. Y para gozar de las promesas de la Virgen de morir en gracia de
Dios, y de salir del Purgatorio cuanto antes, especialmente en da de
sbado.
Art. 54.—ESPERANZA
EN EL TRABAJO DE CRISTO. Sean los miembros de Amor y Cruz hombres y mujeres
firmes en el amor a la Iglesia; anclados en la confianza de Mara, seguros en
la Providencia salvadora del amor del Padre, llenos de esperanza teologal en la
proyeccin de la fecundidad de sus vidas inmoladas en la Obra, ya sean
Sanjuanistas, ya Teresianas ya miembros del Instituto Secular, con la segura
confianza de que quien comenz en vosotros la Obra la llevar a cabo hasta el
da de Cristo Jess. (Filp 1,6).
CAPITULO III.—LA EUCARISTIA
Art. 55. — Y pues
ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raz y quicio en fa
celebracin de la Santsima Eucarista, (Dec. sobre el Ministerio y
vida de los presbteros, n 6) pongan la Eucarista los miembros de Amor y
Cruz, en el centro de sus vidas, ya en la participacin del Sacrificio, ya en
la adoracin de la misma, diurna permanente y nocturna semanalmente, salvadas
las posibilidades; ya de forma particular. Ayudar a la estima de la Eucarista
reflexionar que en ella se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a
saber, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a
los hombres, vivificada y vivificante por el Espritu Santo (Presb Ord 5) y
calar hondo, por la fe, en que la vida de la Iglesia se dEsarrolla por la
participacin asidua del Misterio Eucarstico. (Const. Divina Revelacin, n
26). En ella fundamentada la Obra, edificar sobre roca y no podr temer las
tempestades, crecer y llevar la vida de Cristo como una antorcha que arde e
ilumina.
Para estimar la
Eucarista mediten tambin lo que el Vaticano II nos dice: De la Eucarista
mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene con la mxima
eficacia aquella santificacin de los hombres en Cristo y aquella glorificacin
de Dios, a la cual las dems obras de la Iglesia tienden como a su fin (Const.
Sgda. Liturgia n 10).
Art. 56.- Amor y Cruz
quiere que todos sus miembros, participando del Sacrificio Eucarstico,
ofrezcan a Dios la Vctima Divina y se ofrezcan a s mismos juntamente con
Ella" (Lumen Gentium n 11).
Al propio tiempo,
sobrellevando pacientemente las mismas pruebas de la vida, las convertirn en
sacrificios espirituales aceptables a Dios por Cristo (1. Petr 2,5) ofrecidas
piadosamente en la celebracin de la Eucarista al Padre, juntamente con la
oblacin del Cuerpo del Seor (LG n 34).
En la celebracin de la
Eucarista vern los miembros de Amor y Cruz la actualizacin ms real de su
ofrecimiento de Vctima a Dios Amor.
Art. 57.—Amor y
Cruz que quiere alimentarse de la doctrina y vida de la Doctora Santa Teresa de
Jess, no puede olvidar que la vida mstica de la Madre est jalonada de
carismas eucarsticos: En torno a la Eucarista se despliega su camino
espiritual, tan cristocntrico, que no la convencer nadie, de que lo lleva
bueno quien se separa de la Humanidad de Cristo. (Vida cap 22; Moradas 6, cap
7; Relacin 66, etc). Y la Humanidad de Cristo, glorificado, se nos acerca y se
nos entrega supereminentemente en la Eucarista. Las visiones intelectuales
trinitarias en sus comuniones le suceden. Y la gracia del matrimonio espiritual
la recibi en la Encarnacin de Avila el 18-11-1572, despus de comulgar de
manos de San Juan de la Cruz.
Art. 58.—Pues que
Amor y Cruz se nutre tambin de la doctrina del Doctor Mstico San Juan de la
Cruz, tome conciencia de que la ms alta consumacin en el amor se realiza en
l cuando, privado de la celebracin de la Misa incluso el da de la Asuncin
implorada con lgrimas en la crcel de Toledo a su Prior, largos das sin
Eucarista, cmo se abrir en requiebros y en dulces lamentos su alma llagada
cuyos ecos resonarn en las bellas estrofas que debe hacer suyas Amor y
Cruz!:
Aquesta eterna fonte
est escondida
en este vivo Pan
por darnos vida.
Aunque
es de noche.
Aqu se est llamando a
las criaturas
y de esta agua se
hartan, aunque a escuras.
Porque
es de noche.
Aquesta viva fonte que
deseo
en este Pan de vida
yo la veo,
Aunque
es de noche.
Art. 59. -Para
justificar la vida de adoracin de la Eucarista en Amor y Cruz leamos, con
toda reverencia, las palabras de Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios y en
la Audiencia General del Mircoles Santo (7-4-1971): La existencia nica e
indivisible del Seor en el Cielo no se multiplica sino que se hace presente
por el Sacramento en los innmeros lugares de la tierra donde se celebra la
Misa. Y sigue presente, despus del sacrificio, en el Santsimo Sacramento que
est en el Tabernculo, corazn viviente de cada una de nuestras Iglesias. Es
para nosotros un dulcsimo deber honrar y adorar en la Santa Hostia que ven
nuestros ojos, al Verbo Encarnado que no pueden ver, el cual, sin abandonar el
cielo, se ha hecho presente ante nosotros (30-6-1968).
El culto eucarstico no
se agota con el acto litrgico que lo origina; exige una comprensin, una
reflexin, una espiritualidad, que debe dar a cada fiel y a la entera comunidad
el sentido sacramental del Emmanuel, del Dios con nosotros... fruto ptimo de
la celebracin del Jueves Santo sera la renovacin, el reflorecimiento de la
piedad eucarstica, tal como la teologa del misterio de la fe... y el espritu
de la reforma conciliar exigen hoy del Pueblo de Dios (7-4-1971).
Art. 60. — Culto a
la Eucarista, adems, como fuente de verdadero apostolado y del nacimiento y
perseverancia de las vocaciones, singularmente de las de la Obra, que hemos de
atraer desde el corazn de Cristo viviente en nuestros Sagrarios: Ya
que la Eucarista no slo produce la Gracia, sino que contiene, de modo
permanente, al Autor mismo de la Gracia. Cuando por tanto la Iglesia nos manda
adorar a Cristo, escondido bajo los velos eucarsticos, y pedirle gracias
sobrenaturales y terrenas, de las que siempre tenemos necesidad, manifiesta la
fe viva, con la cual cree presente bajo aquellos velos a su Divino Esposo, le manifiesta
su reconocimiento y goza de su ntima familiaridad (Po XII, Mediator Dei
A.S.S. 1947; pg. 569).
El culto eucarstico
fuera de la Misa tiene, por ello, una nigualable importancia... desde el punto
de vista asctico y mstico, porque, sin una genuina piedad eucarstica, no se
da verdadero aliento al apostolado, ni se asegura la fidelidad de las
vocaciones. (Pablo VI al Comit de los Congresos Eucarsticos
1-3-1972).
Aunque el Papa se
refiere directamente a las vocaciones sacerdotales en sentido proporcional nos
es lcito adaptarlo a la vocacin religiosa en general y Amor y Cruz lo recoge
para sus miembros, exhortndoles con toda insistencia, a que se fogueen y
calinten su fe a los pies del Divino Amor Sacramentado. De esa adoracin amorosa,
brotarn flores olorosas de vocaciones de Teresianas, Sanjuanistas y
Amorcrucistas, que perfumarn, con delicados aromas, la Iglesia
Santa.
CAPITULO IV
EL EVANGELIO Y LA ROCA
Art. 61.- AMOR Y CRUZ,
SINTESIS DEL EVANGELIO. Amor y Cruz ha sintetizado en su ttulo el genuino
espritu del Evangelio que quiere educar en sus miembros. Dios es amor, el
mandamiento nuevo es el del Amor, y la ley del Reino de Dios es la del Amor. El
Amor, despus del pecado, no llega al hombre sino por la Cruz. La Cruz es esa
sublime catapulta que hace diana en el corazn de Dios, lo rompe y hace
desbordar el ocano infinito de su Amor sobre el hombre al que endiosa. La Cruz
atrae al Amor y el Amor nos lleva a la Cruz y, adems, sin trabajo, porque
segn San Agustn: Donde se ama no se trabaja y si se trabaja se ama el
trabajo, en una palabra: Amor y Cruz son inseparables y en su unin radica la
salvacin de los hombres.
Art. 62. - SINTONIA CON
EL PAPA. Amor y Cruz sabe que va al revs del mundo, que rema contra corriente,
que no ser comprendida fcilmente ni ser, digmoslo, popular. Pero estamos
convencidos de que no es eso lo que nos falta y de que eso nos ha perdido y nos
sigue perdiendo.
No son nuestras estas
palabras sino del Papa Pablo VI y bien actuales adems: Cuando ms cerca est
un alma de la perfeccin, tanto ms posee el sentido, casi abismal, de su
imperfeccin, de sus pecados. No es fantasa, ni imaqinaci. Es la percepcin
de la realidad del mundo espiritual que nos ensea cmo la desproporcin entre
lo que somos y lo que debemos ser, entre lo que somos y lo que es aquel Dios
que vamos buscando y queremos alcanzar, exige de nosotros tensin, esfuerzo,
sacrificio. Si queremos verdaderamente imitar a Cristo, hemos de aceptar sus
palabras, no cual imitacin retrica sino como programa vinculante que exige
grande reflexin quien me ama que me siga: tome cada uno su Cruz y l!vela.
Cmo se esponja el alma, comprobando que no slo el espritu de nuestro
ideario coincide con la mente del Papa sino que hasta la letra del texto que
escoge para su prueba coincide con el ttulo de nuestra Obra! Pero sigue el
Papa: Brota de ah una pregunta sustancial: Queremos un cristianismo fcil o
queremos un cristianismo fuerte? La tentacin del cristianismo fcil penetra
hoy por todas partes. Llega incluso a los religiosos y a las religiosas que
consagran su vida a la austeridad y a la severidad. Esa tentacin comienza a
atacar no slo la disciplina exterior, el horario, etc., sino tambin las
races del cristianismo: llega hasta la fe (...) consta el hecho de que en la
escuela, en la pedagoga moderna se ha difundido el intento de hacer fcil el
cristianismo, de despojarlo de todo aquello que molesta, sea en el terreno
doctrinal, sea en el prctico, es decir, el de los mandamientos. Se tiende a
eliminar todo obstculo, para dejar que el hombre viva de espontaneidad, en
plenitud de vida, de manera autnoma. Se recurre para ello a los textos
evanglicos. Se dice que el Seor es bueno, que nos ha liberado en la verdad, y
que, por tanto, se debe consentir a quien quiere ser cristiano, seguir una
lnea de espontaneidad y libertad. Se propone un cristianismo fcil sin el
signo acuciante de la cruz. La Cruz se considera como un signo ornamental y
simblico. Todava, afortunadamente, no ha desaparecido de las oficinas
pblicas, de las clases, ni, mucho menos, de las iglesias. Permanece all.
Pero refleja todava en las almas el influjo de su ejemplo y la elocuencia de
su filosofa, de su teologa, de su pedagoga? En las pginas del Evangelio
descubrimos que el Seor cuando nos ha presentado el cristianismo no ha dudado
en desafiar la popularidad de su predicacin, manifestando las exigencias
severas del cristiano autntico. Ha dicho que la senda hacia el Reino de los
cielos es estrecha y fatigosa, y que cuantos prefieren el camino ancho se
pierden. El mismo Sermn de la Montaa, que parece un himno de gozo, marca las
exigencias nuevas del cristianismo verdadero, ese cristianismo que no consiste
en manifestaciones exteriores, sino que exige sentimientos interiores. Para
restablecer la armona, la capacidad de coloquio con Dios, de amor al priimo,
de acciones buenas, se necesita un gran esfuerzo. No se produce
espontneamente. Es necesario que nos concentremos sobre nosotros mismos para imponernos
una ley de mortificacin, de penitencia, de sacrificio. Debemos signarnos a
nosotros mismos con el signo de la cruz. (En la Estacin cuaresmal de Santa
Sabina 16-2-1972).
Art. 63 -
RESPONSABlLlDAD DE AMOR Y CRUZ Y AMONESTACION. A todos los miembros actuales de
la Obra, y a los que anidarn en sus ramas maana, les pedimos, con toda la
fuerza de nuestro espritu, que mantengan siempre difano el ideal de Amor y
Cruz; que aspiren a volar siempre ms alto, como guilas caudales,
que fui tan alto tan alto
que le d a la caza alcance
(San Juan de la Cruz. Poesas)
que superen el espejismo de que,
poniendo ms la baja la meta, crece la fecundidad, (el nmero s, pero no la
calidad y por tanto, decrece la eficacia) y recuerden que el avin cuando pierde
altura ante el menor obstculo se estrella.
A
todos les decimos con toda verdad y seriedad, que si hemos de nacer adocenados,
no importa nacer. Un parto es demasiado doloroso como para jugar. Y el parto
que acaba en aborto aade al dolor el fracaso.
Fracaso
que no sera de Dios, sino nuestro, del cual nos exigira estrecha cuenta, y
con toda justicia, despus de haber depositado su confianzaen nosotros y de
haber recibido tanto. A quien mucho se le ha dado mucho se le exigir (Luc
12,48).
Seamos fieles, oremos
incesantemente, desconfiemos de nosotros y pongamos en Dios toda nuestra
esperanza, sigamos su llamada, con la fe de Abrahn sin saber dnde nos lleva
su Amor, seguros de que AMOR y CRUZ no ha nacido de la sangre, ni de la
voluntad del hombre sino de Dios (Jn 1,13). Y lo que nace de Dios permanece
para siempre (Jn 8, 25).
CAPITULO
V —LA HUMILDAD
Art. 64.- El ejemplo de
Jess, humilis Corde, el de Mara, la esclava del Seor, y el de los Santos
Patronos debe mover a Amor y Cruz a vivir en humildad ante Dios y ante los
hombres.
Art. 65.- El recuerdo de
los propios pecados y las inclinaciones torcidas que han dejado en alma y
cuerpo el fomes peccati y los pecados personales han de ser como un peso que
hace bajar la cabeza e impide la propia exaltacin y jactancia.
Art. 66. - El esfuerzo
por vivir en presencia de Dios que nos ve tal cual somos, ya que escudmia el
corazn, har brotar en el alma violetas de humildad.
Art. 67. - Somtanse a
sus Superiores, con una obediencia sin lmites exterior e interior por amor de
Cristo que se hizo obediente hasta la muerte.
Art. 68.—Acepten
las contradicciones con paciencia considerando que el Seor las en~a como
mensajeros de gracia. Recuerden a David maldecido por Seme que reconoci: Dios
le enva quiz me bendiga por esta maldicin (Sm 2,16.12) y acepten las
injurias sin defenderse.
Art. 69.—Abran a
su Padre espiritual sus almas con toda la miseria que brota en ellas para que
Dios por su lengua las unja, cure y pacifque.
Art.70.—Colquense
contentos en el ltimo lugar y abrcense de grado con injurias y menosprecios
por amor de Cristo lleno de ellos.
Art. 71.—No slo
de palabra sino tambin de pensamiento dganse y crense los peores de todos,
(Subida, L.1,13,9), considerando la distancia que media entre la santidad de
Dios y la bajeza de ellos. Y de los prjimos no pueden sentir tan mal pues no
les es lcito medir sus intenciones.
Art. 72. - Cumplan
fielmente los Estatutos convencidos de que hacen as la Voluntad de Dios que es
la que hace el verdadero humilde y no la suya.
Art. 73. - Estn prestos
a escuchar las palabras de reprensin creyendo siempre que las merecen y sean
tardos en hablar sobre todo, cuando domina la pasin.
Art. 74. - Manifiesten
en todo su porte, sin perder la naturalidad, su humildad no
fingida.
Art. 75. - Por nada se
envanezcan y pidan a Dios la gracia de la humildad que los exaltar y les har
amables a Dios y a los hombres y les har fecundos en la Iglesia.
CAPITULO VI—VICTIMAS
AL AMOR
Art. 76. - La
caracterstica ms notable de Amor y Cruz es una intensa vida de oracin. Como
corona de la misma quienes claramente se sientan movidos por el Espritu y
previo consejo, pueden ofrecerse VICTIMAS AL AMOR MISERICODIOSO, como lo hizo
Santa Teresita para vivir en un acto continuo e ininterrumpido de amor a fin de
lograr recoger los raudales de infinito amor que desbordan del Corazn de Dios
y que las criaturas humanas desprecian.(Vase Obras completas de Santa Teresita
cap 8,23, pg. 240: D.C. Consejos y Recuerdos, pg. 1223 y sgtes. OC. Apndice
por Sor Genoveva de la Santa Faz en que explica minuciosamente el sentido del
ofrecimiento de Vctima a! Amor Misericordioso, distinto del hecho a la
Divina Justicia, pgina 1367 y siguientes. Burgos, 1969).
Art. 77. - POR LA
IGLESIA. Santa Teresa del Nio Jess inaugura con genio sobrenatural, una
orientacin reparadora nueva en la Iglesia: Vctima de Amor. Amor y Cruz recoge
esta exquisitez para aquellos miembros de la Obra que sean llamados a estado
tan excelso. La Iglesia refrenda la legitimidad de este camino pidiendo a Dios
para todo su Pueblo que seamos en Cristo, vctima viva para tu alabanza (IV
Plegaria Eucarstica). Y en la Lumen Gentium: participando del Sacramento
eucarstico fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la
Vctima divina y se ofrecen a s mismos juntamente con ella (n 11).
Estas personas elegidas
ofrecen su vctimacin e inmolacin gustosas por la Iglesia Sancta Dei, hasta
tanto les debe llevar la pasin por su Madre; como Santa Teresa que proclamaba
al final su felicidad de morir hija de la Iglesia, son felices entregndose por
la Iglesia.
Art. 78. - VICTIMA DE
AMOR. Esta expresin envuelve dos realidades: la de recibir el Amor de Dios de una
manera insoportable, digmoslo as, y la del martirio que constituye para la
humana naturaleza el contrariarla constantemente y en todo, para que obre, no
por su amor sino por el de Dios; Vctima de amor, he ah la manera de perder la
vida terrena para lograr la Divina. Como Cristo fue vctima para lograrnos la
vida de Dios, la naturaleza cae vctima por el Amor de Dios.
CAPITULO VII—VIDA DE
ORACION
Art. 79. — Darn a
la oracin importancia fundamental y decisiva, como que es, no slo medio de
perfeccin, o uno ms de los actos espirituales, sino que se convierte en Amor
y Cruz en la ocupacin esencial que debe llenar el da de los Sanjuanistas y
Teresianas y de donde derivarn todas las luces, gracias, fuerzas, crecimiento,
extensin y hasta los medios materiales. Por eso le dedicarn dos horas cada
da y tres los domingos. Pero esta vida de oracin en medio de la algaraba
actual no es un triunfo de la gracia? Y estos actos de oracin no tienen como
fin llevar al alma a la oracin habitual a adquirir el espritu de oracin que
los haga estar en perenne vela con su Dios?
Art. 80. -Para conseguir
lo anterior hay que organizar la vida de Amor y Cruz, Sanjuanistas y
Teresianas, de forma que nada distraiga del dilogo con Dios y todo ayude a
tratar de amistad con quien sabemos nos ama y a dejar de par en par abierta la
puerta para entrar en las Moradas.
Art. 81.- DE LA
INTERRUPCION DE LA ORACION.
Ninguna otra
actividad debe ser causa de interrupcin de la oracin. Ella es la actividad
prncipe de la Obra y hay que tener todo previsto para no ser fciles a
truncarla. As las visitas, las llamadas telefnicas, etc. salvarn siempre,
menos en casos de urgencia y de verdadera necesidad, la hora de la oracin. Que
se formen as todos los hermanos para que den un testimonio vivo a todos los
que los vean de cmo dan a Dios el tiempo y los cuidados sin atenuantes ni
recortes.
Art. 82. - SON MUCHAS
LAS ALMAS QUE NO ORAN. Muchas, muchsimas almas no cultivan la oracin y se
pasan aos y aos de una vida devota sin haber dado ni siquiera un paso
adelante en este santo ejercicio, con enorme dao para su vida espiritual.
Muchas se apartan de ella y la abandonan como cosa estril, falta de atractivo
y de eficacia (Card. Lercano, Mtodos de oracin mental, pg. 8. Ed. Studium.
Madrid, 1961).
Y es que jams
aprendieron a utilizar este medio de perfeccin y aunque no se atreven a
despreciar algo que tanto se estima y se predica como necesario en la Iglesia,
piensan que no es para llos y que hacer oracin es algo reservado para almas
privilegiadas.
Art. 83. - HOY SE APAGA
ADREDE LA PLEGARIA. Otros llegan ms lejos. Pablo VI asegura que la oracin ha
sido excluda intencionadamente de la vida moderna. Hoy ya no se quiere rezar.
Miicha gente ya no reza y por motivos futiles. Antes se olvidaba la oracin
debido a nuestra superficialidad, por nuestras preocupaciones terrenas. Ahora
el silencio de la oracin es intencionado, practicado deliberadamente, en las
almas de las nuevas generaciones se apaga adrede la plegaria (29
-1-1974).
Art. 84. - VIDA
CONTEMPLATIVA ACORDE CON LOS TIEMPOS. Siendo la vida contemplativa propiedad de
los que han penetrado ms plenamente en la vida y el espritu de la Iglesia y
deseando Amor y Cruz que sus miembros lo sean firmes y fructferos de Cristo,
se proponen, con gran vehemencia, llevar una vida contemplativa acorde con los
tiempos; desean los dones dc contemplacin para poder llegar al mismo centro
del misterio. Pero no debe ignorar que este deseo incluye una gran participacin
en los sufrimientos y muerte de Cristo. Si el deseo es eficaz no retroceder
ante la penitencis y sacrificios, antes se buscarn.
Art.
85.— CONTEMPLATIVOS-ACTIVOS. Han de llegar a ser perfectos
contemplativos-activos, contemplativos en la accin. Y no es esto imposible ya
que todo ser humano que lo desee puede convertirse en un contemplativo-activo y
disponerse, incluso, para las mejores gracias de la oracin infusa, cuya mejor
disposicin es un deseo eficaz de llegar a un profundo, ntimo, personal y amoroso
conocimiento de Dios en el misterio de Cristo.
Art. 86. - DE LA
CONTEMPLACION BROTARA LA ACCION. Amor y Cruz desea que todos sus miembros
mantengan un dilogo permanente con el Dios trascendente. Y no se sentir
acomplejada en su servicio a la Iglesia en momentos histricos en que tanta
falta hace el trabajo apostlico conscientes de que de un gran caudal de vida
divina, acumulado por la oracin, brotarn las grandes obras como sucedi
siempre en la historia de la Iglesia; queremos decirlo con palabras de Oscar
Cullman: Se habla hoy tanto de dilogo que esta palabra ha venido a ser un
slogan moderno, pero no aceptamos el dilogo con Dios que se nos est
ofreciendo en el Evangelio. Segn San Pablo es el Espritu de Dios el que nos
invita a rogar (Rom. 8, 15-26): Dios viene en ayuda de nuestras debilidades y
nos apostrofa cuando nosotros oramos. Cuando no se reza es prueba de que el
Espritu Santo nos ha abandonado. Los simplificadores oponen la oracin a la
accin como si tas grandes obras no hubieran sido realizadas precisamente por
los cristianos que han basado su accin en la oracin. Aquellos miembros que
se sientan llamados a una contemplacin total sern considerados como
realizadores puros del ideal de la Obra y se les dar toda clase de facilidades
para que sigan su llamada.
Art. 87. - HACER BROTAR
LAS FUENTES ES MAS IMPORTANTE QUE ORGANIZAR LAS ESTRUCTURAS. Creemos
que los hombres se van a ir dando cuenta, despus de tantos vanos tanteos y
ensayos ineficaces si no contraproducentes, de que lo que nace de lo humano
envejece y muere y de que slo permanece lo que el Espritu Santo realiza en la
Iglesia. Amor y Cruz acoge con gozo y sintoniza totalmente con la Resolucin
final de la Asamblea Plenaria del Episcopado Francs en Lourdes de 15-20 noviembre
1971: Percibimos, como un sntoma de la accin del Espritu Santo, la
renovacin de la vida contemplativa, la necesidad de recogimiento y oracin,
expresado por los jvenes de todos los ambientes.
La Iglesia no se
rejuvenece en primer lugar por la creacin de instituciones ms apropiadas sino
por la aceptacin del Espritu en la plegaria.
Hacer brotar las
fuentes es ms importante que organizar las estructuras. Obispos y sacerdotes
nos sentimos invitados a participar en esta renovacin espiritual y a
promoverla..(Resolucin final de la Asamblea Plenaria Episc.
Francs).
Art. 88. - AMOR Y CRUZ
SIGUE LA DOCTRINA Y LA VIDA DE SANTA TERESA DE LISIEUX. La doctrina de Teresa
de Lisieux la ms grande santa de los tiempos modernos en frase de Pio X y
la estrella de su pontificado como la llama Po XI ser doctrina de Amor y
Cruz, cuya misin en el mundo ha sido no poco adulterada, pero que al
conocimiento genuino de su pensamiento no puede ser ms clara si la omos
pronunciar cuando su prximo fin no ofrece ninguna duda: Presiento que voy a
entrar en el descanso, pero sobre todo, presiento que mi misin va a comenzar:
la misin de hacer amar a Dios como yo le amo, de entregar m caminito a las
almas (Nov. Verba pgs. 81, 82; citada por Combes, Sta. Teresa de Lissieux y
su misin, pg 78. Ed. Dinor. San Sebastin, 1957).
A la luz de sus
enseanzas que quiere vivir y ensear a la vez, ha comprendido Amor y Cruz que
si el hombre contempla a Dios, Dios mismo le dar su accin, que brotando de su
mismo corazn participar el hombre desde el hontanar ms ntimo de la accin
salvadora de Dios. La Iglesia, que ha sancionado la eficacia de la
contemplacin proclamando a Teresita Patrona de las Misiones, nos sigue
ofreciendo la lnea segura de la eficacia de la redencin, nico quehacer y
servicio de la Iglesia.
Teresita, considera a
Dios Amor; quiere recibir ese amor de manera que la consuma, como vctima de
holocausto: Ella quiere suscitar una legin de pequeas vctimas ofrecidas al
Amor y Amor y Cruz se siente llamado a realizar esos deseos devoradores de la
que quiso pasar su cielo haciendo bien en la tierra. (Manus. Autob. pg.
430. Burgos, 1953).
Art. 84. - Amor y Cruz
atraer a las almas hacia Dios desde el fondo de su corazn lleno de Dios. Amor
y Cruz debe tener una plena seguridad de la accin de Dios-Amor que puede
transir el mundo de vida divina si encuentra almas, corazones, que se dejen
devorar por el amor; atraer a las almas con la fuerza de Jess. Si el miembro
de Amor y Cruz es atrado por Jess con l corrern como chispas que prenden
por un caaveral (Sab 3,7) cuantos se acerquen a l.
Art. 90. - ESTUDlO DE
SAN JUAN DE LA CRUZ. Siendo el ofrecimiento de VICTIMA AL AMOR de Santa
Teresita fruto de la doctrina de San Juan de la Cruz, concretamente de la Llama
de AMOR VIVA (2) y habiendo de vivir la misma, se estudiarn a fondo y
concienzudamente las obras del Santo Carmelita para vivir su espritu junto con
el de Santa Teresa. (Ver nota al final, pg. 49).
No hay que olvidar que
el espritu de los dos Doctores del Carmelo es un exquisito regalo de Dios a su
Iglesia. Es fin principal de Amor y Cruz poner el espritu sublime
Sanjuanista-teresiano en un ambiente siglo XX (algo de lo que quiso lograr San
Francisco de Sales en su Visitacin para aquellas seoras mayores o enfermas a
quienes sus mismos achaques les impeda la vida claustral), que liberando el
amor y la cruz de lo accidental y cambiente y renovando los antiguos modos para
que no sean obstculo a que gran nmero de hombres y mujeres (una gran legin
de almas pequeitas, deca Santa Teresita) lleguen a lo sustancial y no
pierdan la gran meta de consumarse en el amor.
Art. 91. - ADQUlRlR EL
ESPIRITU DE ORACION.
(2) Donde
es de saber que el morir natural de las almas que llegan a este estado, aunque
la condicin de su muerte en cuanto al natural es semejante a las dems, pero
en la causa y en el modo de la muerte hay mucha diferencia porque si las otras
mueren muerte causada por enfermedad o por longura de das, stas, aunque en
enfermedad mueren o en cumplimiento de edad, no las arranca el alma sino algn
mpetu y encuentro de amor mucho ms subido que los pasados y ms poderoso y
valeroso, pues pudo rom per la tela y llevarse la joya del alma. Y as la
muerte de semejantes almas siempre es muy suave y dulce, ms que les fue la
vida espiritual toda su vida, ponque mueren con ms subidos mpetus y
encuentros sabrosos de amor; siendo ellas como el cisne, que canta ms
dulcemente cuando se quiere morir y se muere. Que por eso dijo David que era
preciosa la muerte de los santos, porque all vienen en uno a juntarse todas
las riquezas del alma y van all a entrar los ros del amor del alma en el mar;
los cuales estn all tan anchos y represados que parecen ya mares... (Llama,
cancin 1.a, 30 B.A.C. pa,1.017).
Tienen como fin especfico adquirir el
espritu de oracin que les haga estar en perenne vela con su Dios, segn el
mandato del Espritu por San Pablo: Orad sin interrupcin (1 Tes
5,17).
A fin de que esta vida
de oracin sea tan lograda en ellos y siguiendo la doctrina de Santa Teresa que
asegura que el camino para aprovechar mucho en la oracin es amar mucho: slo
quiero que estis advertidas que para aprovechar mucho en este camino y subir a
las moradas que deseamos, no est la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho;
y as lo que ms os despertare para amar eso haced (4 Moradas, cap. 1.7); y la
de San Juan de la Cruz que ensea que es gran negocio para el alma ejercitar en
esta vida los actos de amor, porque consumndose aqu el alma en breve, no se
detenga mucho ac o all sin ver a Dios (Llama de amor viva, canc.1,34) darn
suma importancia a la oracin de amor, bien entendida segn la doctrina de los
grandes msticos, y al vivir de amor.
(Nota—Art. 90: Para
facilitar el estudio de San Juan de la Cruz a las personas que comienzan he
hecho la actualizacin de sus obras y las de santa Teresa de
Jess.
II
PARTE
CAPITULO
UNICO
DEL INSTITUTO
SECULAR
Art. 92.—Sin el
esfuerzo espiritual y material del Instituto Secular de Amor y Cruz en sus dos
ramas masculina y femenina, los esfuerzos de las Congregaciones Religiosas de
Sanjuanistas y Teresianas, que son la levadura de la Institucin, perderan
gran parte de su eficacia, pues ellos deben ser el hilo conductor que canalice
sus iniciativas, coadyuve en sus trabajos, prepare caminos de vocaciones,
preste ayuda material, etc.
Arr. 93 - Este Instituto
Secular debe proponerse la recluta de una falange de almas, con ansias notables
de santidad que puedan ser, en su ambiente, sin alejarse de l, es decir, sin
perder su secularidad, sal para purificar la corrupcin de costumbres, luz que
disipe las tinieblas del pecado y fuego que caliente la frialdad de la
desacralizacin. Vuestra secularidad os empuja a acentuar especialmente
—a diferencia de los religiosos— la relacin con el mundo. No
constituye slo una condicin sociolgica, un hecho externo sino una postura;
estar presentes en el mundo, saberse responsables de servirlo, de configurarlo
segn Dios en un orden ms justo y ms humano, de santificarlo desde dentro.
(Pablo VI a los miembros de los Institutos Seculares 2-2-1972).
Art. 94. - Ansias
notables de santidad deben tener los amorcrucistas: Ante todo vuestra vida
consagrada, con el espritu de los consejos evanglicos, es expresin de
vuestra indivisa pertenencia a Cristo y a la Iglesia, de la tensin permanente
y radical hacia la saiitidad y el convencimiento de que—en ltimo
anlisis— es slo Cristo quien, con su gracia, realiza la obra de redencin
y de transformacin del mundo. Vuestra vida garantiza as que la intensa y
directa interrelacin con el mundo no se convierta en mundanidad o naturalismo,
sino que sea expresin del amor y de la misin de Cristo (Pablo VI, L. C.)
.
Art. 95. - En la misma
alocucin marca a los Institutos Seculares y Amor y Cruz en los dos suyos hace
programa de sus palabras: Para la actualizacin de la Iglesia hoy no basta con
claras lneas directivas o frecuentes documentos: Se requieren personalidades y
comunidades conscientes de encarnar y de transmitir el espritu querido por el
Concilio. A vosotros se os ha confiado esta estupenda misin: ser modelo de
incansable impulso en la nueva relacin que la Iglesia trata de encarnar ante
el mundo y al servicio del mundo.
Los Institutos Seculares
de Amor y Cruz como comunidades eclesiales quieren con todas sus fuerzas y
posibilidades constituirse en este modelo incansable que pide el Papa para que
la Iglesia brille, y aparezca con rostro atractivo y pueda conseguir la integracin
de todos los hombres en la unidad, en la libertad y en el amor.
Art. 96 - Y entre los
cristianos, los Institutos Seculares de Amor y Cruz aspiran a que no exista
quienes no cumplan sus deberes de hijos de Dios, hermanos de Cristo, miembros
de la Iglesia. Dice Pablo VI: La mediocridad, la infidelidad, la inconstancia,
la falta de coherencia, la hipocresa, deberan desaparecer del tipo del
creyente moderno. Una generacin llena de santidad debera caracterizar nuestro
tiempo. No slo iremos en busca del santo singular y excepcional, sino que
deberemos crear y promover una santidad del pueblo, como precisamente desde los
primeros tiempos del cristianismo quera San Pedro, cuando escriba estas
clebres palabras: Vosotros sois un linaje escogido, un sacerdocio real, una
nacin santa, un pueblo redimido...; vosotros, que en un tiempo no erais un
pueblo pero que ahora sois pueblo de Dios (1 Pe 2, 9-10). (Discurso de Pablo
VI comentando a los fieles en Audiencia General el 3-7-1968 el Credo del Pueblo
de Dios).
Art. 97. - Amor y Cruz
en su doble Instituto Secular, quiere ayudar al Vicario de Cristo y a los
Sagrados Pastores, puestos por ei Espritu para regir el Pueblo Santo de Dios,
en cuanto est en sus posibilidades, a promover tan bello programa formulado
por Pablo VI difundiendo esa santidad con su vida de entrega sin regateos.
IV PARTE
CAPITULO 1.—PRINCIPALES
ACTIVIDADES
Art. 98.—Aunque ha de predominar en el
movimiento de Amor y Cruz la vida contemplativa, cultivarn tambin la vida
activa con diligencia, cada rama de acuerdo con su estado.
Art. 99. - Las Teresianas tendrn las siguientes
actividades: Estudio, profesorado, residencias, talleres, divulgacin de libros
y revistas, catequesis, apostolado femenino de Accin Catlica, atencin a
Parroquias, casas de ejercicios, trabajo profesional, adoracin eucaristica
permanente diurna y una noche semanal.
Art. 100. - Los Sanjuanistas sern sacerdotes o
laicos. Los Sacerdotes atendern a la vida litrgica y a la formacin
espiritual de las comunidades; vivirn siempre en comunidad. Los laicos
ejercern sus respectivas profesiones viviendo tambin en
comunidad.
Como actividades personales se indican las siguientes:
estudio, profesorado, ejercicios, divulgacin de enseanzas evanglicas, catequesis,
adoracin eucarstica permanente diurna y una noche semanal, Liturgia de las
Horas, trabajo profesional, divulgacin de libros y revistas, apostolado de
Accin Catlica.
Art. 101. -Los Amorcrucstas, o miembros
del Instituto Secular pueden ser: Sacerdotes, seminaristas o laicos. Los
laicos, a su vez, pueden estar unidos en matrimonio o vivir en celibato. Hay
que tender a que los casados sean los dos esposos miembros de la Obra.
Pero se acepta que lo sea uno solo.
Art. 102. - Los
Amorcrucistas tendrn estas actividades: profesionales, ayuda a todas las de
las Teresianas y Sanjuanistas, estudio, doctrina social de la Iglesia,
catequesis, ayuda econmica de los dos institutos Religiosos, seleccin y
preparacin de vocaciones, preparacin de la accin de Teresianas y
Sanjuanistas.
CAPITULO
II
MEDIOS
A) ESPIRITUALES
- SOBRENATURALES
Art. 103. - Los medios
por los que quieren alcanzar la santidad son los que Cristo nos ensea en el
Evangelio y se desprenden de la propia esencia de la vida sobrenatural y la
Iglesia tiene determinados: la Liturgia, la lectura divina, la oracin, los
Sacramentos, la vida de abnegacin y penitencia y las buenas obras en
general.
TERESIANAS
Y SANJUANISTAS
a) La Liturgia:
participacin diaria en la Eucarista y Bendicin Eucarstica Adoracin
permanente de la Eucarista. Cantos espirituales, Liturgia de las Horas.
Salmodien lenta, atenta y fervorosamente en la presencia de Cristo que ora en
ellos al Padre.
b) Sacramentos. Comunin
Eucarstica diaria, confesin frecuente preparada.
c) Lectura bblica y
espiritual: como base de su oracin personal leern todos los das,
discrecionalmente, la Sagrada Escritura y otros libros de piedad, escogiendo
siempre solidez, seguridad y altura.
d) Oracin: tienen
diaria dos horas de oracin mental una por la maana y otra por la
tarde.
e) Oracin vocal.
Oraciones de la maana y de la noche, rosario, examen del da, angelus y el
rosario de la confianza. Tienen ejercicios espirituales cada ao. Ofrenda de
Vctima al Amor. Renovain de la Ofrenda de Vctima en el aniversario. Votos
privados de obediencia, castidad y pobreza. Retiro mensual. Via-Crucis todos
los viernes del ao.
f) Penitencia: Los
viernes del ao la abstinencia de la Iglesia y se exhorta a que los viernes
cada uno haga alguna penitencia por la bra, unidos a la Pasin de
Cristo.
g) Buenas obras: todas
las que un buen cristiano debe realizar incluido el trabajo al que hay que
darle toda la dimensin de colaboracin con Dios Creador, Redentor y
Santificador.
A) ESPIRITUALES
- SOBRENATURALES
Art. 104. -
AMORCRUCISTAS.
a) La Liturgia:
participacin en la Eucarista cuando puedan y Bendicin
Eucarstica.
b) Lectura bblica y
espiritual: como base de su oracin personal leern todos los das,
discrecionalmente, la Sagrada Escritura y otros libros de piedad, escogiendo
siempre solidez, seguridad y altura.
c) Oracin vocal:
oraciones de la maana y de la noche rosario y examen.
d) Oracin: Media hora
diaria o seguida o dividida en dos cuartos de hora.
) Visita diaria al
Seor Sacramentado.
f) Sacramentos:
Comunin Eucarstica cuando puedan y confesin frecuente.
g) Penitencias: las de
la Iglesia.
h) Buenas obras: las de
Misericordia en su posibilidad. Y el trabajo al que hay que darle todo el
sentido de colaboracin con Dios Creador, Redentor y Santificador.
Art. 105Y—LA
DEVOCION AL SAGRADO CORAZON Y AL DE MARIA. Amor y Cruz profesar una devocin
al Sagrado Corazn de Cristo y al de Mara, no basada en el sentimiento, sino
en un acto de voluntad por el cual a Ellos se consagre, a Ellos quiere agradar
y sus tristezas participar y reparar. La jaculatoria Corazn de Jess en Vos
confo, "Corazn de Mara, sed nuestra salvacin" ser un buen modo
de mantener el espritu de oracin durante el da.
Asimismo cada da harn
el Rosario de la confianza por la Obra, a continuacin del descanso de la
tarde.
B)
ESPIRITUALES - NATURALES
Para su formacin.
Art. 106. - Teresianas,
Sanjuanistas, Amorcrucistas. Estudio, cursillos, conferencias, convivencias los
Amorcrucistas en las Casas de los Institutos Religiosos.
Estudio profundo de San
Juan de la Cruz, Santa Teresa y Santa Teresita y de la Escritura. Adems
dispondrn de audicin de discos, biblioteca y abundante seleccin de
libros.
C)
APOSTOLIC0S
Art. 107. Creacin de
casas de ejercicios, de residencias, de escuelas de catecismo, de talleres, de
bibliotecas, audicin de discos.
D)
MATERIALES
Art. 108. Admnistracin
econmica de la Obra.
a) Trabajo de los
miembros.
b) Limosnas:
Legados.
c) Colaboracin del
Instituto Secular. La vida econmica del Instituto Amor y Cruz est
condicionada al desprendimiento de sus miembros en favor de su Obra, que es la
primera que debe ser considerada como beneficiaria de su vida de
pobreza.
d) Mandas pas.
Fundaciones de Adoracin perptua.
CAPITULO III
PATROCINIO
Art. 109. - La Obra de
Amor y Cruz, en sus Ramas de Teresianas, Sanjuanistas y Amorcrucistas se pone
humilde y confiadamente bajo el Patrocinio de la Santsima Virgen Madre de la
Iglesia, San Juan de la Cruz Santa Teresa de Jess y Santa Teresa del Nio
Jess.
CAPITULO IV
ADMISION DE MIEMBROS
Art. 110. - Podrn
pertenecer a la Obra de Teresianas o de Sanjuanistas de Amor y Cruz y de
Amorcrucistas aquellas personas que sientan los ideales de Amor y Cruz, estn
capacitadas y dispuestas a cumplirlos y sean admitidas por el
Director General y su Consejo.
La admisin ser
temporal en perodos anuales durante un trienio, de esta forma: Pasado un
perodo prudencial de prueba, el admitido pronunciar la frmula de ingreso,
har la ofrenda de Vctima al Amor si la acepta y Votos de Obediencia, Pobreza
y Castidad durante un ao, renovable hasta completar el trienio.
Terminado el tiempo, si
lo estima procedente el Director General y su Consejo, se otorgar la admisin
definitiva y la persona admitida, formalizar y emitir votos privados de
Obediencia, Pobreza y Castidad, de los que podr dispensar el Director General
en cada caso.
Las Teresianas y
Sanjuanistas de Amor y Cruz visten como las personas de su condicin, dentro de
las reglas de la modestia y sencillez
cristiana.
PARA MAYOR GLORIA DE DIOS Y DE SU MADRE
MARIA, MADRE DE LA IGLESIA