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DIA 29 de FEBRERO

LA BEATA EMMA, REINA.

 Ejemplo palpable y notorio de la fuerza irresistible de una mujer cuando anima su pecho la fe y caldea su corazón el amor. Emma pertenece a la generación de aquellas esforzadas cristianas que, sabiendo infiltrar en los corazones de sus esposos la creencia religiosa que las animaba, lograron uncir naciones enteras al carro triunfal de la Iglesia Católica. Así fueron, Berta que influyó sobre Ethelberto, en Inglaterra, y Margarita sobre Malcolm, en Escocia; y Brígida sobre Wulfon en Suecia, y nuestra biografiada Emma, hija, madre y esposa de rey. Hija de Ricardo II, duque de Normandía, mujer Etelredo II de Inglaterra y madre de San Eduardo. Casada en 1017 con Canuto II el Grande, rey de Dinamarca, supo trocar la fiereza de este león rugiente en suavidad de manso cordero. Si la serpiente que engañó a Eva fué causa de la caída del hombre, la piedad de Emma originó el levantamiento de Canuto, cabeza de todo un pueblo. Y con este cambio obrado en el corazón del rey, Dinamarca e Inglaterra se hermanaron pacíficamente, habiendo sido enemigas hasta entonces. Una vez transformado, Canuto procuró que los daneses no oprimieran ni molestaran a los ingleses; envió misioneros a Escandinavia para acelerar la derrota total del paganismo ; y su orgullo se tornó en profunda humildad. Un día, sentado junto al mar, mandó a éste que detuviera sus movimientos, pero nada consiguió; entonces dijo a sus cortesanos: «Ya véis la debilidad de los reyes de la tierra, el único fuerte es el Señor». Y por humildad depositó su corona a los pies del Crucificado y no quiso usarla más. Y ello fué obra de Emma, que por sus virtudes goza en el cielo de un puesto de honor entre los elegidos. Muño en 1046 o 1052.

SANTA TARASIA O TERESA DE NOLA

En Alcalá de Henares vió la luz primera esta mujer fuerte, modelo de esposas, de madres y de cristianas. Contrajo matrimonio con Paulino de Nola quien, por razón de su cargo, se hallaba entonces en dicha ciudad española, fecundada con la sangre de los santos niños Justo y Pastor. ¡Matrimonio feliz el de Teresa y Paulino! Este encontró en el hogar el ambiente apropiado a la elevación de su espíritu, pues su numen de poeta pudo encumbrarse hasta las alturas del reino de la caridad, de cuya virtud es escuela necesaria la paz del hogar. ¡Bellas condiciones para un poeta! Es que Teresa poetizaba y embellecía aquella vida del hogar con sus abnegaciones, delicadezas, laboriosidad, sencillez, humildad, piedad, y demás virtudes. No se alteró esta paz ni con la muerte de su único hijo objeto de sus trabajos, imán de sus amores. Teresa aprovechó esta triste circunstancia para penetrar en el corazón de Paulino y convencerle de la caducidad de los bienes de la tierra. Con ello, Paulino se hizo cristiano recibió el Bautismo y vivió en adelante con ansias de santidad, llegando a ser obispo de Nola y una de las más preciadas glorias del episcopado. De Teresa tendrían que aprender mucho las mujeres y aún los hombres cuando traten de buscar consorte en el cual han de brillar por encima de todas sus cualidades la fe y la religiosidad, porque como dice Severo Catalina, una mujer incrédula es el ser más inverosímil y hasta repugnante que puede existir sobre la tierra.

Cuando Paulino se trasladó a Roma, y de común acuerdo se separaron, ella se vino a España y acabó sus días en la áspera soledad de un convento el 29 de febrero de 424.